EL IMPERSONAL
Parte 3
Octubre 2016
Ahí estoy
nuevamente en ese lugar donde el Fuego Ígneo prevalece, ahí donde la Gracia del
Amor es inalterable e inquebrantable. Amigo, hermano, recibámonos. Fusionemos.
Más allá de cada uno, tu llama que jamás puede apagarse te abraza otra vez. Entonces
escúchame, así te oirás, fuere cual
fuere la agitación en tu mundo pues - al permanecer en el seno de esta
morada que es tuya de toda eternidad - te mantienes inquebrantable e
inalienable.
Así, el Fuego Ígneo prosigue su obra pues, como ya dije, todo ha sido
cumplido en tu eternidad. Falta simplemente clausurar la escena final en que
cada cual, frente a sí mismo, ha de reconocerse en toda circunstancia en lo que
es, más allá de cualquier rol y de cualquier acontecimiento sucediendo en tu
efímero.
Estás en el lugar que te corresponde, el único valedero pues nunca varía.
Fuere cual fuere el juego que quizás desees seguir jugando, seguirá siendo
válida una sola regla, una sola ley, que es la ley del Amor y la ley de la
Libertad, la que no requiere de prohibiciones ni de restricciones en absoluto.
Haz una pausa nuevamente y oye el chirrido del Fuego que no es sino el Coro
de los Ángeles y el canto de la Vida que cantan en ti y en este mundo ahora,
lanzando al aire el toque de alarma final de lo efímero y el ángelus de la
Eternidad.
Deja que las Trompetas sacudan y derriben los muros de la razón de este
mundo que no son sino pretextos engañosos resultantes del encierro.
Mantente libre en tu llama, fuere lo que fuere lo que vayas a encontrar,
fuere lo que fuere lo que acontezca en la escena final de este mundo.
Deja que la alegría de tu corazón suplante el rencor, poniendo fin así a
los lamentos fueren cuales fueren y a las necesidades, fuesen cuales fuesen.
Y ahí, en este lugar que es tuyo, has sido llamado ya de toda eternidad,
aunque no hubieses oído tu nombre. Él queda grabado en el Libro de Vida que no
es el libro de este mundo. Todo es perfecto pues
todo ha sido cumplido.
… Silencio…
Tu cuerpo, colocado en este mundo, reconoce la llamada del Corazón, el
canto de la Libertad, la llama de la
Eternidad.
… Silencio…
Tú que eres lo que eres, tú que eres quien fue y quien será, si necesitas
todavía conjugar con tres tiempos el tiempo de tu Presencia, pasado, presente y
futuro – según los conceptos de tu mundo – te han dado hora y esa hora es ahora.
… Silencio…
Date cuenta de la evidencia de lo que vives y de la primacía de esto por lo
que te da para vivir este mundo todavía. Eres la Vida y no simplemente la vida
en este mundo. Eres la Verdad que no conoce la materia, fueren cuales fueren
las leyes de este mundo y la densidad de este mundo. Eres el Camino que has
recorrido, tal vez todos los caminos de este mundo, los que jamás fueron el
Camino. Date cuenta de que nadie te pedirá
rendir cuentas. Cuentas no debes
rendir a ninguna autoridad que no sea la Vida que tú eres.
… Silencio…
Deja esta evidencia consumirte por completo a fin de que ningún ímpetu de
tu corazón esté refrenado ni ensombrecido.
Mi Verbo no hace sino seguir la intensidad de tu Fuego dando el ritmo y el
compás, ahí donde no hay necesidad de nadie pues no hay nadie, solamente está
la Vida que canta y baila en su inmutabilidad, en su no permanencia y en su
permanencia.
Lo sutil se torna densidad en ti mientras la dureza aparente de este mundo
no puede subsistir más en ningún recoveco de tu ser. Tu cuerpo de Gloria ha
despertado, tu cuerpo de Gloria ha ascendido a las moradas de la Libertad. Solamente
quedan fragmentos del encierro, fragmentos de los sufrimientos pasados que
están consumiéndose, ellos también, en este preciso momento, por el canto del
despertar. Escucha y oye lo que te dice el Fuego Ígneo. Reconócelo y despósalo,
fusiona con él en la libertad absoluta pues ahí, en ese lugar, nada puede
constreñirte, ningún deseo puede ser proyectado pues todo es presente.
En ese lugar de donde me escuchas y me oyes, sólo puedo decirte: sí, has
despertado. Ningún adormecimiento podrá hacerte olvidar lo que eres, ninguna
herida puede disfrazar esta verdad, ningún dilema puede siquiera ser pensado o
evocado.
En este Fuego Ígneo está el « sí » a la Vida eterna. Entonces
¿Quieres ser libre? ¿Qué puedes perder fuera de los sufrimientos y la densidad?
¿Qué perfección persigues tú que naciste perfecto más allá de ese cuerpo ya que
nunca naciste y nunca moriste?
Escucha y oye el Fuego Ígneo de tu corazón, escucha y oye el canto de la
Vida y el canto del Silencio,
acompasados por el Verbo y por tu aliento.
Respira en libertad. Fueren cuales fueren los años de tu cuerpo, fuere cual
fuere la cuenta de tus vidas en el seno del encierro, no quedará marca alguna
ni pesar tampoco pues el Fuego Ígneo los consume también.
Entonces nuevamente descansa en tu llama, tú que estás en adelante colmado
con Amor y con Gracia, en la plenitud del corazón, donde el Corazón del Corazón
está presente en cada punto de tu Presencia en este mundo, en cada lugar de tu
cuerpo.
Reúnete contigo. No te separes de ti nunca más.
Diga lo que diga la voz de tu mente, digan lo que digan las memorias de tus
sufrimientos, quedarán consumidas en este lugar.
Compartamos nuestro
Fuego pues es el mismo en cada uno. No marca diferencia alguna. No coloca
barrera ni límite alguno. Tú que eres infinito e indefinido, tú que eres el Alfa y el Omega – y mucho
más que eso – has despertado. Puede ser que tu corazón haya despertado de un
largo descanso, de un largo sentimiento de ausencia o de carencia, puede ser que
hayas captado ya lo que eres, no importa. No queda distancia alguna ni
diferencia alguna en cada uno de nosotros.
… Silencio…
Mientras en la algarabía del mundo se cumplen las visiones de los profetas,
nada te atañe. En el Fuego Ígneo, ahí está tu lugar. En este Fuego de Verdad todo se esclarece, al mismo
tiempo que todo desaparece de lo que has conocido en este mundo y en los juegos
que has jugado, dejando el Amor al desnudo, ese Amor que lo es todo. No es
pasado ni futuro, es aquí y ahora en ese lugar donde estás, en ese lugar donde
me oyes, en ese lugar donde me lees.
… Silencio…
En el Fuego Ígneo
ningún enlace puede resistir y ninguna traba puede subsistir ni manifestarse. E incluso en mi Verbo ¿qué puedes identificar todavía
que no sea el Verbo de Amor? No soy nadie pero soy tú – que eres también nadie.
Sólo permanece la llama del corazón. Todo lo demás no es sino juego y
Libertad.
Descansa ahora en este Fuego Ígneo, sin importar lo que te queda todavía
por recorrer, por descubrir o por concientizar. Sin importar lo que te
corresponda atravesar, mantén este Fuego pues él es el agente operador y
transmisor, es el catalizador del Amor, es el Fuego del Sol, aquél que te
devuelve tu ardor y tu pureza.
En esta llama ninguna identificación puede mantenerse o resistir porque el
Gozo se lo lleva todo y lo consume todo. Eres tú mismo
bendición.
Entonces, en ese
lugar, te das el Fuego, no aquel de la espera o de la esperanza sino aquel del
instante, instante de verdad que no puede ser detenido ni siquiera frenado.
… Silencio…
Oye tu Verbo que no requiere ni de cronología, ni de circunstancias, ni de
causalidad.
… Silencio…
El perfume de este Fuego es la rosa mística del Amor, con mil olores, con
mil delicias, que no puede asemejarse a ninguna de las delicias de este mundo.
Estás despierto, arropado en la túnica de Gloria, oyes la llamada de la
Eternidad, que te conduce al mismo corazón del Amor.
… Silencio…
Recojámonos, todos unidos y libres, en cada lugar donde estás, dejando que este
Fuego queme más y más los subterfugios de este mundo.
… Silencio…
Tú que fuiste marcado, quizás desde hace años, en la frente y en el
corazón, tú que eres el elegido ante todo de tu propio corazón, el Amor te habla,
el Fuego vibra.
… Silencio…
Las estructuras de tu Ascensión queman, ellas también, sin consumirse pero
iluminándose por sí mismas.
Unos campos áuricos de un blanco virginal te rodean en adelante. Tu vehículo de Luz está disponible.
Ahí donde circulan la Luz y su Inteligencia no te corresponde dudar, ni
siquiera elegir. Te corresponde dejar que se haga lo que debe hacerse. No debes
pedir ni solicitar nada sino simplemente orientar, sin voluntad alguna, lo que
acontece en ti.
… Silencio…
Ya estás libre, antes siquiera de la libertad efectiva de este mundo. Ya
estás vertical sin que nunca más yugo alguno vuelva a constreñirte.
… Silencio…
En lo que acabo de declamar ante tu corazón puede ser que subsistan
residuos o restos de lo que pasó y está muerto. El Fuego Ígneo los consumirá del
mismo modo en este mismo instante, o en cada instante según el ritmo de este
mundo, tan pronto como sigas el ritmo de tu corazón.
… Silencio…
Deja que la llama de tu corazón queme y consuma también todo cuanto está en
la superficie de este mundo. Eso no requiere
esfuerzo ni siquiera energía. Solamente se necesita permanecer en ese lugar.
… Silencio…
Entonces comulguemos juntos en la Nueva Eucaristía y según las dos especies
nuevas: el Fuego Ígneo y el Amor Uno. Acción de Gracia
permanente.
Entonces te digo: ve en paz pues te doy mi paz en la medida en que te la
otorgas a ti mismo.
Jamás hubo falta ni error. Solamente
te olvidaste e – incluso en eso – no hay responsabilidad ni culpa de tu parte. No mires más lo que está muerto o está por morir pues eso es efímero. Mira
el instante en este lugar. Mira el instante presente. Es tu única referencia,
tu única marca.
… Silencio…
Mi Verbo se hace a un lado mientras el tuyo ocupa todo el espacio.
… Silencio…
Ámame con tu Llama Ígnea.
Nada te pido. Sólo eso.
… Silencio…
Te doy mi paz, te doy mi Fuego.
Hasta pronto para las preguntas relativas a lo que vivimos en ese lugar.
Te doy el Gozo, en nombre de la Verdad y en nombre del Amor. Bendito eres,
tú el re-nacido de nuevo.
Descansa. Tus ojos se han abierto. Tu corazón es un flujo radiante
permanente, si así lo deseas, si así lo mantienes.
Te saludo en Cristo, te saludo en el Espíritu del Sol y el Coro de los Ángeles.
… Silencio…
Hasta luego.