MARÍA
Diciembre 2015
Soy María, Reina de
los Cielos y de la Tierra. Hijos muy amados, permitid que os cubra con el Manto
Azul de la Gracia, aquí y para todos los que tengan la oportunidad de leer, de escuchar
y de comprender mi mensaje de esta tarde. Sé muy bien que mis palabras serán
leídas u oídas por una ínfima parte de la humanidad. Sin embargo, aquella parte
ínfima que sois tiene la capacidad de estar en resonancia con lo que voy a
decir y quizás también de preparar a algunos de mis hijos – que no tuvieron
todavía la oportunidad de conocerme o de reconocerme – para que descubran la
verdad de mi Amor y la verdad de Madre que llevo en vuestro interior.
Como quizás lo
percibáis con vuestros ojos carnales, con vuestra mente, el escenario de este
mundo os muestra unos elementos que se aceleran, unos elementos que surgen en
múltiples partes de este mundo, relacionados con vuestros hermanos, con
vuestras hermanas, hijos míos todos, así como con la misma Tierra. Cualquiera
que mire en su entorno hoy constata que el rostro de la Tierra se torna
diferente. Os exhorto a ir más allá de las apariencias, más allá de los
acontecimientos a veces espectaculares que ocurren en cualquier parte que sea
de este mundo. Os insto a vosotros que me escucháis, que me oís, que me leéis,
a que os recojáis ahora muy dentro del santuario de vuestro corazón.
Por mucho tiempo
nos hemos esforzado – vosotros y nosotros – por lograr que descubráis la Verdad
en vuestro interior y por vuestros propios medios. Os hemos aportado y ofrecido
cuanto pudimos a fin de acompañaros en aquel caminar hacia la Verdad, hacia
vosotros mismos y hacia el Amor.
Hoy en día la
situación se torna urgente. No se trata de una urgencia temporal, aunque ésta
sea real, sino más bien de una urgencia espiritual para que vayáis hacia
vosotros, al encuentro de vosotros. Sea cual sea la disonancia de este mundo y
sea cual sea el teatro de los acontecimientos, no olvidéis nunca que mi Hijo y
yo misma os dejamos, a lo largo de estos milenios, muchas advertencias amorosas
y cargadas de benevolencia hacia vosotros en relación con la verdad del Amor,
con la verdad de vuestro ser, con la verdad de la Vida.
Mientras un nuevo
día está despuntando, va a ser fundamental que realicéis en vosotros lo que ha
sido anunciado por mi Hijo, por mí misma y por todos los profetas sea cual sea
su origen y de diferentes formas. Ya es hora de comprender la urgencia y la
importancia del Amor a fin de vivirlo, de manifestarlo, de realizarlo. El ser
humano nunca se muestra tan fuerte en Amor como cuando se siente superado,
cuando se siente afectado o quebrantado por las circunstancias de la falta de
amor. Entonces es cuando encuentra la capacidad para reconectarse con este Amor
que él es y para superar todo lo que es ofensa al Amor, que no es sino el miedo
al Amor.
Tengo a bien
recordaros esta noche lo que tantas veces os dije durante todos aquellos siglos:
no le temáis a la muerte, ni a la vida, ni a manifestar con sinceridad lo más
bello que anida en vosotros, ni a mirar en menos los obstáculos y las pruebas
que la vida os trae, comprometiéndoos más y más a reconectaros con vuestra
filiación eterna, a vivir realmente y no a dar la impresión de vivir en las
entretenciones de este mundo inventadas para apartaros de vuestra verdad.
El tiempo de mi
Llamada colectiva está ya lo suficientemente cerca para que lo clame a aquéllos
de mis hijos que me escuchan y que me leen. Os lo reitero: « No tengáis
miedo ». Mirad como el gozo crece en vosotros fueren cuales fueren los tormentos
que este mundo os obliga a ver, os obliga a vivir, como son la separación, la
división, la guerra, la oposición, la ausencia total de fraternidad, que no
son, lo repito, sino el miedo al Amor porque este mundo no conoce el Amor.
Cierto es que muchos
sois desde ya los que vivís las primicias o la intensidad del Amor. Sin embargo
cada hijo, cada uno de mis hijos, esté donde esté, debe comprender eso a fin de
encontrar en él los recursos que lo hagan establecerse en lo verdadero y así no
depender más de los decretos y de las opresiones dictados por el miedo al Amor.
No juzguéis nada
pues eso no os atañe y recordad que en la forma como juzgáis seréis juzgados,
vosotros mismos por vosotros mismos, no olvidéis eso, porque entráis en los
tiempos del Amor, en los tiempos de la Gracia, ya no solamente a ratos, ya no
sólo para algunos de vosotros, sino de una Gracia ofrecida a cada uno de mis
hijos.
Mirad a vuestro alrededor. Mientras el hombre
se desgarra hombre contra hombre, país contra país, la naturaleza demuestra quedar
indiferente ante esos traumas, ante esas carencias y ante esos miedos al Amor. Y
vosotros también, en vuestro corazón, ya sea a ratos o de manera más constante,
o también como una esperanza, aceptáis la grandeza del Amor, aunque haya pasos
equivocados, éstos no son nada. Estáis
en los tiempos del recibimiento y en los tiempos de la Verdad. Ya no queda tiempo
para vacilar, ya no queda tiempo para esperar, ya no queda tiempo tampoco para
proyectar lo que sea.
Cada día el Manto
Azul de la Gracia que coloco en vuestros hombros en adelante va a alinearos
profundamente con lo que sois, llevándoos a descubrir un mundo interior mucho
más rico y mucho más verdadero que lo que el mundo os da a ver en la superficie
de esta Tierra, la que fue creada con tanto amor hace mucho tiempo, según una escala
de tiempo que para vosotros, en estos cuerpos, no significa nada y que sin
embargo es la verdad – que vais a descubrir si no lo habéis hecho ya. Ha
llegado el tiempo de darse cuenta de la evidencia, de la evidencia del Amor, de
la evidencia de la Alegría.
Algunos de mis
hijos están bajando ahora a las profundidades, no de su ser interno, sino a las
profundidades de la materia, donde no encuentran sino más miedo aún, lo que les
hace más sedientos de amor, más sedientos de absoluto y de verdad, aunque para
eso – en vez de usar el corazón – usen armas, usen lo que haya sido excitado en
ellos. No os preocupéis
por ellos. Permaneced conmigo como estoy con vosotros y en vosotros. Todo lo
demás se hará evidente.
Fueren cuales
fueren los choques y fuere cual fuere la aparente dureza, hay en profundidad,
no en las profundidades de la materia sino en las profundidades de esos
acontecimientos, un gran milagro que va a surgir. Todo va a regenerarse pero en
otro tiempo, en un tiempo que ya no es tiempo y un espacio que ya no es
espacio.
No creáis a vuestros
ojos, no creáis lo que las imágenes muestren, no creáis lo que os digan. Experimentad
vosotros mismos la verdad del Amor en estos tiempos de turbulencia y tiempos de
Gracia. Son sin embargo los mismos sucesos los que han de provocar - en algunos
- más turbación aún y - en otros - más alegría aún. Todo depende del punto de vista. Si miráis por el
lado limitado de la vida, efectivamente eso es un tormento, pero si miráis con
el corazón, veréis la alegría, veréis la paz, no la paz habitual en este mundo,
que no es más que un espacio reducido entre conflictos permanentes, sino la paz
real, aquélla de la Verdad, aquélla de vuestra naturaleza.
Hay en cada uno de mis hijos el mismo
germen de Amor. Es idéntico. No puede ser de otra manera. Las condiciones de
vida lo sofocaron. Las creencias erróneas en lo que es la Vida y en lo que es
Dios fueron induciendo cada vez más al miedo, miedo al infierno, miedo al
purgatorio, miedo al más allá, miedo a la muerte, cristalizándoos siempre más
en la falta de Amor. Eso ha sido planficado, por cierto, no por nosotros ni
siquiera por vosotros, sino que resulta directamente del encierro. Os dieron a
creer durante mucho tiempo – no nosotros sino quienes no vivián la Verdad – que
había que depurar, que había que evolucionar, que había que mejorarse, cuando –
obviamente – lo que véis nada tiene que ver, en la pantalla de este mundo, con
el más mínimo mejoramiento. Algunos de mis hijos están tocando fondo en su
desesperación y es desde ese fondo de desesperanza de donde el Amor ha de
surgir y mostrarse.
Tal es el sentido de mi llamada, la que os
ofrezco esta tarde a vosotros que tenéis la suerte de leerme pero que será
mucho más global en el momento de mi venida. Soplaré en vuestro corazón la
esperanza de lo Infinito y la verdad de lo Infinito, echando abajo todo lo que
subsista como miedos, miedos al Amor, miedos a la Verdad. No hay nada
vergonzoso en lo que sois. No hay nada doliente en lo que sois. Todo ha sido
implementado para impedir que os adentréis en vuestro gozo y en vuestra verdad,
a través de las ocupaciones y las distracciones, a través de las creencias, a
través de la falsificación de los mismos que transmitieron los mensajes de mi
Hijo y que renegaron de su misión.
Sin embargo, todo eso no importa porque una
madre siempre perdona, incluso el crimen más abyecto de su hijo, y le propone
en forma más intensa a él la redención, justamente porque él es el menos digno
ante los ojos carnales pero es quien más la necesita ante los ojos del
Espíritu.
Cada uno de vosotros tendrá pronto que
elegir entre vivir real y concretamente la Liberación o mantener un poco
todavía el miedo al Amor, a fin de dar con el hilo de la Verdad. La
Inteligencia de la Luz – y su despliegue ahora hasta el plano físico – os
mostrará concretamente lo que es la Inteligencia de la Luz. La Luz será por lo
demás la única cosa que subsista y se expanda.
Habéis sido liberados. Eso os ha sido
clamado una y otra vez. Sin embargo el mundo falsificado subsiste todavía ante
vuestros ojos. El sufrimiento por falta de Amor está en todas partes presente.
La persona efímera se considera como un dios que rige las leyes de la
naturaleza y las leyes de la vida cuando hay una sola ley para regirlo todo y es
la ley de Amor y la ley del Uno.
Entonces
vosotros, recubiertos con el Manto Azul de la Gracia, indicando así mi
Presencia, la alegría será tal que nada más será perceptible. El único refugio
posible está en vosotros y os daréis cuenta por vosotros mismos. Algunos de
vosotros lo habéis descubierto desde hace muchos años; otros muy recientemente y la multitud, lo
descubrirá. En lo más profundo del miedo del Amor, el Amor se revelará, no lo
dudéis, porque vosotros podéis ya vivirlo por vosotros y lo que cada uno de
vosotros puede vivir hoy, podrán vivirlo todos mis hijos, cuando llegue el
momento. Vosotros no sois
avanzados; vosotros sois quizá los precursores. Vuestra sed de Amor ha sido más
intensa, no os ocupéis por los placeres y los errores de este mundo. Tal vez,
os hayáis mirado a vosotros mismos de manera un poco más lúcida, incluso sin
vivirlo, porque el único objetivo, si se puede hablar de objetivo, era el Amor.
Muchas de mis hermanas
Estrellas, por su última encarnación, os han mostrado, en Oriente como en
Occidente, el camino de lo que sois, aclarando lo que vosotros sois. No como un
modelo para adorar, sino como lo que podíais ser cada uno de vosotros, seáis
hombre o mujer, creyente o ateo, sigáis tal religión o tal filosofía. El Amor
no conoce raza, no conoce religión; el Amor no conoce más que el Amor, lo
demás, ni siquiera existe.
No vengo a pediros
nada, ni siquiera vuestro Amor; vengo simplemente a pediros que reconozcáis la
Gracia en este descenso pre-ascensional de la Tierra. Descended a vuestro
Corazón y encontraréis el impulso necesario; encontraréis allí, la ligereza.
¿Qué niño de esta Tierra, amado por su madre, no tiene en él este tesoro y
estos recuerdos? De la misma forma hoy, de manera más general, en el momento de
mi Llamada, entre vosotros algunos lo vivís ya, lo habéis aceptado y esperáis.
Vengo a deciros que no
tenéis que esperar más; que no hay ningún retraso; que todo estará cumplido muy
pronto, para vosotros y para todos los demás de mis hijos. Todo ha sido
organizado y preparado para que la Luz se despliegue totalmente e íntegramente,
en la superficie de la Tierra, La Tierra os apoya también. Más allá de sus
movimientos, más allá de su ira, ella florece de nuevo, os muestra la Vida.
Vuestros reencuentros que se producen en vosotros, pero también en la misma naturaleza
o en vuestro Corazón, son de la misma esencia y del mismo Amor.
Sé que muchos de
vosotros, de una manera o de otra, comenzáis a experimentar el Amor
incondicional. Ellos se descubren amando a todo el mundo, a verse en cada uno.
Eso forma parte de mi Gracia y de vuestra Gracia. El Manto Azul de la Gracia y
mi Presencia en vosotros, desbloquea lo que parecía todavía hace tiempo,
congelado, porque el Amor nunca se congela, ni en una forma ni en palabras ni
en organizaciones y, todavía menos, en religiones.
Ahora ya no hay
necesidad de intermediarios entre vosotros y el Amor, entre vosotros y
nosotros. Para algunos, es un descubrimiento devastador que lo hace cambiar por
completo; no de vida, no de lugar, sino ante todo, de mirada, la que se dirige
a la Tierra, a la Vida, sin distinción de raza, de sexo, de edad o de religión,
sin distinción de afecto próximo o lejano. Ahí está la Verdad. Para aquellos de
vosotros que, más allá de las Vibraciones de la conciencia, descubrís hoy la
simplicidad del Amor y su belleza, no puedo más que animaros a dejar crecer
siempre más, la manifestación de este Amor.
Y para los que no lo
vivís y, aún así, tenéis la oportunidad de leerme, aceptad eso y lo viviréis.
No hay necesidad de intermediarios, ni de rituales, ni de oraciones especiales.
Abríos. No hay nada más simple; tan simple, que cuando lo descubráis, si no es
todavía el caso hoy, os preguntaréis cómo habéis podido vivir sin eso, vivir
para vosotros o para vuestra familia y no vivir para la Vida, para el don permanente
de la Vida.
Todas las carencias de
cualquier tipo, ya no se experimentarán como carencias, sino como una ocasión
de hacer crecer lo que ha nacido en vosotros. Para aquellos de vosotros que
vivís todavía hoy o solamente hoy, procesos Vibrales, la supra-conciencia,
dejad también que se desarrolle la Vida. Mirad lo que ocurre cuando “dejáis ir”
todo lo relacionado con vuestras creencias, vuestros apegos, incluso, la misma
conciencia. Muchas de mis hermanas lo han expresado estos últimos tiempos,
durante este año.
También quiero
deciros, que no me idealicéis o me representéis en función de una historia,
aunque fuera tan importante en la ilusión de la Tierra. Cuando os digo que soy
vuestra madre, de todos, esa es realmente la única verdad. Cuanto más estéis en
el Amor, menos problemas experimentaréis y menos os molestará lo efímero, el
vuestro como el de otro o de cualquier situación.
El Manto Azul de la
Gracia es mi firma. Ella os hace descubrir vuestra propia Gracia y viene
también a indicaros que los tiempos han llegado; se viven en este momento
incluso y el Corazón lo sabe, aunque vuestra cabeza lo rechace. No es una
proyección, no es una anticipación, es la cruda realidad que descubrís. Además,
si miráis con una mirada centrada sobre cualquier acontecimiento de este mundo,
más allá de las explicaciones, sabéis cada vez más la falsedad de todo lo que
se os presenta, porque eso no tiene nada que ver con la Vida y, todavía menos,
con el Amor. El Manto Azul de la Gracia, os dará también, si no está hecho ya, la
importancia de cada respiración que tomáis en la superficie de este mundo,
desde el momento en que el Amor ha germinado y se manifiesta.
No os pido adheriros a
nada; os pido simplemente que reconozcáis lo que sois y que yo estoy en
vosotros, como vosotros estáis en mí. Cada uno de vosotros está en mí. Por
supuesto, eso puede pareceros incomprensible a vuestros ojos de carne. Mi Hijo
os lo dijo: lo que hacéis al más pequeño de vosotros, es la Él a quien se lo
hacéis. Ahí está un gran misterio que está mucho más allá de la Unidad y de la
ausencia de división y de separación, que la supra-conciencia puede vivir, pero
es un hecho que, de alguna manera, está grabado en mármol aquí como en otros
lugares.
Pronto, vuestra
sed será saciada, más allá de toda esperanza, tan pronto como aceptéis mirar lo
que sois y dejar al Amor actuar a través de vosotros, a través de vuestra
persona, a través de vuestra vida, a través de vuestra familia, a través de
vuestros seres cercanos y todavía más, a través de lo que podríais llamar,
vuestros enemigos. No hay enemigos, sólo hay miedo o Amor. El Amor os quiere
enteros. El Amor no conoce medias tintas cuando ha germinado y sólo puede
crecer, sólo puede ser evidencia cuando se instala. Nadie podrá negarlo. Debido
a los inconvenientes de la Tierra, en este momento, muchos de mis hijos han
perdido la esperanza de encontrar en este mundo la Verdad que no es de este
mundo.
Este tiempo es el
del cumplimiento de la Palabra, el del cumplimiento del Juramento y la Promesa,
de la Verdad. Siendo los hijos del Amor, no podéis ser más que eso y nada de lo
que teméis y os limita. El Amor viene a invitaros a que no os limitéis en la
expresión del Amor, a no limitaros a causa de la mirada del otro que no es más
que tú mismo.
Los hijos de la Verdad,
no pueden sufrir ninguna alteración de la Verdad, ahora. Os repito que,
independientemente de las apariencias, no os dejéis engañar por ellas, sino
escuchad la verdad de vuestro Corazón, no el de vuestra persona, sino el de la
Eternidad, lo Efímero se muere; la Eternidad se revela. Sea cual sea vuestra
edad, sean cuales sean vuestros recorridos, nutríos del Amor que sois; es el
único alimento digno e íntegro. Porque sin Amor, por el mantenimiento del miedo
al Amor, no podréis ver más que conflictos cada vez mayores y más extensos.
Entonces, en el Amor, el miedo se alejará de vosotros siempre, incluso en este
período anterior a mi Llamada.
La Vida libre,
está libre de toda forma, de todo vínculo. Sólo la co-creación y la Alegría,
están presentes. La sombra no puede existir, el sufrimiento tampoco. Todo está
creado para el Amor y en el Amor como un juego de la conciencia, pero un juego
que es Alegría, que no es, en absoluto asimilable a lo que se vive en esta
Tierra, a excepción por supuesto, si habéis encontrado ya lo que sois.
El Manto Azul de
la Gracia que vengo a depositar sobre vuestro hombros, será vuestro estandarte
de Amor y la certeza de mi Presencia, antes incluso de mi Llamada, no por
momentos, sino de forma definitiva. Recordad que no hay más barreras. Las naves
de la Confederación están presentes por todas partes en vuestros cielos,
visibles a vuestros ojos de carne, en testimonios cada vez más numerosos.
Entonces,
decidid. Decid “sí” a la Eternidad; decid “sí” a la Vida Eterna; decid “sí” a la
alegría del Amor; decid “sí” a la Vida, no a una vida amputada que se inscribe
entre un nacimiento y una muerte, sino una Vida donde cada instante es un nuevo
nacimiento y donde ninguna muerte puede existir ni ser imaginada.
En este momento, en la
nave donde estoy con mis hermanas Estrellas, ardemos de Amor por vosotros,
ardemos de Amor para que os conozcáis como sois, Nuestro Corazón danza desde el
momento en que vemos qué se despierta en la Tierra. Es realmente un
alumbramiento. Una vez pasado, generalmente la madre olvida las dificultades
del nacimiento y el niño también.
Entonces ¡sí! estáis de
parto de vosotros mismos. Entonces
¡sí! cada vez más
numerosos descubrís y vivís el Amor incondicional, al que no le concierne
ningún convenio afectivo, moral, social el que fuera, es independiente del entorno, de vuestra
riqueza o pobreza material. Esto os permite de relativizar primero y luego de
olvidar todo lo que es pasado y todo lo que muere, porque la Luz no permite
otra cosa que la Vida, y lo que muere no es nada más que la ilusión.
Muchos de entre
vosotros vuelven a vivirlo estos días, descubriendo con beatitud el Amor
incondicional. Vuestra fuerza está ahí. Es la fuerza que mueve las dimensiones,
es la fuerza que mueve todos los actos creadores.
Recuerden que no
tienen ninguna guerra que llevar, solo tenéis que ver quién sois y esto se va a
hacer cada vez más fácil. Si esto todavía os parece complicado, es simplemente
que debéis dejar las cargas, las que todavía quedan y que os impiden de ver y
de vivir. Allí donde estáis hoy es el lugar adecuado. Algunos entre vosotros
pueden aún reajustarse por cambios bruscos pero dondequiera que estéis, el Amor
os toca y el Amor os tocará, dejando arder en vosotros esta alegría inextinguible del Amor
revelado. Se reconocerá entonces, se reconoce ya. Y recuerden que los
obstáculos que todavía puedan encontrarse sobre vuestro camino no son nada.
Ellos son sólo unas oportunidades, incluso unos pretextos, para encontrarme.
Así como decía,
no vengo a pedir nada, os vengo a ofrecer el Manto Azul de la Gracia. Incluso
para los de entre vosotros que no vivieron nada de la Supra-consciencia, o de
las vibraciones, no os pido nada porque os ofrezco todo a la medida a la que os ofrecéis al
Amor.
Amar, sobre este
mundo, con este Amor incondicional, es ir bien más allá del simple juicio, es
ir mucho más allá, es sólo ver el Amor. No como aquel que no querría ver la
realidad de este mundo, sino lo que justamente, gracias a la realidad de este
mundo, sólo ve el Amor porque no hay nada más. El miedo al Amor entonces os abandonará, igualmente
que lo que todavía puedan quedar aún de vuestras costumbres, de vuestras
creencias o miedos. Veréis que no hay ninguna sombra en vosotros y recuerden
que lo que veis en el otro como sombra sólo es el reflejo de lo que sois. Viéndolo
real y concretamente, esto allí también cambiará radicalmente vuestro modo de
vivirlo.
Cada uno de
vosotros es importante hoy, cualquiera que sea vuestra ubicación, cualquiera
que sea el Amor, revelado o no. Cada uno de entre vosotros goza de un Amor igual y de una Luz igual. Los obstáculos
no son nada, el Amor lo borra todo, el Amor lo perdona todo, el Amor lo aguanta
todo. Vais a vivirlo y ya lo vivís. Y el conjunto de mis niños no lo podrán hacer de
otro modo que de estar conforme a ello, incluso si todavía existen niños
rebeldes si puedo decir, extremistas, que defenderán en cierto modo lo que ya
está caduco y muerto, pero incluso esto no es importante porque habrán vivido
lo que hay a vivir después de mi Llamada.
A muchos de entre vosotros ya os llamé hace ya
muchos años. Hoy no necesito más de llamaros, incluso si seréis llamados como
todo el mundo. Solo necesitáis de dejaros recubrir por mi Manto Azul de la
Gracia, de decir “sí” al Amor sin condición ni interrogación alguna, e
instantáneamente el Amor incondicional emergerá, porque la Luz está por todas
partes, sea lo
que sea lo que os quieran hacer creer y vivir.
Así como los
últimos intervinientes os lo dijeron
esta vez y durante estos tiempos de la Tierra, todo esto ya está en marcha.
Esperamos, nosotros como vosotros, la llegada de la señal visible por todos
antes de que me dirija a vosotros y que el conjunto de la Confederación se
presente a vosotros, inundando vuestros cielos literalmente de naves y de Luz,
mostrando la futilidad de aquellos que se oponen con unos medios irrisorios comparado a la fuerza
del Amor.
Entonces
realicemos ahora, si os apetece, aquí como cuando me leáis, un momento de oración silenciosa,
con el fin de que el Manto Azul de la Gracia se os revele como yo me revelo a
vosotros y vosotros
os
reveláis al Amor.
... Efusión …
Ahí, en el
silencio unificado de nuestros corazones, se revela el milagro del Amor. Las
doce Puertas de vuestra Jerusalén interior entonan el canto de la Liberación.
... Silencio …
Tú que me
escuchas, tú que me lees, escucha y acoge. Te ofrezco todo. Te rindo la totalidad de ti mismo.
... Silencio …
Tú que estas
aquí, conmigo, siente con tu corazón lo que eres.
... Silencio …
Y aquí, en este
instante, dondequiera que estés, estoy contigo.
... Silencio …
Deja llenarte de
Alegría, pues es
lo
que eres. Todo el resto será accesorio, en tu conciencia como en tu vida.
Te quiero y
siempre te amaré, que lo quieras o no, eso no cambiará nada porque una madre
sólo puede Amar.
... Silencio …
Vengo a
consolarte si necesitas de ser consolado, con el fin de que vacíes tus lágrimas
en mi corazón y que éstas sean secadas por el Fuego del Amor. ¿Sientes eso?
... Silencio …
Sé realmente ahora, sé realmente lo
que Eres. No hay nada en que convertirse, porque vivir esto es vivir el Todo.
... Silencio …
Mi niño, mi
amado, bendigo tu Presencia, aquí, bendigo tu Presencia que leyó y escucho y te
ofrezco el Amor que eres.
Mi niño, mi
amado, te llamo ya. Te llamo a la Vida.
Te aprieto sobre
mi corazón y en mi corazón, con el fin de aflojar los temores del miedo de este
mundo y de lo que aún puedas tener miedo.
Te bendigo
también como el Hijo
Ardiente del Sol que eres, tú, vestido de tu cuerpo de Gloria e Inmortal, te
saludo como Eternidad, como Estrella revelada, porque viene el fin de la noche.
Un alba nueva se levanta
sobre la Tierra, sobre una Tierra regenerada donde tendrás la libertad de estar
sin trabas, de ir y venir a dondequiera tú quieras y donde tu Corazón te lleve.
Entonces ¡sí! saludo tu
Luz, saludo tu bondad porque sé que mi Manto Azul sólo puede magnificar tu
bondad, tu benevolencia y tu sonrisa.
Quizás ya esté
en tu Corazón. Estaré allí de todos modos, si no es hoy será mañana. Y si no es
mañana, será a lo más tarde antes de Navidad. Lo sabrás, tu Corazón ya lo sabe,
tu cabeza lo va a entender muy rápidamente. No podrá haber la menor duda, ya no
hay más la menor duda.
Te quiero y ve
en Paz, en el amor de la Verdad y en la verdad del Amor.
Me inclino
delante tuyo.
Hasta pronto mi
niño.
... Silencio …