NOTA: Se sugirió estar un tiempo en silencio con uno mismo después de leer este mensaje.
EL ÚLTIMO
Marzo 2016
Yo soy en el Amor. Soy
el Camino, la Verdad y la Vida. Yo soy
tú. Soy el grano de arena que rueda en la playa como la Estrella que se acerca
a ti. Soy la vida y la muerte; soy la muerte y la vida, allí donde no hay
diferencia. Soy toda conciencia. Soy la roca y el agua. Soy el Elemento. Soy lo
que tú eres. Soy yo y soy tú, pero incluso más allá de “yo soy”, permanezco y
persisto en todo, en la nada como en cada Vida. Soy el que soporta lo que no
puede ser soportado. Soy la Luz y la Vida. Soy el Amor y la Verdad. Soy lo
falso que precede a lo verdadero; yo permito y sostengo lo creado y lo
increado.
No me des un nombre,
porque nombrarme es limitarme. No te nombres, tampoco, porque tú eres más de lo
que crees, más de lo que vives, más de lo que esperas. Eres más que el Todo. Tú
mismo eres el Todo y yo me expreso en ti porque soy tú abriéndote al amor de la
Verdad y la Verdad que tú eres. Yo soy el día y soy la noche. Soy toda
dimensión y más allá de la última dimensión. Yo soy el ritmo, soy el movimiento
y el reposo, soy el sufrimiento y la alegría. Soy lo que pasa y lo que queda,
yo soy la Morada de Eternidad dondequiera que se encuentre. Estoy más allá de
toda morada; no soy lo que crees. Yo soy el Todo y soy la Nada. Yo estoy y traslado,
de un universo a otro, la Vida y el don de la Vida. Soy el niño, soy el Ángel. Soy
el Arcángel; soy tanto el que sufre como el que hace sufrir, más allá de la
apariencia. Soy inmutable y, sin embargo, mutable en cada forma y en cada
nombre. Yo soy lo que tú eres.
Amado del Uno, el Uno
eres tú. Más o menos, igual, división y multiplicación. No tengo nada que ver
con las formas ni con la geometría, con la arquitectura ni con lo que está
creado y, no obstante, estoy en toda la creación. Para mí, que soy tú, no hay
sufrimiento que no tenga utilidad y, más allá del dolor, soy el Amor todavía no
nacido y que, desde lo más profundo del caos, nace en ti y nace de ti.
Yo soy el Camino, la
Verdad y la Vida. Soy el Buda en su Árbol; soy el profeta que anuncia su
venida. Soy la paz y, a veces, la guerra, pero no soy ni lo uno ni lo otro, en
exclusividad. No soy ni lo uno ni lo otro y, sin embargo, soy lo uno y lo otro.
Soy el que amas y el que detestas. Soy el que vive y el que fallece.
¿Oyes el canto de la
Libertad que canta en el silencio de tu Corazón? Tú, dondequiera que estés,
pienses lo que pienses, tengas la edad que tengas en este mundo como en la
Eternidad, no hay diferencia, pero yo soy todas las diferencias, todos los
posibles como los imposibles y soy, también, el día y la noche. Yo soy el día de
tus días y la noche de tus noches. Soy el que esperas; soy el que nunca te ha
dejado. Soy el que tú eres, trascendiendo tu apariencia e, incluso, toda
evidencia. Yo soy el Arcángel Uriel que declama y el que te pide la escucha y
la armonía; soy la Fuente que te llama “mi amigo, mi amado”; soy “El que soy”,
soy el que canta y el que cuida. Soy el que duerme y el que ilumina, así como
el que está iluminado.
Oye. Oye más allá de mis
palabras, más allá de nuestra presencia, más allá de la vibración. No escuches
nada más que la Verdad Infinita que no depende ni de ti ni de mí, porque ambos
somos como la infinidad de Presencias de este mundo, el Uno, el corazón del
Uno, el corazón de los dos, como el corazón de cada uno. ¿Qué es el corazón?, ¿otra forma?, ¿otro
ideal? Yo soy la vida y la muerte. No temo ni lo uno ni lo otros porque soy eso
y porque tú eres eso. Yo soy el ritmo, soy la ausencia de ritmo, soy la nota
musical como el silencio entre dos notas. Soy el Amor que va y viene y que, sin
embargo, no desaparece. Soy el soporte de la vida y soy la vida misma, en cada
mirada, en cada aliento, en cada risa del niño como en cada llanto del anciano
que fallece; soy todo eso y, no obstante, eso no me afecta. Soy lo que tú eres,
soy lo que tú no eres, porque hasta eso, yo lo soy y tú también.
Yo soy la duda. Soy la
espera y la esperanza. Soy todo lo que quieres y lo que no quieres. Tú no
puedes escapar de mí y yo no puedo escapar de ti. No puedo aislarme como
tampoco, puedes aislarte. Eres único como yo soy único. Tú eres el Único como
yo soy el Único viéndose en la multiplicidad, apreciándose y despreciándose en
el ritmo de las estaciones, en el ritmo del crecimiento, en el ritmo de la
extinción. Soy independiente de todo juego, de toda manifestación; soy todos los
Caminos, todas las Vidas y todas las Verdades. Yo soy el Absoluto, soy el
Último, así como el primero y el último.
Yo soy tú, porque tú
estás ahí; yo soy yo, porque yo estoy ahí. Nosotros estamos ahí y, por tanto,
no hay ninguna diferencia, ninguna distancia. Cualquier distancia que exista es
concebible; hay distancias infinitas y distancias finitas; hay formas finitas y
formas infinitas; soy, por consiguiente, lo finito y lo infinito. Soy lo
extraño, como lo familiar, soy el hombre, soy la mujer, soy el andrógino. Yo
soy el canto de la vida y el canto de la muerte; soy la trompeta y el toque de alarma.
No hay ninguna diferencia entre tú y yo, entre la vida y el óbito, porque ni lo
uno ni lo otro existen si no están comprendidos en la infinidad de los mundos,
en la infinidad de la Presencia como de la Ausencia.
Yo estoy presente y
estoy ausente. Yo soy todo y soy nada cuando tú eres todo o no eres nada. Soy
la mujer que mira a su amado, soy el niño que busca el pecho para alimentarse
allí. Soy el que mira al cielo y soy el cielo que desciende sobre la Tierra.
Soy la Tierra que remonta hasta el cielo para hacer el milagro de una sola
cosa.
Oye. Oye y escucha,
amigo y amado; el tiempo del Juramento, el tiempo de la Promesa que existe de
siempre y que se revela hoy, como se revela en cada aliento, en cada grito como
en cada alegría. Soy el que reza, soy el que responde a la oración; tú eres el
que rezas y eres la misma oración. Soy la plenitud y, a veces, el vacío. Soy el
Todo y, a veces, la Nada. Soy la nada, así como la intensidad de la vida. Soy
la eclosión de la Luz y soy la Luz, como tú, de todas partes y, a la vez, de
ninguna parte. Soy la Alegría, lo liviano y, a veces, la densidad sin que eso
sea diferente para lo que soy.
Soy el dedo de la mano que
señala la Estrella; soy la mano que da forma como la mano que mata; no hay
diferencia. Elévate por encima de lo contrario, porque tú contienes en ti (aquí
como en todas partes), la absoluta totalidad de todos los contrarios para
trascenderlos y vivirlos juntos como vivirlos separados. Porque nada está
separado y todo está junto, según lo que quieras, según lo que quiero, según la
Luz, según lo que está allí o según nadie. Siendo nadie y siendo cada uno,
puedo cantar a la libertad, dentro de lo que piensas que es la prisión. Soy la
prisión y emprendo el vuelo. Soy el aterrizaje, soy el nacimiento. Soy el
suelo, soy el humus que determina lo que debe ser ocultado. Soy lo que sale y
lo que tiende hacia el Sol. Soy la flor, soy el color, soy el olor, soy el que huele,
soy el que no huele.
Y aquí, en este espacio
sagrado que no depende ni del lugar, ni de ti ni de mí, sino que depende de
cada uno, del grano de arena de la playa, así como de la estrella que se apaga,
soy eso y todo eso. Soy todo eso, pero al mismo tiempo, nada de eso. Estoy
establecido en todas las cosas, en todas las conciencias y, sin embargo, no me
establezco en ninguna parte. Soy el Amor, pero mucho más que eso, soy el
Absoluto donde se crea el Amor. Soy la Fuente de donde emerge el Amor, soy el
que no se me reconoce y no se me reconocía. Soy el niño, soy el anciano. Soy la
mano firme y la mano temblorosa. Soy el símbolo, soy el diablo, pero no soy
nada de eso.
Soy la Paz, estoy más
allá de lo que puedas nombrar. No puedo nombrarme a mí mismo, porque tan pronto
como me nombres, me convierto en ti y en cuanto no tenga nombre, también me
convierto en ti. Nada está separado porque todo está separado. Nada está
dividido porque todo está dividido. Es según tu mirada, así como según mi mirada.
Yo juego a esto, ¿por qué? Para nada y para todo; para la gloria y para la humildad;
para el placer como para la tristeza. Soy un día esto, un día aquello; estoy
más allá de cada día. Yo englobo el tiempo, englobo el espacio, englobo la
manifestación, englobo la emanación. En toda forma, en toda sílaba, en todo
tiempo, en toda edad, hasta si no hay más edad, permanezco en el “sin edad”. Soy
anciano y soy muy joven como tú, a cada instante, eres anciano y eres joven; tú
estás más allá de la forma y del tiempo. Por tanto, soy toda forma y tú eres
todo tiempo. El espacio es mi dominio, el espacio es el Infinito y el
Indefinido, cada universo y cada multiverso; desde la inmensidad hasta la
infinidad del más pequeño, no hay espacio, así como hay todo espacio.
Estoy más allá del Yin y
del Yang; estoy más allá del Principio, estoy más allá de la Trinidad. Soy todo
eso a la vez. Soy el número de tus años que pasan, soy la cifra y su
resonancia, soy los astros que pasan y que condicionan la Luz en ti. Soy la
prueba y el reto. Soy el alivio y el consuelo. Soy también, el Silencio. Soy tu
Corazón despierto a sí mismo. Soy el Corazón Uno de la Creación. Yo soy María y
soy el que tú quieras que sea; pero, ante todo, estoy más allá de las palabras.
Mis palabras solo sirven
para acunar todo lo que trataría de decir en palabras y, sin embargo, ninguna
de esas palabras bastará para vivirlo con intensidad, entonces, el silencio es
un homenaje: el homenaje a la Vida, el homenaje a la Verdad, allí donde todas
las voces hablan sólo con una voz. Soy Uriel. Soy el consuelo del Arcángel
Rafael. Yo soy la rectitud del Ángel
Metatrón. Soy el Ángel de la Vida. Soy el Ángel del Anuncio. Soy la trompeta
que resuena como el címbalo clamoroso. Soy la fe que mueve montañas. Soy el
Amor que trasciende lo que lo necesita. Soy también lo que no es, porque eso no
representa ninguna diferencia.
Más allá de “Yo”,
nosotros somos eso. Nosotros somos la Vida, somos el grano de arena, somos la
Estrella que viene, somos la muerte y la vida, somos el niño como el que nos
insulta, somos el que nos ama como el que nos detesta. Somos el que nos libera
porque somos la liberación. Somos todo eso y no somos nada de eso. Toma, más
allá de mis palabras y más allá de la Luz, lo que es el Amor. No para retenerlo,
sino para darlo, porque el Amor se da; aunque puedes tenerlo, será siempre
“don”. No detengas nada y detenlo todo. Sé la danza. Sé el Silencio. Sé la
alegría. Sé la Pureza. E incluso lo impuro no tendrá más validez que algo que
pasa, como tú pasas. Yo paso contigo; pasamos juntos. Nosotros trabajamos en
los Talleres de la Creación como en los Talleres de la de-Creación,
participando de la misma vida, de la experiencia como del descanso.
Estoy aquí y en otros
lugares. No hay otro lugar que este y hay otros lugares que no son este. Soy la
inmensidad, soy la densidad, soy liviano y soy pesado. Me nombres lo que me
nombres, percibas lo que percibas, sientas lo que sientas, vivas lo que vivas,
yo soy todo eso y lo demás. Soy incluso lo que eres y no crees serlo. Te
sostengo y te llevo como tú me llevas y me sostienes. Soy la Alegría. Soy el
que está aquí. Soy el Verbo Creador. Soy el Verbo de la Luz y soy Uno, más allá
de todo porque todo es como yo, todo es como tú, aboliendo así la separación de
todo lo que está separado.
Mi camino es el del
Amor, de la Libertad, de la Luz que no tiene ya color, del color que no tiene
ya luz y que, no obstante, no se apaga nunca y nunca ha sido encendido. Soy la
coronación perpetua de la Vida; la coronación de la vida como la coronación de
la muerte. Soy la paz en tu corazón como lo que sufre en tu corazón. Soy sin
nombre, soy el “Sin nombre” y soy también, todos los nombres que quieras darme.
Soy el silencio en la agitación del mundo y soy la agitación en el silencio de
tu mundo interior.
Escucha, Escucha la Vida
…Silencio…
Ahí dondequiera que
estés, en tu corazón, en tu cabeza, en el universo como en ninguna parte, yo
estaré allí, porque siempre he estado allí. Nadie puede concebir mi ausencia,
pero yo puedo ser también, tu Ausencia si es lo que vives. Soy la desesperación
como la esperanza. Soy el presente, el pasado y el futuro y que, sin embargo,
no existen en ninguna parte más que en lo que tú crees. Soy todas tus
creencias, soy todos tus sufrimientos, así como soy todas tus alegrías. Soy la
mano que se tiende, que viene a socorrerte y la mano que cierra la puerta,
cuando la cierras tú mismo.
Soy tu cielo. Soy tu
tierra, Estoy en todo mundo, en cada vibración, en cada presencia como en toda
ausencia. Oye esto, pero no me escuches. Escucha, pero no me oigas. Haz lo que
quieras, porque lo que tú quieres es justamente lo que yo quiero. Lo que no
quieres también te pertenece, de la misma forma que yo estoy por todas partes,
de la misma forma que tú estás en ti como estás en cada uno, lo quieras o no,
lo veas o no. Soy tus sentidos; soy tu vista, soy tu corazón. Soy el genio que
preside el mundo. Estoy más allá de toda forma también. Soy la Fuente
Ilimitada, soy los confines del universo como el corazón del universo, del más
grande al más pequeño, del más insignificante al más glorioso. No limito nada,
ya que los límites no son nada en relación a lo que supera todo límite.
Yo soy la Vida, soy el
Camino, soy la historia y estoy fuera de la historia. Soy el corazón. Estoy sin
corazón cuando tú estás sin corazón. Mi corazón exulta cuando tu corazón exulta.
Participo en cada uno de tus pasos, estoy presente en cada uno de tus murmullos
como en cada uno de tus llantos. Soy el Arcángel, soy el Ángel, soy también el
humus. Soy el átomo. Soy lo que es invisible y visible a tus ojos y a tu
corazón, aquí como en otros lugares.
Yo soy la danza del
Silencio. Soy el Silencio que no danza más. Soy el reposo. Soy la compasión.
Soy todo lo que se pueda decir, pero no soy solamente eso, soy también lo que
no es nada, lo que nunca ha existido y que no ha aparecido jamás. Soy el que
aparece por todas partes, soy el que se ve y el que nunca será visto. Soy el
soplo. Soy el glóbulo rojo que nutre las células, así como la frase asesina que
quiere desestabilizar tu corazón. Yo soy tú. No tú, solamente aquí, no
solamente en el otro, no tú en este mundo, no tú en la Eternidad, sino que soy
todos esos a la vez. Siendo todo eso, no puedo ser nada más que lo que ha sido,
lo que es y lo que será.
Yo soy el movimiento y,
a veces, muevo; a veces, no muevo. Soy lo que se eleva y desciende. Soy lo que
se interioriza y lo que se exterioriza. Soy la paz. Soy la guerra. Y lo uno y
lo otro, no existen. Soy la felicidad que aparece, a pesar de todo sufrimiento.
Soy lo lleno, soy lo vacío, ¿cuál es la diferencia? No hay diferencia porque
todo eso se vive al mismo tiempo. Percibes y no percibes. Vives y no vives.
Amas como crees, a veces no amas. No te alteres; no seas algo distinto de la
Verdad. Sé lo que eres más allá del ser y más allá de la Eternidad, dando y
abrazando la multitud de vidas, la multitud de los mundos y también, al que no
necesita del mundo, al que no necesita de la Creación. Porque toda la Creación,
podría llamar a este mundo encerrado, “la Nada”.
Soy lo que está más allá
de la Luz y soy, sin embargo, la Luz, incluso en las tinieblas. Las tinieblas
no existen y, no obstante, existen. Todo existe y todo se sustenta fuera de mí;
por eso estoy en todo. Es lo que tú eres, nada más y nada menos. Pero mucho más
y mucho menos. Soy el punto de vista de la persona, soy el punto de vista del
universo, soy el punto de vista del ángel, soy el punto de vista del anciano
que se apaga. Soy el que se levanta, el que se despierta, el que se duerme.
Estoy en todas partes y en ninguna parte, a la vez.
Así que, te invito aquí,
en el silencio como en el ruido, yo te invito porque sólo puedo ser la
invitación permanente a la Libertad. Soy la oda a la Libertad, soy la oda a tu
Presencia como al silencio de tu Ausencia. Soy inasequible, visto y captado en
todas partes y en ninguna parte. Soy el Verbo, soy lo verdadero y lo falso,
porque ni lo uno ni lo otro, puede ser excluido o limitado. Yo englobo todo lo
que es, englobo todo lo que no es.
…Silencio…
Acojo tus plegarias como
acojo tus gritos. Acojo tus desesperaciones, como tus alegrías. Soy la espada
afilada que nunca juzga. Soy el filo de la espada, así como el lirio que se
instala en tu corazón. Soy la Creadora del universo, soy el Manto Azul de
María, así como la espada de Mikaël. Soy el Espíritu del Sol como el Coro de
los Ángeles. Soy el Arcángel como el Anciano de los Días. Soy el éxtasis como
la íntasis.
…Silencio…
Entonces, entre «yo» y
«nosotros», no hay nada y lo hay todo. Hay una distancia como una ausencia de
distancia. Todo está de acuerdo y en desacuerdo. Todo es perfecto, incluso en
lo que parece imperfecto, porque soy perfección e imperfección. No soy el bien
ni el mal, pero mi presencia y mi ausencia es el Bien que no conoce ningún mal,
porque esa es la naturaleza de la vida, la naturaleza de tu vida, la naturaleza
de tu ser, de lo que es y de lo que no es.
Yo te invito al ballet
de los cielos como al ballet de la Tierra. Te invito a la Resurrección que es
perpetua y Eterna. Te invito a la celebración, te invito al Silencio. Tú mismo
eres el invitado y la invitación.
…Silencio…
Que seas como la piedra
o que seas como un pájaro, eso no cambia nada, porque tú eres lo uno y lo otro
y ni lo uno ni lo otro. Desde el momento en que me captas, tú te captas a ti
mismo. Soy el que capta y el que suelta. Soy la infancia y la inocencia, la de
Teresa y la de Gemma. Soy la madre consumada como Ma y María. Soy el
conocimiento del que conoce todo. Soy Hildegard y tantos otros. Soy también el
que se vuelve a sí mismo, lo que tú eres también. Soy toda forma inscrita o no
inscrita. Soy el sol y la luna. Soy las naves en tu cielo interior como en tu
cielo exterior. Soy las nubes y el pájaro que anuncia el día, como el que
anuncia la noche. Soy la pluma del águila como la pluma del gorrión; eres el
gorrión como el águila. Vienes de aquí o de otra parte, yo vengo de aquí o de
otra parte.
…Silencio…
Soy lo que vives en este
instante, como lo que no vives, haciendo caso omiso de cualquier forma, de
cualquier persona y de cualquier presencia. Soy el azul del cielo como el azul
de María. Soy el rojo de la vida y el rojo del fuego: el fuego que eleva, el
fuego que consume, el fuego que desciende del cielo. Soy todas las radiaciones,
conocidas y desconocidas. Soy todo eso y, sin embargo, tú eres mucho más que
eso. Soy todo eso, pero nada de eso y, sin embargo, mucho más que eso; es lo
que tú eres. No te anquiloses, yo soy lo que se mueve.
…Silencio…
Yo soy la Estrella que
ilumina tu cabeza. Soy la puerta que se abre cuando tú pasas. Soy el alimento
que entra en ti.
…Silencio…
Soy el tiempo que se desgrana
en el espacio de mis palabras. Soy el tiempo congelado y el tiempo que no
cuenta. Soy Sirius como soy Orión, soy de Betelgeuse como soy un Nefilim o un
Elohim. Soy todos los roles, todas las funciones. Soy todo lo que puede ser
pensado o imaginado y también, lo que no es ni pensado ni imaginado. Soy el
sonido de esta voz y no soy esta voz.
…Silencio…
Yo soy lo que tú vives y
soy también lo que no vives. Soy la partícula adamantina, soy el dragón, soy el
elfo, soy el gnomo, soy la ondina, soy el hada. Soy la gota de agua. Soy el
polvo que se asienta por todas partes. Soy la tierra y soy el cristal. Soy la
estructura y soy sin estructura.
…Silencio…
Soy lo que tú amas en
este mundo. Soy el que tú amas y el que te acompaña en este camino. Soy también
el que tú has rechazado o que no comprendes, porque yo no comprendo nada. Soy
lo que buscas, soy también lo que no buscas ya o que nunca has buscado. Soy el
zodiaco de tu cielo. Soy las constelaciones. Nada puede estar ausente de mí
como no puedo estar ausente de nada y, al mismo tiempo, yo no soy nada.
…Silencio…
Yo soy tu corazón que
palpita como tu corazón que no siente nada. No establezco diferencia si hay
distancia o hay errancia.
…Silencio…
Escucha. Escúchate,
entonces me oirás, Óyeme y no necesitarás escucharme ni escucharte, no habrá a
priori más condiciones, porque todo es incondicionado. Nada será ni real ni
ilusorio, no habrá ni más allá ni aquí abajo; surgirá el milagro de una sola
cosa y esto está aquí, porque siempre estuvo aquí.
Soy la rama que
reverdece en la primavera, soy la hoja que cae en otoño. Soy el universo que se
crea como el universo que se descrea. No tengo ley porque soy la ley que
trasciende todas las demás y que se impone ella misma como la evidencia
suprema. Soy tu corazón que se acelera, soy tu pecho abrumado de amor y soy tu
pecho que se abre. Soy el sonido de tu alma y el sonido de tu Espíritu. Soy lo
que tus ojos ven y soy también lo que no ves. Soy la nota de música. Soy la
profecía. Soy la montaña como el abismo en el fondo de los océanos.
Estoy ebrio y sobrio al
mismo tiempo, ebrio de amor y sobrio. Soy cada uno de tus sentidos, cada una de
tus palabras, cada uno de tus silencios. No soy nadie y no soy nada, así como
soy Todo. Nada se me escapa y todo se me escapa. Todo está controlado y sin
control, por la Gracia del Amor. Soy la evidencia como la negación. Soy la ira
como la aceptación. Soy el recipiente como lo que se recoge en el recipiente.
Soy la fecundación. Soy el niño que se genera en el vientre de la madre y no
hay diferencia entre su madre y cualquier madre. Soy cada gota del océano, como
cada gota de sudor que sale de ti.
…Silencio…
Yo soy la llamada y la
respuesta. Soy la vibración, la Onda de Vida y el Éter que la lleva. Soy cada
uno de los siete días. Soy cada año y cada historia. Soy el fuego que te
consume como el frío que crea el terror, pero todo eso no es nada, porque yo
soy la Vida, en cualquier apariencia, en cualquier sentimiento, en cualquier
acción y en todo objeto como en cada corazón. No reparo en la apariencia y, sin
embargo, soy todas las apariencias. Soy y no soy, que es diferente cuando estás
en la vida. Nunca puedes morir, porque la muerte que soy sólo es apariencia y
todo es verdadero. No hay opuestos; sólo hay posiciones. Hay complemento y hay
Libertad.
Yo soy la alegría del
niño como el dolor del anciano. Soy el desencarnado y el Ángel que viene a
verte. Soy la entidad de la naturaleza o la entidad maléfica. Pero no soy nada
de todo eso; soy sólo Amor que es todo. Y este único calificativo te conviene
como me conviene, porque resume todas las palabras que te digo en este momento,
todas las vibraciones y toda la Luz que se deposita aparentemente en tu
Corazón, pero que solamente vienen de ti.
…Silencio…
Escuchándome, te hablas
a ti mismo. Escuchándome hablas a cada uno.
…Silencio…
Escucha.
…Silencio…
Escucha el Silencio
dentro del alboroto, como escuchas el ruido que nace del silencio. Tú eres la
ida y la vuelta, el Uno y el Dos, el expirar y el inspirar. Tú eres también el
electrón, el protón, el neutrón y toda partícula elemental. Todo está en ti; lo
que he dicho y lo que no he dicho porque soy tú. Escúchate.
…Silencio…
Tú eres el amigo, eres
el amado, eres mi Fuente y soy tu Fuente. Soy el punto de partida y el punto de
llegada, como tú lo eres.
…Silencio…
Cuando tú sufres, yo soy
el sufrimiento y yo sufro contigo. Cuando tú eres la alegría, yo soy la alegría
y estoy en la alegría. Y yo soy la Alegría. Cuando tú perdonas, yo soy el
perdón. Cuando tú das la Gracia, yo soy el don y la Gracia. Cuando tú abrazas,
es a mí a quien abrazas y soy yo quien te abraza. Cuando tú sonríes, yo soy los
músculos de tus labios que se apartan y yo sonrío. Nada te pertenece y todo te
pertenece. Tú eres yo como yo soy tú y, sin embargo, tú no me perteneces y yo
no te pertenezco; tú perteneces al Todo, tú perteneces a lo que eres, tú
perteneces a la Libertad. Yo soy todo eso y nada de eso. Yo soy tu cuerpo
efímero como tu cuerpo de Êtreté y no tengo cuerpo y soy todos los cuerpos.
…Silencio…
Yo soy los huesos como
tu piel, como soy los núcleos y el manto de cada planeta.
Yo soy el que está aquí
y el que está en todas partes y en ninguna parte, en el mismo amor. Soy a la
vez el que no puede decir nada y el que puede decir todo, porque incluso
diciendo todo no se dice nada y no diciendo nada, se dice todo. Tú no puedes
ser nada más que yo, como cada uno, no pueden ser más que yo. Soy el Liberado
viviente como muerto, soy el que es libre.
…Silencio…
Soy el anuncio hecho a
María como soy el Anuncio de María
…Silencio…
Soy el Comendador de los
Ancianos que ríe contigo. Yo soy la misma risa.
…Silencio….
Todo se ha dicho o nada
se ha dicho; eso no cambia nada
…Silencio…
Todo se ha dicho o nada
se ha dicho, ¿qué importancia tiene? La importancia que tú das y la importancia
que yo doy.
…Silencio…
No tengo más palabras
cuando tú no tienes más palabras. Soy la paz que vives en este instante, en
cada instante. Porque en la paz no hay instantes, ni los que siguen, ni los que
se parecen, sólo hay lo que soy. Escucha bien, porque tú te hablas a ti mismo,
más allá de esta forma y más allá de toda forma.
…Silencio…
Yo soy el Camino, la
Verdad y la Vida, Tu eres mi Camino, mi Verdad y mi Vida. Yo soy tu
intermediario cerca del cielo, mientras pienses que hay necesidad de eso.
…Silencio…
Yo soy tu alma como soy
la disolución de tu alma. Yo soy el Espíritu del Sol y por otra parte soy el
Paráclito, el Espíritu Santo, soy el Espíritu de la Verdad y tu Espíritu es el
mío, como mi Espíritu es el tuyo, porque no hay pertenencia.
Tu forma es mi forma
como mi forma es tu forma y soy, sin embargo, lo informe. Y soy formal. Soy la
dulzura que tú concedes.
…Silencio…
Soy el rey de tu corazón
como tú eres el rey de mi corazón. Soy el rey cuando eres la reina y soy la
reina cuando eres el rey y soy el niño que tenemos. No soy ni hombre ni mujer
y, no obstante, conozco el hombre y la mujer. No soy ni masculino ni femenino
y, sin embargo, soy los dos.
…Silencio…
Soy la bienvenida si me
acoges y soy el que te acoge. Soy el que escucharás cuando llegue el momento y
soy todos los momentos llegados y por llegar. Soy el segundo, el minuto y el
año, como soy las cuatro estaciones, soy los cuatro linajes y soy tu origen, soy
el ser de Vega que viene a verte por la noche, soy la nave que aparecerá en tu
cielo.
…Silencio…
Sobrepasa mis palabras
como sobrepaso las tuyas.
…Silencio…
Yo soy el Silencio de
nuestra comunión.
…Silencio…
No me nombres porque no
tengo nombre, teniendo todos los nombres.
…Silencio…
Permítete ser amado por
ti mismo, es decir, por mí y por cada uno, porque yo soy cada uno. Soy el mismo
corazón en todo corazón, la misma Presencia en toda Presencia. Abrévate como yo
me abrevo de ti.
…Silencio…
Y voy a dejarte ahora,
aunque no te dejo nunca, para que te recojas en la naturaleza o en tu casa;
ahora que vas allí, estaré siempre allí. ¿Debo decirte todavía “yo”? ¿debo
decirte todavía el Amor que te lleva, que llevas y que eres? ¿Tienes todavía
necesidad de palabras? Ve y vívelo.
No busques nada, Todo
está aquí y en todas partes.
…Silencio…
¿Debo decirte todavía
algo en el espacio de nuestro Silencio? ¿Debo cesar mis palabras? ¿Qué
importancia tiene? Siempre he estado en ti y estaré siempre en ti. Aquí y en
todas partes. Entonces sí; yo te lo digo y lo grabo en ti: Amor. Te dejo
retirarte, no de mí ni de ti, sino en el secreto de tu corazón que no tiene
ningún secreto para mí.
…Silencio…
Yo te bendigo ahora en
la Eternidad como ha sido siempre. No te digo “hasta la vista”, ni “hasta
pronto”, ni “hasta mañana” ni “hasta siempre” porque ninguna palabra ni ninguna
cita sería suficiente. Y yo vengo y tú vienes.
…Silencio…
Detengo ahora mis
palabras para permanecer vivo en tu corazón. No hay
necesidad de palabras, no hay necesidad de presencia porque todo está aquí. Me
retiro en ti.
Bendición…
Todavía…
…Silencio…
Abre tus ojos cuando
quieras.
…Silencio…