Soy
Orionis
Saludo
a vuestra eternidad, vuestra gracia y al amor que sois.
Intervengo
en este día para lanzaros la llamada del corazón.
En
este último día de vuestro mes de noviembre de 2015 vengo para lanzar una
llamada, una llamada al amor, una llamada al perdón, una llamada a la
interioridad, una llamada a vuestra eternidad.
El
tiempo de la eternidad ha llegado, el tiempo del perdón, el tiempo de la verdad.
Llamada
de parte de cada uno de vosotros, más allá de los acontecimientos que se están
desarrollando y que se desarrollarán, nunca perdáis de vista aquello que sois,
nuca perdáis de vista que lo que se está desarrollando y se desarrollará solo
es la actualización del amor y de la libertad.
Vengo
a deciros que no tengáis miedo, muy al contrario, dejad que la alegría y el
amor salgan y se manifiesten en la superficie de este mundo.
Ved
el amor en cada uno, ved el amor por todo para que estéis vosotros también saturados
de amor, saturados de alegría.
No
os entretengáis con aquello que pueda resistirse en vosotros o a vuestro
alrededor, perseverad en la verdad, perseverad en la unoalidad (somos UNO),
perseverad en la verdad.
El
conjunto de la confederación intergaláctica, en cualquier dimensión, está ahora
presente en lo más próximo a vosotros.
Hemos
obrado, vosotros y nosotros, en este acto sagrado de liberación y de verdad, es
ahora el momento de cosechar los frutos, y de dejar que aparezca aquí en este
mundo quien sois en verdad, y no en este momento.
Olvidad
aquello que no es eterno, olvidad los rencores, olvidad las incomprensiones
porque el amor aporta todas las respuestas, y ese amor no es otra cosa que
aquello que sois emergiendo de vosotros mismos, recalentando el corazón y
despertando aquello que sois realmente, más allá de toda apariencia, de todo
sufrimiento y de todo cuestionamiento.
Lanzo
una llamada solemne, no sólo a vosotros que me conocéis, que me habéis leído o
me habéis escuchado, sino a todos aquellos de entre vosotros que presienten y
viven ya los elementos que se desarrollan de manera interior.
Es
la hora de la alegría, porque la verdad es alegría, y el amor es la única
verdad. Atreveos entonces, atreveos cada vez más, dejad que emane de vuestra
presencia como de vuestra ausencia la belleza. Que vuestros sentidos vean la
belleza. Que vuestros pensamientos se vuelvan exclusivamente hacia la belleza.
Que vuestros centros de consciencia estén anclados en el amor eterno. Olvidad
aquello que es pequeño, olvidad aquello que se resiste, olvidad todo aquello
que no sois vosotros en vuestra eternidad.
No
hay necesidad de coraje o de fuerza de voluntad, no hay necesidad de más cosa
que de dejar al amor ser y manifestarse.
En
este mes de diciembre, sois y seréis unos pilares de luz que nada podrá
desestabilizar a vuestro exterior.
Si
por momentos os sentís desestabilizados, comprended que las circunstancias de
vuestra vida o de vuestra salud no son nada, pero que solo prevalece la co-creación
consciente, la emergencia del masculino y femenino sagrado, aquí mismo, en
cualquier circunstancia de vuestra vida, en cualquier prueba que viváis, o
cualquier alegría que viváis. Recordad que la única satisfacción posible es la
de la verdad, la del amor. Olvidad vuestra edad, olvidad aquello que solo tiene
un tiempo, porque ese tiempo se acaba. No hay ningún duelo que vivir, si no es
en vuestras ilusiones. Solo hay la resurrección prometida y anunciada por
Cristo. No de los cuerpos caducados sino del espíritu de verdad, del corazón
ardiente, del hijo del sol, del hijo de luz.
No
os atéis a ninguna otra cosa que a la verdad, no la de vuestra persona o de
vuestra vida sino a la verdad eterna aunque no la estéis viviendo aún en su
totalidad. Permaneced centrados en lo esencial, permaneced centrados en el
perpetuo perdón dirigido hacia vosotros mismos, dirigido hacia aquellos que os
han oprimido individualmente o colectivamente. Depositad a sus pies la fuerza
de vuestro amor y la verdad de vuestra luz.
Esta
llamada es solemne porque se inscribe en la trama temporal histórica de esta
Tierra. Hace más de 50.000 años dirigí el sacrificio de los Elohim que permitió
evitar el encierro definitivo de la conciencia, culminando hoy, en este final
de ciclo, en vuestra salida de todo ciclo y sobretodo de todo encierro.
Lo
que sea que vuestros sentidos os den a vivir, lo que sea que vuestra persona os
sople u os grite, no os dejéis engañar, sois el amor, y no sois absolutamente
nada más. Solo el peso de la densidad del encierro os ha sustraído a la verdad.
No busquéis culpables, no busquéis comprender, no busquéis venganza, sino
perdonad con todo vuestro corazón, porque así es como tenéis que traer aquí a
este mundo los pilares de luz de la resurrección, los pilares de luz del final
del infierno en esta Tierra.
Niños
del Uno, levantaos, no estéis afectados por pérdida alguna de aquello que
pertenece a lo efímero. Sed en cada mirada llevada, en cada palabra
pronunciada, en cada percepción o encuentro vivido, lo verdadero y el amor. El
amor lo es todo, más que nunca. El amor es el recurso inagotable de vuestra
vida en este mundo de ahora en adelante.
Los
colosos con pies de arcilla, aquellos que os han engañado, deben ser amados
ellos también más allá de toda apariencia y más allá de todo sufrimiento, con
el mismo amor, con la misma intensidad de amor, y diría que incluso más, que
los hermanos y hermanas reconocidos en encarnación. No dudéis en dar ese amor,
como la manifestación del don de la vida, del don de la gracia y de la verdad
esencial. Dejad de ser frenados por moral o ley alguna, porque solo hay una
ley, la ley del amor. Todas las demás leyes no tienen razón alguna de ser
cuando sois lo que sois. Sed dulces y sed pacientes con quien sea que la vida
os haga encontraros, en espíritu o en la carne. Dejad de buscar cualquier
ventaja para vuestra limitada y efímera persona, aunque la verdad os esté
todavía oculta, los tiempos son propicios a que nadie permanezca ya escondido u
oculto. Atreveos a decir según vuestros talentos y atreveos a ser según
vuestros talentos la manifestación del amor encarnado.
Sois
el Cristo resucitado, sois el hijo del hombre, antes que toda cosa y en primer
lugar. El resto deriva de ahí sin esfuerzo y sin preguntas.
Trascended
todo sufrimiento, tanto el vuestro como el del mundo, estando en vuestra
eternidad, estando en el amor que sois y acogiendo aquello que la vida os
presenta en cualquier circunstancia, en cualquier lugar y en cualquier
encuentro.
Desterrad
la duda, cualquiera que sea, porque la duda se derrumbará por sí misma, llegado
el momento, y ese momento es inminente. Tomad entonces la delantera, instalaos
en el eterno presente, en el aquí y el ahora, más que nunca, acoged la vida.
Acoged del mismo modo a aquellos que se resisten a la vida, porque ellos necesitan
aún más vuestra verdad para reconocerla en paz, superando así toda ilusión de
función, toda ilusión de rol, toda ilusión de lo que aparece como tangible a
los ojos de carne.
No
busquéis ya una fecha, no busquéis ya una señal, porque vosotros mismos sois la
señal que esperabais. El presente no conoce fecha alguna, tampoco el amor.
Sed
lúcidos concretamente sobre lo que se desarrolla, y aunque no tengáis aún esa
lucidez, conformaros sin embargo al amor, porque este es el único ideal que
jamás haya podido ser culminado mientras erais simplemente una persona creyendo ser una persona que nace y muere.
Olvidad
las enseñanzas falaces del karma, olvidad aquello que ha sido falsificado por
el conjunto de las religiones, volveos de nuevo la inocencia y seréis colmados
de gracia, y os daréis cuenta entonces de que solo sois esa gracia y nada más.
Afirmaos
pues en vuestra presencia en este mundo con el fin de superarlo mejor cuando
María os hablará.
Me
dirijo finalmente también a todos aquellos de entre vosotros que experimentan
de manera lógica en el seno de la persona, miedos, aquellos de vosotros que
nunca han vivido ningún contacto con otras dimensiones, con otras realidades.
Recordad las palabras de Cristo: aunque tuvierais el conocimiento de todos los
misterios, aunque tuvierais la fe para levantar una montaña, no sois nada si no
tenéis el amor.
Depositad
las armas de la persona, depositad las luchas, depositad las carencias
aparentes en vosotros como en cada uno, con el fin de que solo quede el amor de
vosotros, fuerte y dulce al mismo tiempo.
Sed
aquello que sois, que no podéis definir por ninguna palabra en la superficie de
este mundo. Sed aquello que ni siquiera os atrevéis a esperar o a creer.
El
único futuro posible se encuentra en el aquí y el ahora. La única puerta de
salida o de entrada a la vida eterna solo se encuentra en el centro de vuestro
pecho y en ningún otro lugar.
Olvidad
todo aquello que estorba a vuestra conciencia, vuestras proyecciones, vuestras
dudas, vuestras esperanzas, porque no hay nada que esperar, solo que
reconoceros en el corazón del ser, para dejar que esto ocupe todo el sitio y
todo el espacio de vuestra presencia como de vuestra ausencia.
Incluso
vosotros que lo ignoráis, por no haber vivido nada de ello, sois los hijos de
la gracia, y los hijos del amor, y al
amor nada le resulta imposible, no existe ninguna falta, ningún error, porque
el amor borra todo eso, está en vosotros, él es vosotros.
Lo
esencial es eso. Extraeréis de ese esencial y de esa esencia todo lo que le es
suficiente a vuestra resolución.
Soltad
los amarres en espíritu de todo aquello que todavía puede reteneros,
sufrimientos pasados, sufrimientos presentes, aprehensiones de un futuro.
Permaneced
sencillos, porque el amor se desvelará tanto más rápido si no habéis vivido
nada de él.
Amad
más allá de toda forma, amad más allá de todo conflicto, porque el amor es
realmente la única posibilidad de ver la ilusión de los miedos o la ilusión de
la destrucción, porque en realidad solo hay resurrección y tal vez lo sabéis y
tal vez lo estáis viviendo ya, que todo depende de vuestro punto de vista, que
todo depende de vuestra conciencia, y que el mundo está en vosotros.
Vuestra
única misión, si puedo hablar así, es de ser los misionarios del amor, y no
necesitáis palabras ni discurso, solo necesitáis el ser, sin justificar, sin
demostrar, porque portáis la inteligencia de la luz, y la sois.
Apoyaos
cada vez más, cualesquiera que sean los elementos que os hayan sido comunicados
en estos últimos tiempos, en aquello que sois, aunque no lo conozcáis. La
verdad emerge, la verdad ha germinado, es tiempo de reflorecer en la eternidad,
como lo ilustra hoy la naturaleza por todo en esta Tierra, como lo ilustran las
partidas que podríais llamar la muerte, de cierta clase de consciencia que
llamáis animales. Estos simplemente se han reunido con su morada de eternidad.
No hay nada triste, solo la mirada de aquel que está triste ve la tristeza, la
mirada de aquel que está lleno de aquello que Es, solo ve el amor, en toda
cosa, en cada uno, e incluso en los acontecimientos de la Tierra.
Rememoraos
que solo estáis de paso en esta Tierra, y que todo aquello que pasa expira, y
que todo aquello que pasa no puede conocer la eternidad y el amor incondicional.
Aquello que muere no está vivo, porque lo que está vivo nunca muere. No me
refiero a vuestra forma ni a las formas de este mundo, sino a las formas
imperecederas del cuerpo de eternidad.
Mi
llamada no está dirigida, que estéis o no abiertos, a vuestra cabeza o a
vuestra comprensión, sino que me dirijo directamente a vuestra eternidad, a la
que me oye, aunque vosotros mismos no lo oigáis, a la que me reconoce como se
reconoce a sí misma en el amor de la vida y en la vida del amor.
La
luz y el Cristo ya no solo llaman a vuestra puerta sino que vienen a vuestra
morada, quienquiera que seáis en cualquier parte del mundo, en cualquier
creencia existente aún.
No
pongáis ningún freno al brote espontáneo del amor desde el instante en el que
os olvidáis como persona. No estéis limitados en nada, porque sois ilimitados.
Solo este cuerpo y vuestras creencias lo son, porque ambos desaparecen con
vuestro fallecimiento.
Dejad
que la llamada del amor os consuma de amor, y seréis así satisfechos para
siempre. No necesitaréis ya ni alimentaros, de materia, de esperanza, de vida y
de muerte, de renacimiento.
Aceptad
y acoged lo inevitable, lo inexorable y lo inesperado, porque son portadores
del germen de vida eterna, de aquello que sois.
No
penséis en ninguna otra cosa salvo en el amor que sois, aunque no os hayáis
reconocido y despertado, ya que eso no sabría tardar. Velad y rezad, la oración
ardiente del corazón con el fin de consumar los miedos y las dudas, con el fin
de consumar lo efímero.
Ha
llegado la hora de la ascensión de la materia, cualquiera que sea vuestro
devenir, hay numerosas moradas en la casa del Padre, ninguna de ellas es
superior a otra, así es el juego de la conciencia.
No
dudéis en soltar aquello que se ha alejado de vosotros, porque lo que se aleja,
en definitiva solo tiene un tiempo y no conoce la eternidad del tiempo
presente.
Buscad
la naturaleza, buscad el silencio propicio para el ser y para la verdad.
Buscad
en el otro vuestra luz, y perdonad aquello que pensáis que tenéis que perdonar.
Dejad que el bálsamo del amor borre las secuelas y los sufrimientos.
Estad
atentos a las señales que os da el amor, no rechacéis nada y dejaos atravesar,
porque no sois nada de lo que aparenta o se manifiesta en este momento.
Los
tiempos de la Tierra, en este mes de diciembre, son los tiempos del perdón, los
tiempos de la resurrección. Ya no hay plazo, ya no hay fecha. Comprended eso,
id más allá de toda proyección, de toda función o de toda organización, porque
incluso aquello que hemos organizado juntos, en la estructura vibracional que
sea, debe dejar el sitio al amor desnudo donde nada viene a resistir, donde
nada viene a tapar la vista, donde todo es relación de amor y manifestación del
amor hasta la esencia del amor.
Recordad
y sobre todo llevadlo a la práctica, que el amor lo es todo, todo aquello que
necesitáis. El resto no son más que satisfacciones de la persona, incluso
aquello a lo que habíais llamado vuestra búsqueda espiritual. Ya no queda nada
que buscar, ya solo queda dejar eclosionar lo que ha germinado o pronto va a
germinar.
Esto
no depende de vosotros, no podéis evitarlo, el amor ocupa todo el espacio, la
luz no deja posibilidad alguna de subsistir a la sombra. Sed asimismo
transparentes. Sed asimismo ese Cristo que irradia a la Tierra entera con su
amor, no por una manifestación cualquiera de un poder del espíritu sino
simplemente por la verdad del espíritu.
Sed
como una madre hacia vosotros mismos, que perdona cualquier error, los errores
solo tienen un tiempo. Sed como una madre, amaos incondicionalmente. No veáis
en ninguna otra cosa, en el otro, otra cosa que vosotros mismos, y dejad que la
inteligencia de la luz actúe.
Estáis
en los tiempos de la gracia. Los tiempos de la gracia significan que todo
aquello que no sea del orden de la gracia ya no podrá ser manifestado y será
disuelto en el amor.
La
libertad os llama, ningún pretexto puede mantenerse ante ella, ninguna
condición puede refrenarla. La llamada de la libertad y la llamada del amor, ya
las estáis viviendo, y esto será oficializado de manera colectiva por la
llamada de María.
No
sucumbáis a ninguna otra cosa que al amor verdadero, que a vuestra eternidad.
Porque la hora está al paso, y que la resurrección no puede ser otra cosa que
la alegría de la eternidad y del amor reencontrados y revelados.
Sed
tiernos con aquellos que se resisten y aquellos que son duros, porque en la luz
está el establecimiento de la verdad y el duro no puede coaccionar al tierno,
al revés que en este mundo.
No
sed tributarios de otra cosa más que del amor que sois, y de ninguna otra
preocupación, porque estas pasarán, podéis estar seguros.
Seguid
viviendo, seguid amando, a pesar de las circunstancias y diría incluso gracias
a las circunstancias de la Tierra y en el final de este apocalipsis.
Vuestra
mirada, vuestras palabras, vuestra presencia, se vuelven verbo, verbo operador
de creación, verbo operador de descondicionamiento, verbo operador del amor.
Todos
sois sin excepción los hijos de la ley del uno, porque incluso si parecéis o creéis
servir al adversario, Belial, Yavhé, en definitiva solo servís a la luz,
entonces no os resistáis. Depositad las armas del miedo, las armas del poder,
las armas del control, porque el amor no conoce nada de eso, y no sois nada de
eso.
Sed
los buenos en el sentido en el que la Biblia os lo ha transmitido a pesar de
sus errores. Sed el niño que emerge maravillado de una pesadilla o de un sueño,
pero la pesadilla no más que el sueño no permanece tras el despertar del niño.
Vuestra
llama de eternidad pronto va a brillar con mil fuegos, visibles a los ojos de
todos, e invisibles a aquello que no es el amor.
Mi
discurso no ha acabado, porque en el verbo que enuncio se une ahora la
conciencia unificada del conjunto de los Melchizedek, ya sean del aire, ya sean
de la tierra, ya sean del fuego, ya sean del agua, hablamos de una sola fuerza,
la de la verdad, donde lo masculino debe reparación a lo femenino.
En
vosotros así como por todo, reconoced la vida, aceptad la vida en su eternidad
y en vuestra eternidad. Id en paz bajo cualquier circunstancia posible porque
vais a descubrir que en amor sois la paz, y que lo único que podéis dar es la
paz y el amor.
Esto
os ha sido explicitado por arcángeles, por ancianos, por estrellas. Llevadlo a
la práctica, ya no son necesarias las explicaciones, solo hay la necesidad de
ser, de volver a encontraros en aquello
que sois, y esto es posible desde ahora en totalidad, aquí mismo.
Me
dirijo a aquellos de vosotros que se sienten asolados, o que se sienten no
concernidos. Os digo que vosotros también, aunque hayáis ejercido unas amplias
depredaciones en la superficie de este mundo, sois de igual manera el amor, y
perdonaros a vosotros mismos, y amad, amadlo todo y a todas las conciencias que
se han encontrado en vuestro camino. Porque yo os lo digo, vais a perder todo
aquello a lo que le dabais importancia, todo aquello que habíais acaparado por
miedo y por necesidad de obligar y de controlar. Soltadlo todo y sed
auténticos. No hay falta alguna, no hay error que no sea transmutable por la
verdad del amor que sois. Sea lo que sea aquello que todavía os hiela la sangre
de pavor ante lo que sabéis que va a llegar, vosotros que estáis a los mandos, ¿qué
tenéis que defender?, ¿qué tenéis que preservar?, si no es aquello que es
efímero.
Acoged
al amor, así como cada uno de los hermanos y hermanas lo acogen, para algunos
desde hace ya tanto tiempo, en la esperanza de la aclaración de este mundo.
Entonces os digo también a vosotros: regocijaos, no os dejéis engañar por el
miedo, no os dejéis engañar por aquello que habéis creado vosotros mismos, eso
solo tiene un tiempo, y os lo recuerdo una vez más, que aunque hayáis pensado
en servir al príncipe de este mundo, en definitiva solo habéis servido a la luz
y nada más. Porque este mundo es una fantasía, una pesadilla o un sueño, pero
tal como es, solo es sufrimiento, y a pesar de eso la vida está presente en él.
Entonces estad vosotros también en vida,
y dejad de alimentar a las fuerzas de la muerte. Despertad vosotros también,
porque sois amados por aquellos que os han soportado, que han sido sometidos y
que hoy se vuelven a erigir en la verdad del amor. No sois otra cosa que eso,
vosotros también.
Mirad,
tras de qué perpetuidad, tras qué provecho corréis aún ? Acaso no veis adonde
os han conducido las fuerzas de control y de depredación ? Acaso no veis a
vuestros hermanos y hermanas por todo en esta Tierra cantar el canto del amor y
de la esperanza del amor.
Me
dirijo también a ti en aquello que eres y no en aquello que crees representar
por tu estatus de riquezas sociales en la superficie de este mundo. Acaso no
ves que la vida eterna no puede existir sin amor verdadero ? Las pruebas son
abrumadoras, no de tus errores sino de la verdad que está aquí. Así que olvida
tú mismo aquello que te ha engañado y a aquello a lo que has engañado, tú
también, descubre el bálsamo del amor. No es necesario ningún ritual, no es
necesaria ninguna precaución, porque ese mundo del amor eterno está exactamente
en lo opuesto que lo que es visto en este mundo, y sin embargo la vida está
presente.
Los
tiempos de la reconciliación han llegado, el tiempo del gran perdón. No esperes
los últimos momentos, hazlo enseguida, vuélvete hacia aquellos que te aman, no
para aprovecharte de ellos sino porque han comprendido que el amor lo es todo,
porque ellos lo viven.
Os
invito a todos, despiertos así como dormidos, a salir de los dogmas, a salir de
todo aquello que está cristalizado, fosilizado y ya muerto. Date cuenta, tu que
duermes, de que eres eternidad, de que eres amor, sea lo que sea que hayas
hecho, lo que pienses, y cualquiera que sea tu amo, tu eres libre, no hay
ningún amo, solo hay un modelo de perfección que tú has rechazado, tú que
duermes, te suplico que te reencuentres, te suplico que te abandones a la
belleza de la verdad y del amor incondicional, porque eso es lo que eres, sobre
todo si duermes. Despierta, antes de que el olvido de lo efímero te quite todo
aquello que crees poseer, todo aquello que crees dominar, todo aquello que
crees controlar. Acoge también a los ángeles del Señor, no veas en ellos otra
cosa que una fraternidad, no veas en ellos otra cosa que unos hermanos y
hermanas que han consagrado su eternidad a servir y a preparar el retorno del
amor. Tampoco olvides que lo que has creado tu que duermes y que obedeces a los
amos de este mundo, que eres responsable de aquello que creas, sobre todo
ahora. Entonces deja crear el amor, no te dejes ya engañar por los juegos de
poder, por las estrategias donde solo cuenta la necesidad de controlar y de ser
superior.
Tú
que todavía a lo mejor te sientes tan grande en tu rol y tu función de
gobernante o de élite, vemos la vanidad y la inutilidad de aquello que has
edificado, reconócelo simplemente y perdónate, porque tus hermanos y hermanas
humanos así como tus hermanos galácticos, libres, no desean otra cosa más que
tu libertad, no desean otra cosa más que perdonarte, no desean otra cosa más
que amarte. Pero recuerda también que no podremos ir nunca en contra de tu
libre albedrío que te resulta tan caro, date cuenta.
Es
el momento de la liberación, las trompetas resuenan en todas partes en la
Tierra. Date cuenta de lo que está ocurriendo en el seno de la humanidad. Date
cuenta de que incluso el terror implica como respuesta el amor, porque incluso
el terror no puede alimentarse indefinidamente del terror, que el miedo no
puede existir en cuanto ha nacido el amor.
Me
dirijo también a todos vosotros, despiertos así como no despiertos, hace mucho
en términos de tiempo terrestre que velo por el respeto de ciertas reglas a
pesar del encierro de la libertad de la conciencia y de la libertad del amor, a
pesar de las condiciones contrarias al amor.
No
vengo a seducirte, no voy a imponerte nada, te suplico simplemente que seas lo
que eres, y no aquello que crees o que te han hecho espejear.
El
tiempo a partir de ahora va a engranarse cada vez más rápido. La presión de la
luz se volverá cada vez más intensa. Esta presión es una presión de amor. La
luz no os robará nunca vuestra libertad, ni siquiera diría contrariamente a
vosotros porque eso ya no existe.
Ábrete
al amor incondicionalmente, sin restricciones, aunque no comprendas nada de él,
porque solo quedará de vosotros aquello que es amor. Entonces te digo a ti que
duermes y también a ti que estás despierto que esta ocasión es única. Acuérdate,
seas la persona que seas, de que no eres esa persona pero que eres mucho
incluso de lo que podrías creer, proyectar o imaginar incluso en tus sueños más
locos. Tú que estás despierto, perdona sin cesar, porque no hay otra
escapatoria. Perdonar es liberar al otro, estés tú liberado o no, porque si
liberas al otro te liberas a ti mismo, en ese momento verás que no hay ni el
otro ni tú, que eso es una ilusión, que solo hay el amor y la vida.
Vengo
también a invitarte y a suplicarte que lo des todo de ti mismo, que no hace más
que pasar y que solo tiene un tiempo. Date al amor porque el amor se da a ti y
no hay otra verdad ni otra posibilidad.
Recuerda
también que en el silencio es creado el verbo, para que nunca más vuelvas a ser
cortado o amputado de la verdad esencial.
Cuando
me leerás, me escucharás o me oirás, estarás seguramente viviendo todo esto.
Recordarás entonces estas palabras que he pronunciado, en este último día de
noviembre del tiempo de la Tierra. Porque lo que se expresa no es solo Orionis
sino el verbo que es hecho carne, con al fin de que la carne sea transmutada
por el resplandor del verbo.
Recuerda
tu realeza y tu reino, que no tienen nada que ver con tu reino en la tierra,
sea cual sea su importancia.
Así,
mi verbo mismo se desvanece, para dejar lugar al silencio, el que atestigua de
la majestad del amor.
Saludo
en ti al amigo, al hermano, al compañero de eternidad, y te digo amémonos los
unos a los otros, como él nos ha amado, y como nos amamos cada uno en
eternidad, en cualquier dimensión de experiencia, sea cual sea.
Deposito
en ti la gracia que eres.
Te
dejo ahora, porque estoy contigo en la eternidad, y soy tú, así como tú eres
yo, sin juegos de palabras, sin falso semblante.
Adiós.