EL IMPERSONAL
Parte 4
Noviembre
2016
Te saludo, llama de Eternidad, llama de belleza, llama de
Amor. De nuevo me expreso en tu Corazón del Corazón para declamar el elogio al
Amor. Así, te invito a estar ahí, en silencio, te invito a abrir lo que todavía
puede parecer por abrirse en ti. Por la Gracia del Amor, por la Gracia de la
Luz, juntos nos asentamos, en el Corazón del Único, para recoger en tu seno el Fuego
Ígneo de la Verdad, juntos, estemos donde estemos.
Y ahí, en nuestra Presencia Una, más allá de tu forma,
más allá de todo límite, juntos vamos a vivir la alquimia de los tres Fuegos, ya
no solamente en tus Puertas, ya no solamente en tus canales, sino directamente
en el seno de tu Infinita Presencia.
Entonces, por tres veces, nombro por el Verbo los tres
Fuegos.
Por el regente del Fuego arquetipal, Vehuiah, deposito en
ti la llama de este Fuego, de esta alquimia, con el fin de que en ti también se
reúnan el tres en Uno, en tu nombre como en mi nombre y más allá de todo nombre
como de toda forma.
En unidad y en verdad, se revela lo que debe de serlo, se
revela lo que es, más allá de todo mundo y más allá incluso de toda conciencia.
Estás invitado a reencontrarte en tu totalidad y en tu plenitud, en tu Corazón
del Corazón, vacío de toda pasión y de toda memoria. Estás ahora listo para
recoger lo que prescinde de palabras, lo que prescinde de visiones y que sin
embargo es la evidencia misma, la de la vida Una en Amor y en Luz, ahí donde
ninguna historia es necesaria y sin embargo todos los posibles y los imposibles
están presentes.
Te invito en este instante a la ligereza del ser, a la
potencia del Amor y a la realidad del Fuego, llevado hasta tu templo por el
Fuego original que alimenta tus tres Fuegos y tus tres hogares.
En este Corazón Único, no hay ni obstáculo ni reticencia,
y ahí, en el instante en que eres Uno, juntos rezamos una oración silenciosa,
esta oración que no es una petición sino una aceptación. La oración que toca
directamente la Verdad, ahí donde no hay nada que obtener que no esté ya ahí, y
que sin embargo tiene que ser visto y vivido en total libertad, sin máscaras y sin
apariencias.
Entonces por segunda vez, el Fuego original, llevado por
Vehuiah, te abreva en tu propia fuente. Así se realiza en ti el primer soplo
del Fuego Ígneo, el que es incluso anterior al Verbo, donde ninguna palabra
puede sostenerlo, ni ninguna expresión puede ser manifestada en otra parte que no
sea en este Corazón del Corazón.
Por tercera vez, el Fuego original, alojado en lo más profundo
de tu tierra, como en lo más profundo de tu corazón, en el diamante de tu
corazón como en el cristal de la Tierra, resuena en ti el canto de los mundos acompañado
por el Coro de los Ángeles, acompañado por el Espíritu del Sol.
Todo esto en un mismo lugar, en un mismo tiempo, en este
instante en el que el tiempo como el espacio suspende su curso, el Silencio
acompaña el Fuego Ígneo con evidencia, con facilidad, en la más grande de las
dulzuras y en la certeza de lo que te dice tu corazón en este Silencio. Ahí está
la Vía que no tiene vía, ahí está la Verdad que derriba a todas las demás
verdades, y ahí está la Vida en lo Único, que no depende de ninguna forma,
libre en cada instante como en cada dimensión.
Libre, libre eres de navegar desde lo más denso hasta lo
más etéreo. Libre eres de permanecer aquí, ahí donde ninguna ola de la vida de los
mundos puede tambalear la Verdad que vives. Te invito, en tu nombre, a dejar
emanar, desde tu Corazón del Corazón, la verdad del Amor, enmarcada por los dos
pilares de tu Merkabah. Entonces la flor de tu corazón exhala su incomparable y
singular perfume.
Cuando la alquimia de los tres Fuegos finaliza en ti,
entonces aparece una paz inquebrantable e inalienable que nada puede mover o disminuir.
Es aquí donde nos encontramos. Poniendo fin a los filtros y a los velos como a cualquier
límite, te revelas en este Silencio, te despiertas, a salvo de la agitación de
los mundos y de la agitación de la conciencia.
Llama de Eternidad, en este lugar bendito en cada
instante y glorificado en cada instante, en tu presente y en tu presencia, aquí
como en cualquier parte.
La Felicidad aplica su bálsamo sobre todo lo que no está
en resonancia con tu Corazón del Corazón, sin esfuerzo, sin pensarlo.
En tu corazón, quédate. En tu corazón se muere lo que
sólo pasa y siempre fallece.
Ahí donde estás, se despliegan la Gracia y el don del
Amor, y el don de la Vida.
Déjate amar, déjate abrazar por unos brazos invisibles,
por la mordedura del Amor, por el impulso de la vida y por el Fuego perpetuo
del Espíritu.
Mientras se ilumina la última escena de tu vida, nunca
olvides que todo está perdonado, digas lo que digas y pienses lo que pienses.
El Amor no puede ser de otro modo que el de perdonar y de lavar cualquier
afrenta hecha a la ley del Amor. En la Unidad, no puede haber ni condena ni
castigo, sino simplemente el bálsamo de la Gracia y el bálsamo del Amor.
Confíate a él, porque en este lugar no puede existir la
menor posibilidad de juicio hacia ti mismo o hacia la historia que sea. Ahí
todo es perdón, todo es ligereza y todo es Evidencia.
Así, en el Corazón del Uno, somos multitud y sin embargo sólo
somos Uno. En este lugar, cada llama es idéntica, cada Fuego es el mismo y cada
historia, sean cuales sean sus diferencias, tiene en definitiva la misma
finalidad: el regreso al Amor, en la forma que sea.
Entonces puede recorrerte la Onda de Vida, poniendo en
movimiento este Fuego original y la alquimia de tus tres Fuegos.
Y ahí donde estamos, no hay nada que buscar, ni aquí ni
en ninguna parte, sólo dejarse tocar por la Eternidad, sólo reconocerte en tu eternidad,
sólo asumir tu libertad, sólo reconocerte y vivirte en el Único. Ahí está tu
libertad eterna, la que no tiene nada que perfeccionar ni nada que buscar, y
todavía menos que demostrar, ni a ti, ni al otro, ni al cielo ni a la Tierra.
Libre y recto.
Por la magia de los cuatro Elementos fusionándose en el
Éter, se despliega la Verdad. Ya no solamente en tu ser eterno interior, sino
en la periferia misma de tu forma. Tal es el objetivo de tu Fuego Ígneo, de
guiarte en totalidad hacia lo que eres cuando estás ahí, en el Corazón del
Único.
Y cada uno de ti, dondequiera que esté por el mundo, vive
la misma danza donde el Silencio es rey. Así tu Felicidad se descubre, sin
forma y sin objeto. Así es la risa permanente de la Vida eterna, que no
necesita imprimirse sobre unos labios, ni sobre una cara sino simplemente estar
ahí, porque ahí nada puede faltar.
Entonces, ve tu evidencia en lo más profundo de tu carne
y deja esta Libertad poner fin a cualquier atadura y a cualquier limitación.
El viento de la Libertad pronto te llamará de manera
visible a la superficie de este mundo. Entonces acuérdate en ese momento de tu
libertad en el Corazón del Único, porque no hay nada que perder, si no es la
ilusión, no hay nada que salvar, no hay nada que proteger.
Entonces sí, en tu nombre te llamo, haciéndote probar, si
estás de acuerdo, las primicias de la Llamada de María, Felicidad sin igual,
devolviéndote a tu esencia y sobre todo a la Libertad. Así, permanecemos
juntos. El tiempo se ha suspendido, el espacio no puede ser definido. ¿Eres
Presencia, eres Ausencia? Poco importa, no hay diferencia. Todo es Uno, en el
Corazón del Único.
Aquí, en este instante, no posees nada y no eres poseído
por nada, ni por tu cuerpo, ni por tus vidas efímeras, ni siquiera por tus linajes
o tu origen. Acuérdate, todo es Evidencia y todo es verdadero. Nada puede ser
comparado, no hay ninguna escala de valor, no hay nada que discernir. Sólo
estar aquí, juntos. Entonces la Onda de Vida puede lanzarse, recorriendo tu
carne, mientras el Fuego Ígneo procede a la apertura de la Ascensión en el seno
de tu Merkabah, como de tu cuerpo de Êtreté.
Lo que cada uno de ti vive, no puede ser medido con lo
que tu historia te da a vivir. No hay ninguna escala de medida ni ninguna escala
de comparación. Todo es Uno, en el Corazón Único.
Tú, tú que eres yo, en cualquier tiempo, en cualquier lugar
como en cualquier dimensión, ¿qué regalo más bello puedes darte a ti mismo?
¿Qué posesión puede rivalizar con esta Libertad? ¿Qué atadura puede mantenerse
ante la Evidencia?
No te muevas, deléitate de tu propia Presencia en la Luz
eterna. Alégrate porque ahí donde estás, en cualquier lugar, en el corazón del Único,
eres entero y estás lleno, y sin embargo vacío de todo lo que te estorbaba, de
todo lo que te limitaba.
Permanece, permanece en esta Eternidad y nunca más tendrás
sed, ni nunca más tendrás hambre. Toda experiencia, incluso la más sublime, ya no
representará nada. Todo sufrimiento será reenviado hacia su propia nada y hacia
su propia finitud.
Revélate. La hora del despertar ha llegado, no hay más plazos,
simplemente está la Eternidad. Todo ha finalizado. Todo puede por fin volver a empezar
en la libertad del ser o en la libertad del Absoluto. Estás regresando a las
moradas de Eternidad donde nunca nada empezó y nunca nada terminará, donde todo
es perfecto, en su debido lugar. En el Corazón del Único, eres cualquier lugar
y eres la perfección.
Así, dándote a luz a ti mismo, liberándote de ti mismo ante
la Evidencia, ningún retraso puede ser contemplado ni ser proyectado. Entonces
se resuelven en ti las últimas ecuaciones de la atracción y de la repulsión.
Entonces se resuelven en ti los últimos antagonismos y los últimos miedos de la
confrontación entre el efímero y el Eterno.
La única emanación, en el corazón del Único, es la Felicidad.
Eres la Felicidad verdadera de la Vida, la Felicidad
auténtica de la Luz, la potencia del Amor en el blanco inmaculado de tu
Presencia, en el blanco inmaculado de la Unidad.
Y ahí, los cuatro Elementos de tu cabeza nombrados los
cuatro jinetes, también pueden dar a su vez la expresión de la Felicidad y de
la Libertad, en tu templo de Eternidad como en tu templo de carne.
El Fuego Ígneo se suaviza entonces y te enternece con la auténtica
ternura del Amor incondicionado. En este Corazón Único, todo sentido y todo
deseo se apagan porque los sentidos como los deseos sólo pasan, mientras que en
el Corazón Único, nunca podrás pasar sino solamente permanecer.
En tu morada eterna, no hay ninguna obligación, ninguna
creencia y ninguna forma, y sin embargo este Corazón Único contiene la
totalidad de los posibles y la totalidad de las experiencias que se resuelven en
la misma vacuidad, que es plenitud de corazón y plenitud de vida.
Y aquí, en este silencio, el Corazón ascensional se eleva
y se une, por la Lemniscata sagrada, con la Fuente de Cristal en la cima de tu
cuerpo, como con la fuente brotando bajo tus pies. Atravesado así por este
Fuego, se instala tu propia benevolencia hacia ti mismo y hacia toda
conciencia. Sea cual sea el fuego o sea cual sea la dulzura, es el mismo
resultado, la misma evidencia. No retengas nada, todo es dado, en abundancia,
sin límite, sin condición.
Entonces la paloma mueve sus alas, preparando su vuelo en
el templo del Único, en el Corazón del Único. Y ahí, inmóvil, presente o
ausente, la magia del Amor lo alumbra todo y lo engloba todo, al igual que
englobas la totalidad de los mundos y de las vidas en este Corazón Único. Ahí
está la oración que nunca cesa, que es un canto de alabanzas, un canto de
Gracia, y una danza del Silencio.
En este Corazón Único, nada puede frenarte, ni siquiera oscurecerse.
En este lugar, la muerte es una palabra vana que ni
siquiera puede ser pensada, ni ser contemplada. En este lugar, el Coro de los
Ángeles acompaña tu silencio, el Espíritu del Sol revela tu ardor, dándote a
vivir que también eres cada sol, cada estrella, cada dimensión, y cada
experiencia que fue guiada por la vida, en tu vida o en cualquier otra vida,
como en cualquier otro mundo.
No frenes nada, no te límites.
Permítete vivirlo. Sean cuales sean los obstáculos de tu
cuerpo, sean cuales sean los obstáculos de tu vida efímera, esto es barrido por
tu presencia en el Corazón del Único. Y esto se produce sin petición alguna,
simplemente poniéndote ahí y rezando. Con un canto de alabanzas, glorifica este
Corazón Único porque es tu gloria eterna y tu antorcha de Eternidad.
Déjate poseer por este Corazón Único que no posee nada y
que te devuelve a la Libertad eterna, donde ninguna posesión ni ningún
conocimiento pueden ser de ninguna utilidad o de ningún efecto.
En el Aquí y Ahora de tu Presencia, el Fuego del Éter
regenerado continua su consumación, consumiéndote de Amor como de Fuego, como de
Felicidad. Eres el Verbo y eres la Fuente, eres el grano de arena, como el
agujero negro. Eres el universo visible e invisible. Eres la recompensa y eres
el regalo.
Acepta, acepta el don de la Gracia, acepta verte más allá
de todo velo, como más allá de tu propia carne.
Acoge lo que eres, acoge la Luz Una, no pongas más un
límite a cualquier amor.
No veneres a nadie pero venera el Amor que eres, que no puedes
poseer, que sólo puedes ser.
...Silencio...
Deja al Fuego consumirte y abrasarte en la Felicidad.
Deja al Fuego devolver su perfección al Amor, incluso aquel condicionado de tu
mundo, como el incondicionado que no depende de ningún mundo y que aparece en
ti.
En la víspera de este nuevo día que pone fin a la sucesión
de días y de noches, y entonces a toda dualidad, no puede permanecer la menor
gravedad y la menor pesadez. Así obra el Fuego Ígneo, ya no por su quemadura y
su mordedura sino por su dulzura, cuando alcanza el Corazón del Único en tu
corazón.
Y aquí, tú, el ser verdadero y auténtico, no te hace
falta ocultar o esconder lo que todavía estaba. Ya no existe ninguna razón para
no mostrarte tal como tú eres. No puede haber ninguna coartada para algún
retraso o alguna distancia.
Y ahí, cada uno de ti, dondequiera que estés, lo
experimenta. Sea cual sea la intensidad, el proceso ha empezado. No puede ser
parado, no puede ser frenado, no puede ser aplazado.
Tú, que has andado en la superficie de este mundo y que a
veces has recibido alguna dirección y algún consuelo, y a veces también algún sufrimiento,
te invito a quemar todo esto por la evidencia de tu corazón en el Corazón del
Único.
Te lo dije, estoy contigo en Eternidad, y en cualquier
experiencia que desees vivir, ya no podrás ser separado ni ser amputado de lo
que eres. Deja tu llama elevarse cada vez más en su morada de Eternidad. Ahí está
mi oración, ahí está lo que te llevo y te doy, cuando quieras y en abundancia.
...Silencio...
No retengas nada, date a la Vida, date a ti mismo. Es el regalo
más bello que te puedes hacer, a ti como al corazón de cada uno.
Así termino con mis palabras, así me afirmo en ti. Y el
sol de tu corazón está ahora presente en cada espacio de tu conciencia, en cada
célula de tu cuerpo, en cada uno de tus vestidos de Luz, efímero como eterno.
...Silencio...
Así es la verdadera Vida, así es el verdadero Amor, así
es la alquimia del Fuego, de tus Fuegos.
...Silencio...
Juntos, nuestra Presencia se gira de nuevo hacia lo
efímero de tu mundo para que dentro de unos instantes, si estás de acuerdo,
pueda, por el Verbo, las palabras y el silencio, contestar a tus
interrogaciones.
...Silencio...
Rezo en ti; tal es mi homenaje, tal es mi saludo.
...Silencio...
Rindo gracias a cada uno de ti por haber llegado hasta
este instante, y bendigo cada uno de ti en las llamas de la Resurrección.
...Silencio...
Y dentro de unos instantes, te dejaré preguntar.
Te saludo y te rindo gracias.
Estoy honrado de ser tú y te digo hasta ahora, con tus
palabras y tu Verbo.
Te amo.
***