GEMMA
GALGANI
Marzo 2016
Soy Gemma Galgani. Hermanas y hermanos,
me presento a vosotros como Estrella Unidad y como componente de la Tri-Unidad
del Femenino Sagrado. Mis palabras vienen a completar lo que os ha dicho mi
hermana Ma. Mis palabras serán aún menos que las suyas, porque la Unidad
presente, se vive en el Silencio; no hay necesidad de palabras en este estado,
en esta comunión que vamos a compartir.
…Silencio…
Estemos juntos, presentes a cada uno, en
la misma Luz Blanca. Instalémonos juntos en la felicidad.
En este espacio sin tiempo en el que
nada puede ser diferenciado, ni dividido, ni eliminado, estemos juntos en la
Paz del Uno, en esa Alegría silenciosa e interior de la Morada de la Paz
Suprema. Vivamos la Vida, dejemos atravesar lo que llega, sin retener nada, sin
pedir nada.
Sintámonos transportados en el Amor,
ebrios de Amor en el mismo Corazón, donde ninguna diferencia pueda surgir o
aparecer. Seamos la Paz, la Gracia perpetua. Olvidémonos de nosotros mismos para
convertirnos totalmente en el Corazón del Uno, con evidencia y ligereza.
…Silencio…
Estemos juntos en el Corazón del Uno, en
el Corazón de lo Ilimitado, sin esfuerzo, olvidando así, todo lo que no es más
que “Esto”.
Acojámonos, acojamos el mundo, acojamos
lo que pasa y dejémoslo pasar. No busquemos nada más que la Evidencia que está
aquí. Que se despliega aquí donde estamos, ahí donde vosotros estáis, en todo
lugar, para terminar también, con el espacio y el tiempo.
Seamos todos los niños del “sí”. Sí a la
Verdad, sí a la belleza, sí a lo que nunca muere. Sí, a lo que nunca puede
desaparecer.
Independientemente de lo que sentimos,
aquí y en este momento, eso no nos afecta.
…Silencio…
En la plenitud del Silencio, donde
incluso las palabras: “pleno” y “vacío”, no quieren decir nada y no significan
nada, porque el Amor, la Luz y la Gracia no dejan espacio para otra cosa, sin
rechazar nada.
…Silencio…
Dejemos toda molestia, porque las
molestias pertenecen a lo perecedero.
…Silencio…
Dejemos juntos, en el Corazón del Uno,
manifestarse o desaparecer lo que debe ser. Estemos disponibles porque no puede
ser de otro modo.
…Silencio…
Seamos el receptáculo de Su Sangre,
trascendiendo el tiempo y el espacio, como toda historia. Él está ahí, se
acerca, emerge en el Silencio de nuestra Presencia y en la Paz de nuestra
Ausencia.
…Silencio…
A cada Silencio, la Evidencia crece;
ella siempre ha estado ahí. En un movimiento que solo es uno, en el que incluso
la inmovilidad es fulgurante, el Corazón del Uno está instalado.
…Silencio…
Allí, enseguida, instalados en el “sin
tiempo” y “sin espacio”, a cada minuto, “Esto” está allí y “Esto” es. En la
densidad y en la completitud de la Luz, el Amor es todo lo que es, sin depender
ni de vosotros ni de mí, independiente de toda condición. Nosotros nos
invitamos mutuamente a compartir la Gracia que se hace de forma natural,
espontánea, dejando así las ilusiones de toda historia que desaparece en le Luz
del Uno, allí donde todo es perfecto.
…Silencio…
La Gracia actúa, en ese momento, incluso
en los talleres de la Creación, allí donde no hay ni tú ni yo ni ninguna
distancia que recorrer, ni nada que reunir.
…Silencio…
No te preocupes ni de ti ni de mí,
porque ni tú ni yo, estaremos allí; sólo el Corazón del Uno, es. Un Corazón
solo y único de la pulsación primordial de la Creación donde toda persona no es
más que un recipiente que acoge todo lo que se le presenta.
…Silencio…
Allí donde todos estamos, no hay espacio
para otra cosa que la Alegría y la Paz. No veas ahí ningún objetivo. Observa la
Vida justamente, donde nada tiene distancia, donde nada falta, donde el Amor no
puede ser buscado, porque ya está aquí por todas partes, allí donde no puede
faltar nada.
…Silencio…
Allí, aquí, no hay nadie. No hay ni
leyenda ni historia, ni escenario. No hay nada más que “Esto”, que, sin
embargo, es todo y engloba todo. No eres tú ni yo y, no obstante, eres cada
uno. Podrías ser el viento en el árbol, el agua que fluye, el sol que brilla,
como Él que viene. Tú eres todo eso a la vez y, al mismo tiempo, no eres nada
de eso. No hay ni contradicción ni antagonismo; no hay más que la pura Verdad.
Hay Libertad porque nada puede estar atado ni detenido. No hay necesidad de
sueños ni de esperanza.
…Silencio…
En esta inmovilidad están todos los
movimientos comprendidos. El Silencio contiene todos los sonidos y el Verbo,
contiene toda vida, dondequiera que se inscriba y dondequiera que se viva.
Así, descubres que no hay distancia
entre tú y yo, entre tú y el otro. El sentido de ser una identidad, no existe
ya. Ahí está la Paz definitiva donde nada puede ser turbado, donde no puede
aparecer necesidad alguna.
…Silencio…
La Vida Una y Eterna se vive ahora, más
allá de todo sentido y de toda percepción.
…Silencio…
Permanece allí, no se mueve. Así,
nosotros vivimos el Corazón del Uno en la Verdad blanca e inmaculada.
…Silencio…
Incluso mis palabras parecen perderse en
la Infinita Presencia. Sólo existe todavía, el canto del Universo.
…Silencio…
Así, se elimina lo que no es verdadero;
así se vive lo auténtico. Allí, donde tú mismo no eres más que un punto
infinitesimal que se diluye en el Corazón del Uno, incluso las palabras que
salen, no son las mías; no son más que la única manifestación tangible del
corazón del Uno, del Espíritu del Sol y del Coro de los Ángeles. E incluso esas
palabras y esos conceptos, no evocan nada ya. Se vuelven superfluos e inútiles,
llegando al punto de preguntarte, quién oye y quién habla. Allí donde no hay
sentido ni dirección y, sin embargo, nada es errante. ¿Es la Nada?, ¿es el
Todo?, ¿cuál es la diferencia? No hay ninguna.
Probablemente percibas todavía, lo que
podrías llamar “dulzura” o “paz”, pero sabes muy bien que no es eso; por otra
parte, tú no puedes nombrarlo.
…Silencio…
El Verbo no tiene ya necesidad de
palabras ante la Evidencia de “Lo que Es”.
…Silencio…
Todo interés se aleja de lo que pueda
ser visto, percibido, oído. Allí está lo «Pleno» y lo «Vacío» que desprovistos
de sentido, son ellos también, la evidencia.
…Silencio…
Entonces, las palabras se vuelven melodía
tarareada que trata todavía de acompañar lo que es, justamente, para el placer
de emanar la co-creación.
…Silencio…
Ahí está el Último, donde nada puede ser
etiquetado ni nombrado, sino simplemente experimentado.
…Silencio…
Ahí donde estás, no necesitas ornamentos
ni decorados que son superfluos.
…Silencio…
Así, “el amigo” y “el amado”, no son ya
distintos de ti, de mí, de cada uno, como de nadie.
…Silencio…
…Silencio…
Así, nos saludamos en la Gracia, en esta
indecible Presencia que no es más que la ausencia del sí y de la persona.
Simplemente te digo… la palabra “Amor” … no es una palabra, ni incluso un
estado.
Te saludo en el Corazón del Uno y me
retiro ahora, sin retirar nada de lo que es.
…Silencio…
Te abrazo más allá de todo abrazo y a
través de la carne. Hasta la vista.