MARÍA
La Teofanía del Espíritu
28 mayo 2017
Soy María,
Reina de los Cielos y de la Tierra. Amados hijos, tanto a los que os unís a mí
en este momento, como a los que estáis ocupados en otras cosas, os dirijo todo
mi Amor y todas mis bendiciones e instalo en cada uno de vosotros, mi Teofanía.
Ahora sois
muchos los que habéis vivido, con distinta intensidad, la claridad de lo que
sois, durante las Teofanías. Esta Teofanía, como habréis constatado, fuera de
nuestras citas, se produce en todos vosotros, más allá de toda intención. Se
trata de la Teofanía perpetua.
Hoy, cuando se
acaba este mes de mayo de la Tierra, os insto para que realicéis la Teofanía hacia
el Espíritu que está en vosotros y que no depende de ninguna forma, ni de
ninguna dimensión. La intensidad de la Gracia es tal, en la superficie de este
planeta, que todos mis hijos que vuelven la mirada hacia su propio corazón y
hacia su eternidad, descubren la Verdad. Este mecanismo último de vuestra
conciencia, basculando dentro de la a-conciencia, como se os ha explicado
ampliamente y que tal vez hayáis experimentado, se presenta hoy a vosotros por
una Gracia especial, previa a mi Llamada. Volviendo la conciencia hacia vuestro
corazón, en el interior más profundo de vuestro ser, será como encontraréis la
única Verdad, en la Teofanía del Espíritu que pone fin a la Ilusión de este
mundo, a sus tormentos, a sus mentiras, a su encerramiento.
He venido hoy
a invitaros a que os volváis totalmente hacia lo que sois para que comprobéis
que todo lo que sucede en la pantalla de vuestro personaje y en la pantalla de
este mundo, en la circunstancia que sea, es solo una gran ilusión. Solo la
inmersión en la Teofanía del Espíritu podrá, en muchos de vosotros y de manera
rápida, poner fin a todo lo que resiste por el apego a vuestra historia, a
vuestra forma o a este mundo.
En unos
instantes os daré y haré leer las palabras que acompañan la Teofanía del
Espíritu, no para daros un tipo de oración, sino para daros las palabras, en
cualquier lengua que habléis, que son capaces de detener los mecanismos
ilusorios a los que estáis suscritos todavía y en los que participáis. La Eternidad es vuestro salvoconducto.
Cuando termine este mes de mayo, comenzará el mes de las tribulaciones más
intensas de la humanidad, que desatada en su error y en su ceguera, se aparta
del corazón y participa para sembrar el terror y el miedo. Volverse hacia el
corazón, hacia vuestro corazón, hacia mí, hacia el Espíritu, os protege -sin
buscar ninguna protección-, de toda acción de la Ilusión y de las fuerzas
ilusorias que entrarán en acción en muy pocos días.
La Teofanía del Espíritu os sitúa más lejos que el Sí, más lejos que la
Última Presencia, en vuestra inmortalidad, en vuestra eternidad, más allá de
toda noción estelar, más allá de vuestros linajes, más allá de lo que puede
definirse por palabras, pero que solo puede vivirse. Estáis llamados a eso,
unos después de los otros como todos juntos, en este período difícil para la
persona.
Y hoy os atañe
dar este último paso o esperar mi Llamada. Todo eso, en vuestro
posicionamiento, en vuestra historia y en la persona o en la Eternidad. Sois
muchos los que habéis captado la diferencia de vuestro estado de ser según
viváis la Teofanía o según afrontéis las circunstancias duales de este mundo,
en cualquier ocupación o en cualquier actividad, disfrutando la dicha de la
Verdad.
Hoy, muchos de
vosotros estáis listos para soltar las últimas ataduras del apego a la Ilusión,
al desarrollo del escenario de este mundo. Aquellos de mis hijos que habéis
encontrado el corazón, a partir de ahora, solo tenéis que instalarlo de forma
cada vez más permanente y evidente. A través de esos movimientos de vuestra
conciencia entre lo efímero y la Eternidad, se juega en vosotros el espacio de
resolución de lo que pueda oponerse todavía, por miedo, creencia o costumbre, a
la Verdad que se despliega ahora sobre este mundo.
Como sabéis,
todas las naves de la Confederación Intergaláctica, se manifiestan de forma
cada vez más evidente en vuestra dimensión, al dejarse ver; pero eso no es un
espectáculo como sabéis. Muchos de nuestros hermanos intergalácticos están
situados, tanto en los volcanes como sobre vuestras ciudades o en otros
lugares, para actuar llegado el momento, cuando mi Llamada suene, cuando las
señales del Cielo y de la Tierra se manifiesten totalmente, cuando vuestros
ojos se abran y vean en el cielo, lo que hay que ver. Entonces, nadie podrá
decir que no sabía. Es en ese momento del Choque de la humanidad que para
muchos de vosotros se realizará antes de mi Llamada. A través de este choque y
este asombro de la conciencia, emergerá la Eternidad y se presentará a
vosotros.
La Teofanía
del Espíritu, resonando dentro de las palabras que se os darán en un instante,
os permitirá sentir vuestra eternidad y observar por vosotros mismos, que no
existe ninguna dependencia, ninguna atracción al mundo de la Ilusión. Todo lo
que estaba oculto, luce ante vuestros ojos desde el instante en que no entréis
en reacción con nadie o con vosotros mismos, pero dejad vivir lo que hay que
vivir, en la paz del corazón, más allá de la persona y de vuestra voluntad.
Por otra
parte, a través de esas idas y venidas y el estado del corazón libre y vuestro
estado personal, que se manifiestan en vosotros de manera íntima, serán los
últimos desplazamientos con relación a la Verdad. Así pues, independientemente de
la intensidad de vuestras Teofanías, si al volver a la persona, esta sume el
control en vuestros comportamientos, en vuestras recriminaciones, en vuestras
palabras, entonces necesitaréis asentaros más en la Eternidad para que esta se
refleje y actúe directamente sobre lo que pueda quedar de la persona.
Lo que quiere
decir es que no es tiempo de nutrirse de la Luz para ejercer el poder personal
o poner en acción los restos de vuestra persona. Fuera el que fuera vuestro
estado vibratorio, vuestra asignación vibral, la revelación de vuestros
linajes, de vuestro origen estelar; fueran los que fueran los mecanismos
incluso del Canal Marial activo en vosotros, hoy os será posible ver si existe
alguna distancia entre lo que representáis en el mundo y lo que sois en verdad.
Así pues, la
iluminación eterna de la Luz os mostrará las últimas zonas de vuestra persona
que se resisten y se oponen a la Luz. Bien sea a través de un simple dolor que
se manifiesta en vuestro cuerpo, en función de la localización de este dolor, eso
os conducirá hacia un centro de conciencia que no está todavía alineado a la
Luz. Se os han comunicado muchos elementos, tanto por el Comendador de los
ancianos como por otras hermanas de Luz o por los pueblos de la naturaleza. Hoy,
ya no os podéis ocultar a vosotros mismos. Desde el momento que aparece la ira,
una recriminación o la tristeza, en la pantalla de vuestra vida, entonces no
estáis en el corazón sino en la persona.
Hoy la Luz se
instala íntegramente. No puede acomodarse a cualquier persistencia de la
Ilusión, a cualquier persistencia del apego que sea, de una manifestación de
vuestra personalidad que llama a la acción/reacción, donde se sitúan todavía,
por vuestros orígenes o linajes, una forma de depredación ciertamente atenuada,
pero que no está de acuerdo con la Luz.
La llamada al
orden de la Luz, como sabéis, se reflejará en vuestro cuerpo, pero, sobre todo,
la llamada al orden de vuestro corazón hará que vuestro corazón se cierre, se
estreche o permanezca abierto. Os atañe ahora, por la Teofanía del Espíritu,
que no transcurra el tiempo quedándoos en la persona que ha reaccionado, que se
ha opuesto, que ha manifestado un deseo o una voluntad que no puede estar de
ninguna manera, con la Luz, y que solamente está de acuerdo con lo que queda de
persona.
El dolor de
vuestro cuerpo como el dolor de la conciencia, se volverá una realidad para
muchos de vosotros. No se trata de un castigo sino de un ajuste muy fino de la
Eternidad en este mundo. Os queda poco tiempo, como sabéis, hasta mi Llamada.
Todas las señales profetizadas están presentes ante vuestros ojos, miréis donde
miréis. El maestro de los guiñoles, como los llama el comendador, juega su
cine, cree que ha ganado y se pavonea en la pantalla ilusoria de este mundo.
No participéis en nada de eso y permaneced firmemente establecidos en la
verdad de vuestro corazón, diga lo que diga vuestro cuerpo, diga lo que diga
vuestra personalidad a través de sus sufrimientos, de sus recuerdos o, repito,
de lo que pueda quedar de costumbres o ataduras a este mundo. De ese modo
seréis libres definitivamente, no estando ya sometidos a ningún dictado de este
mundo o a cualquier dictadura de vuestro cuerpo, relativa a la conservación de su
llamada inmortalidad.
Es demasiado tarde ahora, para jugar. La Teofanía del Espíritu es un Fuego
de Amor devorador de vosotros hacia vosotros mismos. Solo la resistencia a eso,
solo la presencia del ego y del mental se asegurará de que sufráis. En el Amor no puede haber ningún dolor ni del cuerpo,
ni de la persona, ni de ningún aspecto relacional, sea el que sea; si no, eso
os demostrará, independientemente de vuestras vibraciones, que queda todavía
por soltar una serie de elementos de la persona que no se han visto y que no
queda tiempo de ver, sino simplemente de volveros a vuestra eternidad, a
vuestro corazón y a la felicidad.
Como ya he
tenido la oportunidad de deciros poco a poco, y muy rápidamente ahora, no podrá
mantenerse ningún elemento de vuestras defensas como persona, ninguna certeza
como persona -aunque esté vinculada al amor entre vosotros, aunque esté
vinculado a propiedad de una casa o a cualquier objeto, o a cualquier
responsabilidad familiar-. No sirve de nada negarse, no sirve de nada mantener
algo de lo efímero; el Espíritu os quiere en totalidad, Cristo está aquí en
vosotros y solo espera manifestarse en un momento preciso, después de mi
Llamada.
Así que, mis
queridos hijos, os pido que ejerzáis la mayor responsabilidad, que está al lado
de vuestra eternidad emergiendo dentro de lo efímero. En estos juegos finales,
se puede decir, que cada uno de vosotros tiene la posibilidad de situaros en la
felicidad del Amor, más que en la resistencia o en la expresión de la persona
con sus defectos, sus recuerdos y sus costumbres, así como sus expectativas y
sus proyecciones.
Ahora no queda
tiempo de observar vuestra vida, ni incluso, de observar el escenario de este
mundo. Sabéis perfectamente que la Verdad no es de este mundo, está solo en
vuestro corazón y en ninguna otra parte. Entonces, no podréis interpretar más
el papel de persona; si no, soportaréis y asumiréis las consecuencias dentro de
la persona. Esto no es ni un castigo ni una retribución, sino justamente una
orden de la Luz que ha alcanzado tanta intensidad que no puede permitir la
menor falsedad en la expresión tanto interior como exterior de vuestro ser.
La llamada al
orden será fulminante y cada vez más abrumadora, lo mismo que la curación que
será también cada vez más sorprendente y evidente, desde el momento en que
soltéis vuestro personaje, vuestros juegos de teatro, vuestras funciones, vuestros
miedos, aceptando jugar solo el juego del Amor, aparezca lo que aparezca sobre
la pantalla de este mundo. Si no, no seréis libres hasta el final de los
tiempos de la Tierra que, como sabéis, sobrevendrá 132 días después de mi
Llamada, ni un minuto más, ni un minuto menos.
Así que os
invito, a través de esta Teofanía del Espíritu, a encontraros de alguna manera,
en totalidad, más allá de toda creencia, de toda condición, de toda suposición
o de toda proyección en un futuro o en una esperanza en la fecha que sea. Se os
permite hoy, por la Gracia de la Luz, como fue el caso durante la Liberación de
la Tierra por la Onda de Vida, y más allá de todo mecanismo vibratorio, por el
mecanismo último de la conciencia, pasar de la Infinita Presencia al Absoluto
que es la única Verdad.
Si quedan, en la pantalla de vuestra vida, zonas dolorosas en el cuerpo, en
vuestras relaciones, en vuestros amores o en vuestras antipatías, entonces os
invito a que os miréis, porque en esos momentos no sois sinceros, interpretáis
todavía un papel.
Os reenvío a lo que han expresado algunas de mis hermanas hace unos años,
relativo a la experiencia de su matrimonio místico con Cristo o conmigo, de su
estado de Paz, de su estado de serenidad, de su estado de Amor. Eso no ha
estado reservado más que a algunos santos, pero ahora todos mis hijos tienen la
posibilidad de vivir esto, y diría incluso, que para todos vosotros hay una
oportunidad para llegar a entender que no tenéis otra opción que dejar ser al
Amor que sois para ser vosotros mismos en amor y no estar ya en la defensa de
un territorio o de cualquier encierro.
Por tanto, la orden de la Luz, la orden del Espíritu de la Verdad, os sitúa
ahora frente a esto: ser Amor o estar fuera del Amor. No puede existir una
coartada, representación o algo que preservar; no existen más que los defectos
inherentes a vuestra persona. Independientemente de lo que hayáis experimentado
como vibración, no hay más culpable que la misma persona; vosotros no tenéis
ninguna culpa. Os incumbe a vosotros elegir: estar en la Teofanía del Espíritu
de manera perpetua o posicionaros todavía y siempre, en las preguntas de la
persona, en las proyecciones del mental o en las costumbres que vienen de
vuestro pasado en este mundo.
Ha llegado la hora, como habéis visto, de dar el gran salto, aquellos de
vosotros que no lo han dado, con la mayor claridad y facilidad posible; eso
depende de vosotros. Nadie puede ser responsable o culpable, excepto vosotros
mismos. Aquí está vuestra responsabilidad para estableceros en la sonrisa
perpetua de la Alegría, en la felicidad manifestada frente a este mundo,
independientemente de vuestra persona y, diría, que independientemente de las
citas que nos faltan, hasta finalizar la semana de después de Pentecostés. Os
queda un tiempo muy limitado para estar en la Gracia y no estar en la persona,
en sus zonas de resistencia, tanto corporales con las impresas en las emociones
o en el mental.
El Arcángel
Uriel os lo ha dicho también, os acompaña ahora, tanto en el transcurso de las
Teofanías del Espíritu, como en las que se establecen espontáneamente entre
vosotros y, sobre todo, espontáneamente hacia vosotros mismos desde el momento en
que soltáis el sufrimiento de vuestro cuerpo o el sufrimiento de cualquier
ilusión que pertenece a lo efímero.
Y es
precisamente viendo ahora esta nueva luz, como todos vosotros, hijos míos,
podréis veros realmente sin evasivas y sin falsedades. No podéis mentiros a
vosotros mismos, no podéis mentir al mundo sobre lo que sois. En este mundo, no
podéis ser más que una representación y camuflaje o engaño con el que os
presentáis al otro. Ahora eso, ya no es posible.
Así como observáis que el caos crece en este
mundo, por todos mis hijos que están alejados, con violencia, de la verdad del
Amor. Por tanto, os conjuro por la gracia del Amor y en nombre de la Verdad, y
en nombre de lo que sois más allá de este mundo y de todas las apariencias, a
que permanezcáis centrados en el Corazón del Corazón en la Teofanía del
Espíritu, sea cual sea el elemento o la situación que pueda venir a vuestro
encuentro. Si eso se produce, no es más que porque no habéis dejado ir lo que
teníais que soltar dentro de lo efímero, independientemente de vuestras
vibraciones o el estado de vuestro vehículo ascensional.
Como sabéis,
al final, no hay ninguna diferencia, pero el período que se anuncia y que hay
que atravesar de manera formal, durante los meses que vienen, os pondrán frente
a la Verdad, la vuestra, queráis o no, que es la que habéis representado en la
superficie de este mundo en la época que sea y la que representáis hoy,
finalmente. Se trata, por tanto, de un saldo de toda cuenta. Os atañe a
vosotros ver y decidir lo que queréis guardar en vosotros o lo que dais sin
restricciones y sin condiciones a la Eternidad que sois.
No podréis
engañaros a vosotros mismos o a cualquier hermano o hermana, ni incluso a las
naves de la Confederación Intergaláctica de los Mundos Libres. Ya sea en las
estructuras que pertenecen a la Tercera dimensión o a las estructuras, mucho
más etéreas y más elevadas sobre el plano vibratorio, recordad que lo que
nosotros vemos es únicamente vuestra Luz, todo lo demás no aparece. Entonces,
si permanecéis ocultos por la sobra de vuestra persona, no podremos ver vuestro
corazón y toda la Confederación Intergaláctica tampoco. Eso quiere decir que
debéis pacificar y afinar lo que os queda por ajustar, para encontrar vuestra
libertad.
Habéis tenido
y nosotros con vosotros, muchos años referidos a los plazos cronométricos y
cronológicos para ayudaros a que os ajustéis. Eso, como os he dicho, ha
representado una Gracia infinita de poder ser la Paz, la Alegría, la sonrisa y
la beatitud. Todo lo que no es sonrisa, pertenece a la sombra, todo lo que no
es el brillo de vuestros ojos en cada mirada hacia este mundo, no es más que la
distorsión de la Luz. Ahora es el momento de verlo con la claridad más total y
la más cruda, para haceros aceptar la Eternidad.
…Silencio…
Os recuerdo
que ahora os daré turno a uno de vosotros para que lea unas palabras que
representan una oración, no una oración en palabras, no una oración de súplica,
sino una oración a vosotros mismos, en el Corazón del Corazón. Para permitir a
esta Teofanía del Espíritu, cubrir y trasmutar lo que pueda quedar de ilusorio,
en cualquier esquema de vida que tengáis que vivir en este período.
Entonces, amados hijos, os doy la palabra para trasmitir esas palabras que
os doy y que os permitirán si no está hecho, vivir esta Teofanía del Espíritu
como evidencia, con facilidad, sin estar retenidos o frenados por ningún
elemento de vuestra historia personal.
La Luz, a
partir de ahora, os quiere enteros, íntegros, sin ninguna posibilidad de zonas
de sombra. Sois la felicidad, el Camino, la Verdad y la Vida; no podéis
traicionar este compromiso que tenéis, de la manera que sea, incluso la más
habitual o inconsciente. Esto es lo que tenéis que ver para ser perfectos, como
el que os ha dicho: “lo que hagáis al más pequeño de vosotros, es a mí, a quien
lo hacéis”. Hay una responsabilidad, una autonomía y un poder en estas
palabras.
Os pido
simplemente que no hagáis una exégesis o virtudes teologales, para no hacer una
recitación como hay en todas las religiones y que, de hecho, no hacen más que
encerraros; pronunciad simplemente esas palabras tanto fuera como dentro de
vosotros y vivid la Teofanía. No olvidéis que la Teofanía del Espíritu, no
podrá acomodarse con cualquier manifestación personal; además os digo, que
vuestro cuerpo lo reflejará inmediatamente por una llamada al orden.
Entonces,
hijos míos, escucho esas palabras que he dado hace pocos días, para que sea informada
la mayor cantidad de seres. Te escuchamos:
Yo te saludo María, que eres Gracia.
Eres bendita como todas las mujeres,
Y Jesús, el fruto de tu Corazón, nos bendice.
Santa María, Corazón de la Fuente,
Oremos juntos, ahora y siempre, en la Eternidad.
Rindo gracia a
tus palabras. Estas palabras no son un lamento sino una salvaguarda para el
mantenimiento de vuestro éxtasis, para no ser distorsionados por ninguna
circunstancia de vuestra vida o de vuestro mundo, de este Corazón del Corazón.
Y así, la Teofanía del Espíritu se realizará en la cita de todos los jueves
de mis últimas Teofanías. Os dejo el lugar como forma y como Madre, al Espíritu
de la Verdad, al Coro de los Ángeles, al Espíritu del Sol, al Impersonal, todo
lo que no pueda ser controlado por ninguna forma.
Os invito a la
comunión eterna en el Amor; os invito a la oración silenciosa y perpetua del corazón que es acción de Gracia y
que rinde gracia. Sois la felicidad, sois el Camino, la Verdad y la Vida. Nada
más, excepto vosotros mismos, puede alejaros de lo que sois.
Soy María, Reina de los Cielos y de la Tierra. En la Teofanía del Espíritu,
acojámonos los unos a los otros, más allá de toda forma.
…Silencio…
Esta primera Teofanía del Espíritu, que vivimos ahora, aunque muchos de
vosotros ya habéis tenidos la ocasión de vivirla sin poner palabras, será
realizada en unos minutos, todos juntos, cada uno de vosotros donde estéis,
conmigo, con los Arcángeles, con toda la Flota Intergaláctica de los Mundos
Libres y eso se reproducirá en los dos jueves próximos, antes de las
Radiaciones Arcangélicas. Y no olvidéis que esta Teofanía del Espíritu, tenéis también el deber, en
tanto que seres eternos, de realizarla y dejarla vivir.
Vuestro cuerpo
es testigo, vuestra conciencia es testigo de ello. Porque vosotros no podéis
servir a dos maestros: sois testigos de la Eternidad o sois testigos del miedo.
Bendigo a
todos vosotros en su Verdad, en su Luz y en su Belleza.
…Silencio…
Os hemos
acompañado en este mes importante, llamado “mes de mayo”; adquirís nuestra
presencia, a cada minuto. Los últimos velos de este mundo que os ocultaban la
Verdad, están desapareciendo definitivamente. Sea lo que sea, lo que vayáis a
atravesar según vuestro emplazamiento, no olvidéis nunca ahora, que vuestro
paso seguro es el corazón y que no hay otro salvoconducto, no hay ningún
conocimiento, ninguna postura, ninguna vibración, ninguna conciencia, incluso
expandida, que pueda oponerse a la Verdad.
Sois el Camino, la Verdad y la Vida, sois mis hijos, sois los niños de la
Ley del Uno, sois la Verdad en acción. Os bendigo en la Teofanía del Espíritu;
os bendigo en el Cristo resucitado en vosotros.
…Silencio…
Soy María, Reina de los Cielos y de la Tierra.
…Silencio…
Nací en el espíritu de cada uno de vosotros, me hayáis reconocido o no.
…Silencio…
En tanto que
portavoz de la Confederación Intergaláctica de los Mundos Libres, os invito a
que no estéis alejados, de ninguna manera, de vuestra eternidad.
Dentro de muy
poco tiempo, no habrá ninguna necesidad que no pueda ser satisfecha por el
Corazón Eterno, por vuestra eternidad; todo lo demás no será de ninguna ayuda
ni de ninguna utilidad. Es así como comprobaréis si estáis en vuestra eternidad
o no, en una postura o en un estado de vuestra conciencia, incluso la más
expandida.
…Silencio…
Soy María la Reina de los Cielos y de la Tierra…
…Silencio…
… y bendigo el Amor que sois.
…Silencio…
Os digo ahora y siempre, en la Eternidad del Corazón. Cada uno de vosotros
es bendecido desde las Eternidad.
…Silencio…
Soy María y os amo. Entro ahora en silencio en vuestro Corazón para
cubriros con mi Manto Azul de la Gracia.
Es la hora de
detener mis palabras.
A partir de
ahora, no volveré tan a menudo como he hecho durante el mes transcurrido; pero,
no obstante, volveré en ciertas fechas importantes del calendario. Sabéis que,
en el mes de junio, hay una fecha denominada “Pentecostés”; es también el mes
sagrado para otros de mis hijos; tenemos también el
denominado “solsticio de verano”. En este período os pido que dejéis emerger el
Amor más que nada; en este período el Amor debe estar delante, delante de
vuestra persona. En este período lo que debe ser iluminado, lo será con certeza
y con evidencia. Os lo he dicho: “nadie podrá decir que no lo sabía”.
Rindo gracia
por vuestra escucha, rindo gracia a nuestra comunión y rindo gracia a la Luz.
Os amo.
…Silencio…
***