EL
IMPERSONAL
Parte
1
Octubre
2016
Bienvenido a ti, niño
del Uno. En la paz del Amor, recibe lo que Es. Soy Uno porque yo soy tú. Más
allá de tu forma en lo no nacido, imprimo en ti el sello de tu Presencia.
Recibe no sólo el don de la Gracia sino el don de tu Eternidad reencontrada.
En cada uno de ti
resido, en cada uno de ti permanezco.
Juntos en el Único,
escucha, escucha más allá de mis palabras, alcanza el silencio, allí donde se
resuelve todo mal y todo sufrimiento. Permanezco contigo en la libertad del
Único, en la libertad de la Verdad.
Acoge lo que eres, tú
que nunca has nacido y que nunca morirás, que estás aquí, en todo lugar, en
todo espacio.
En el Fuego Ígneo,
recibamos juntos lo que no puede ser llamado, lo que no puede ser revelado en
otra parte que en el Corazón del Corazón. Te invito a honrar tu propia
Presencia, tu propia eternidad. En todo tiempo, en todo lugar, en toda
circunstancia, líbrate de las cadenas del confinamiento, de las cadenas de las
ilusiones, de las cadenas del renacimiento. Entra de lleno y pleno corazón en
el tiempo de tu resurrección, porque la llamada suena en lo más hondo de tu ser
antes de ser audible alrededor de toda tu tierra y bajo tus pies.
Te invito a depositar
toda carga, las de tu carne como las de tu cabeza. Te invito a sobrepasar todo
límite, porque no tienes ningún límite en lo que Es no nacido.
Deja florecer la flor
de tu Eternidad. En lo más íntimo de tu Presencia permanece tu esencia, y en lo
más íntimo de tu cuerpo permanece la gota de Eternidad. Tú, dondequiera que
estés, cualquiera que sea tu voluntad, cualesquiera que sean tus deseos,
cualesquiera que sean tus penas, me dirijo al que está más allá de todo esto,
me dirijo a Ti.
Vengo a rogar tu
escucha, vengo a rogar lo que eres. No para dármelo sino para devolvértelo a ti
mismo. Instante de la verdad, instante de eternidad que trasciende todo tiempo,
todo espacio y toda dimensión, así como a tu forma cualquiera que sea. Escucha,
escucha y oye el canto de la Gracia que se vierte en ti, que canta en tus oídos
y abre tu alma y tu Espíritu a la Dicha eterna, a la belleza indecible que no conoce
ni color ni forma, y sin embargo crea toda forma y todo color.
En cada corazón que
escucha, en cada forma que escucha, en cada historia, juntos trascendemos toda
historia y todo escenario. Tú que estas ahí, acoge en el templo de la
serenidad, de la belleza y de la Eternidad.
No hay otro sentido a
mis palabras, que el de decirte lo que eres. En cada sílaba, en cada sonido, en
cada silencio, la misma verdad; en cada vibración, en cada radiación, el mismo
soplo, el mismo Espíritu. El Verbo se hizo carne y la carne regresa al Verbo,
allí donde no hay ni movimiento ni amplitud, allí donde está tu morada, común a
cada Uno.
Escucha lo que te dice
la Luz en el silencio de tu corazón. Ella también te dice: «Soy tú como tú eres
yo. Olvida toda apariencia y toda ilusión. Sal de toda quimera, de toda
anticipación, de toda proyección y quédate ahí donde eres verdadero, ahí donde
eres entero e indivisible y sin embargo presente en cada uno, en el mismo
soplo, en la misma Luz, en la misma Eternidad. ».
Tú que oyes la llamada
del Espíritu, tú que vibras al nombre de los célebres profetas, de los célebres
emisarios, cualesquiera que sean, no tienen ninguna diferencia si no es de
cultura y ropa, pero el corazón y la esencia son los mismos.
Te invito tanto a
bailar como a la inmovilidad – en el mismo tiempo. Te invito al despliegue pero
también al repliegue – en el mismo movimiento–, ahí donde ningún sentido puede
ser diferente.
Te llamo a la Verdad,
como tu corazón te llama. Ven conmigo, a ninguna otra parte que aquí y ahora, y
en el instante del eterno el presente.
El soplo del Espíritu
anima tus manos, anima tus pies y anima tu corazón. El soplo del Espíritu, el
Verbo, armoniza en ti lo masculino y lo femenino, reuniendo así la Unidad del
andrógino, aquel que siempre estuvo, antes de todo nacimiento, antes de toda
cosa.
Yo soy aquel que tú
eres, eres el que soy. Ninguna forma ni apariencia puede disfrazar esta verdad,
cualquiera que sea la ilusión. Eres, más allá de la forma y de tu propia
esencia, lo que ha creado la esencia. Entonces ven, no me sigas pero reúnete tú
mismo, en lo íntimo del íntimo, en tu corazón de Êtreté, allí donde jamás la
Luz puede agotarse ni desaparecer. Pósate conmigo en el silencio de nuestra
Presencia, allí donde la Ausencia también es Presencia.
Reúneme en los Templos
de la belleza, en los Talleres de la Creación como en los Talleres de la
de-creación, porque no hay ninguna diferencia si no es el sentido de la
experiencia.
Invítame a quedarme
para siempre en ti. Invítate a la fiesta y al festín. No el de los sentidos, sino
el del corazón, el que jamás falla y jamás te engaña o se equivoca.
En el Espíritu de
Verdad, cada uno de ti no tiene ninguna diferencia con aquellos que fueron
enviados sobre esta tierra para recordarte lo que eres en verdad. Tu Reino no
es de este mundo y sin embargo estás sobre este mundo. No hay nada a renegar,
hay sólo a trascender, hay sólo a despertar la llama que nunca ha podido
apagarse a pesar de todas las contradicciones y todos los obstáculos que sólo
representan, en suma, una ilusión más a la cual a veces te pudiste adherir, en
la cual a veces pudiste creer.
Entonces mi amigo, mi
amado, escucha y oye el Fuego de Mikaël, el Amor de Cristo, la compasión de
Buda. Escucha lo que te dice Vishnu, lo que te dice Krishna, lo que te dice
Allah, lo que te dice cada uno. Más allá de las apariencias, de la cultura, más
allá de las tradiciones, escucha la eterna verdad del Amor.
Olvida todo lo que no
lo es. Porque lo que no lo es, sólo pasará y nunca se quedará en lo que Eres.
Entonces olvida todo pasado, olvida todo lo que pasó y sólo retén lo que
siempre estuvo ahí, en tu templo, en tu corazón. A cada uno de ti las mismas
palabras, a cada uno de ti la misma vibración, a cada uno de ti el mismo
Espíritu, a cada uno de ti el mismo Amor, ilimitado e incondicionado, no
dependiendo de ninguna forma, de ningún escenario, ahí donde no hay falla, ahí
donde nada puede estar separado ni dividido, ahí donde nada puede ser quitado.
Escucha el canto de tu
Corazón. Escucha el Coro de los Ángeles que vienen a despertarte, precediendo y
anunciando a aquella que creó la biología de esta tierra, la que creó la
experiencia de la Libertad en el nivel más denso, de lo que llamas, desde tu
punto de vista, la materia. Reúne las Aguas de arriba a fin de vivificar tus
aguas de abajo, la de la materia, la que sólo pasa y que contiene, de toda
eternidad, el germen de la Verdad.
Recuerda que no hay
ningún esfuerzo que hacer, solo tienes que asentarte, descansar y acoger el don
de la Gracia, el don del Amor, el don de la Luz. Date este don, no hay mejor
regalo que puedas descubrir en tu eternidad revelada.
Escucha la Trompeta que
resuena en tus oídos, no como un címbalo resonante sino como un recordatorio de
tu eternidad presente.
Hijo del Amor, nacido
del Amor más allá de todo nacimiento, desde la Fuente, te convido a la
Eternidad. Te convido a lo que pone fin a toda sed y toda hambre, como a todo
deseo. Te convido a lo Inmutable. Te convido a la Eternidad y a su Dicha, que
ninguna palabra puede transcribir ni traducir. Asiéntate conmigo.
Amado del Amor, eres
también mi amado, te lo dije. En cada uno de ti permanezco, en cada uno de ti
vivo. Déjame hablarte en el silencio de tu corazón, déjame vibrar en tu Corona
de Fuego. Déjate recorrer por el Fuego Ígneo de la Resurrección, por el Fuego
del Espíritu. Reencuentra esta facultad esencial que nunca te ha dejado, y
alcánzate.
Escucha lo que te dice
la Luz de la Gracia, escucha la sinfonía del Amor, escucha el silencio de la
beatitud. Regocíjate, porque en la escala de tiempo de tu espacio donde estás
encarnado, el tiempo reúne el espacio, poniendo final al flujo del tiempo y a
la ilusión del espacio. Acoge la Onda de Vida y la Onda del Éter directamente
en tu templo de Eternidad, a fin de que todo el resto desaparezca de tu vista y
de tu conciencia, ahí donde la forma se disuelve ella misma, allí donde ninguna
palabra puede alterar tu conciencia y tu llama.
Únete ahora. Es tiempo
ahora de reencontrar lo que siempre fuiste. Es tiempo ahora de ser tú mismo. No
el que ha nacido y el que hoy pone sus pies sobre esta tierra, sino el que es
anterior a todo nacimiento, a toda experiencia. Ya es hora de poner fin al
tiempo, de poner fin a la espera o a la esperanza, porque todo está allí, no
hay más distancia, no hay más estado de latencia, hay solo esto, lo que ahora
vierto en ti, a profusión y a saciedad, desde ti mismo y en ti mismo. Escucha y
recibe.
Escucha lo que la
Gracia te da y te dice. Entrégate tú mismo a lo que es dicho, no en el sentido
de las palabras pronunciadas, sino más bien en el silencio, ahí donde no hay
nada a comprender ni a rechazar, ni incluso a esperar, porque ahí todo es
completud y todo es Evidencia.
Acoge la Luz Cristo en
unidad y en Verdad en el Aquí y Ahora, más allá de todo tiempo, de todo espacio
y de toda forma. Regocíjate y vívelo. En este espacio, no hay ningún espacio
para la menor pregunta, para la menor duda, para la menor resistencia. En este
espacio que no es un espacio, hay solo lo que está lleno, lo que nunca falta.
Allí donde estas, permanezco.
Juntos en el seno del
Único, nuestros corazones elevados en el Fuego del Espíritu revelan en ti la
llama de Eternidad, atizándola de mil palabras y de mil silencios en el Amor
incondicional.
Todo proviene de allí,
absolutamente todo, expulsando así toda apariencia, expulsando así todo parecer
y toda voluntad de hacer, como de ser, ahí donde sólo hay lo que es, lo que fue
y lo que será.
Más allá de todas las
fronteras edificadas o creadas por el hombre o por ti mismo, me instalo.
Arde, arde así en este
Fuego de Amor devorador que te devuelve a tu diamante, a tu luz, a tu verdad.
No me creas pero escúchame y deja resonar y elevarse en ti lo que sólo pide
eso, después de tanto tiempo de tu tiempo terrestre. Déjate vivificar por el
Agua lustral, por el Fuego del Espíritu, por el Aire del Éter y por la Tierra
sublimada.
Descansa. Soy tu llama,
la que vela en tu pecho. Soy tu Vida, tu Vía y tu Verdad. Escúchame. Tal es tu
oración y tal es mi oración, no dirigida a una autoridad cualquiera que sea,
sino a ti mismo, magnificado en el seno de tu resurrección, de tu Presencia y
de tu Ausencia.
Pósate aún más
profundamente en lo íntimo de tu Presencia.
Así he venido a
declamarte el Amor, expresando mil alabanzas de este corazón de Eternidad,
expresando mil virtudes, bien más allá de la moral de este mundo y más allá
incluso de esta conciencia.
Vengo a quemar los
dolores, a quemar los sufrimientos, a quemar las reticencias, a quemar las
dudas.
Así, resucitando, eres
regenerado desde tu primer nacimiento, más allá del mundo donde estás.
Acuérdate de dónde vienes, de dónde provienes. Acuérdate de que incluso el
camino más largo sólo mide un paso en la escala del corazón.
Cada una de las células
de tu cuerpo efímero recibe la misma dosis de Verdad de La luz y de La gracia,
así fusionando la cabeza y el corazón en el mismo Infinito, en la misma alianza
y sobre todo en la misma Libertad.
… Silencio…
Cuando mis palabras se
espacian, tu corazón se expresa y te hace escuchar las palabras del Amor, que
no necesitan de sentidos, que sólo son resonancia y Evidencia para tu
conciencia.
Deja elevarse en ti
esta llama regenerada, déjala consumir todas tus ilusiones y todos tus
sufrimientos. Déjala abrazar lo que queda de conciencia limitada y despiértate a
tu Eternidad, allí donde no estás más atado ni a este cuerpo ni a esta
historia, ni incluso a este mundo que sin embargo pisaste con tus pasos, que
apreciaste como detestaste según las circunstancias, porque ahí donde estás en
Eternidad, no hay circunstancias, no hay experiencias, hay solo lo que Es.
En cada uno de ti
reitero mis palabras, reitero mi vibración y acojo tu radiancia. Porque entre
cada corazón, no puede existir la menor e ínfima distancia, allí todo es coincidencia,
todo es sólo belleza. Re-encántate con tu vida, cualquiera que sea tu vida en este
mundo en este instante, re-encántala de la Verdad esencial, a fin de que ningún
contaminante pueda desviar o bajar tu llama.
Hazte lo que siempre
fuiste, este Fuego Ígneo, este Fuego que devora de Amor, que no puede hacer
ninguna diferencia en cualquier forma, o en cualquiera conciencia que sea.
Celebremos juntos, en
este período del Día de todos los santos, la comunión de los santos, la
comunión de espíritu, la comunión de vida en la Nueva Eucaristía, en la nueva
tri-Unidad, no conociendo ni leyes ni restricciones porque ahí el Amor lo guía
todo, porque ahí el Amor es todo.
Quiérete en la medida
con la cual te quiero, sin condiciones, sin límites y sin restricciones. Porque
no hay ninguna condición, ni ningún límite, ni ningún pensamiento que pudiera
concebir o restringir lo que sea en este espacio sagrado.
Arrodíllate en tu
templo, no en signo de sumisión cualquiera sino más bien en reconocimiento de
tu propia eternidad, en tu propia oración permanente de tu llama regenerada.
El cielo está en ti, la
Eternidad está en ti, no en lo que tus sentidos perciben, no en las múltiples
historias que se edificaron en este mundo. Libérate de todo lo que está
retenido en ti. Libérate de todo convenio, a fin de percibir y de sólo ver el
Amor en cada conciencia, en ti, en cada historia, en cada vida.
La Tierra-madre te
devuelve tu libertad, los sonidos del cielo te devuelven a tu esencia. Ven
conmigo a lavar tus vestidos en la sangre del Cordero, la sangre de la
Resurrección. Vive esto, eres digno de eso, totalmente. No existen las faltas
en el seno del Amor, sólo existe el perdón y la Gracia. Ahí nada puede ser
juzgado, ni incluso separado. Entonces compórtate de la misma manera, ahí donde
permanezco, porque ahí está tu lugar.
Mi amigo, mi hermano,
vive esto allí donde no hay más preguntas, allí donde todo es límpido porque
todo es claridad y todo es preciso. Reencuentra el ardor de tu Sol central,
fuente bendita y santificante. Deja tu corazón de carne palpitar de alegría y
de vida, regenerado.
Así el Amor que eres se
vuelve de una densidad más fuerte que el plomo y de una ligereza más liviana que
la pluma.
Así dialogas con el
ángel, así dialogas en el silencio de ti a ti, de mí a mí, de mí a ti y de ti a
mí como en cada uno de ti. Ninguna diferencia, ningún espacio, ninguna
separación, ningún tormento.
Deja al Fuego forjarte
y revelarte a ti mismo.
Percibe más allá del
sentido de mis palabras, más allá incluso del sentido de la vibración que tal
vez viste, va más allá. Suelta toda referencia, toda orientación. No puedes ni
perderte ni extraviarte porque allí se encuentra la certeza, porque allí se
encuentra el Amor, sin palabras y sin forma. Escúchame, no hay mejor modo de
escucharte.
Mi amado, mi hermano.
… Silencio…
El bautismo de fuego,
el bautismo del Espíritu no deja de manifestarse en ti. No puede haber allí ni
aplazamiento ni plazo suplementario porque estás listo, lo estuviste siempre,
diga lo que diga de eso tu persona, diga lo que diga tu cuerpo, digan lo que
digan tus creencias, diga lo que diga tu vida.
Bendíceme como te
bendije, reconóceme como te reconocí, no por una forma, no por una fisonomía,
no por una voz, sino por la evidencia de nuestro corazón, y recibe a saciedad
la verdad de tu esencia.
Suelta lo que todavía
puede ser un peso pesado, suelta lo que sostiene a tu persona. No niegues nada,
porque el Amor es todo.
No te llevo a otra
parte que a ti mismo. Acoge y vive. Vive la vida eterna, en este instante como
en cada momento. Has sido llamado, has sido bendecido.
… Silencio…
Deja la Vida Una
difundirse en esta carne, en tu conciencia limitada como en tu eternidad. Deja
expandirse en cada intersticio de tu conciencia la verdad de la Luz, la belleza
del Amor y la evidencia de la Gracia.
… Silencio…
Aprovecha mis silencios
para decirte a ti mismo estas palabras u otras palabras, las que tú escojas, las
que conozcas, pero portadoras, para ti, de la misma evidencia y de la misma
vibración.
Escucha. No tengo nada
que decir de tu historia, simplemente tengo que decirte lo que eres antes de
toda historia y de toda palabra.
… Silencio…
Y aquí, juntos, estamos
posados.
Descansemos en la
confianza de la Inteligencia de la Luz, en su acción y en su acto, el de tu
Resurrección.
Abrévate porque ahí
donde estamos no hay ni sed ni impaciencia de cualquier acontecimiento que te concierna o
que le concierna a este mundo, porque en este espacio todo está ya cumplido de
toda eternidad. Entonces no esperes nada más que tú propia llama regenerada.
… Silencio…
Distribuye sin
esfuerzo, sin pedirlo incluso, este Amor, por todas partes dónde te lleven tus
pasos, por todas partes donde tus ojos se posan, por todas partes donde tus
sentidos escuchan. No hagas diferencia entre el amigo y el enemigo porque los
dos son tú mismo. No pongas más distancia hacia lo que pide en ti una atención,
una mirada, una escucha.
Elimina todas las
fronteras y todas las separaciones inscritas en la persona, porque no hay mejor
protección, en tu lenguaje, que el Fuego del Amor. En el Fuego del Amor, te das
cuenta rápidamente de hecho, que no hay nada que proteger, que no hay nada que
defender, que no hay nada que conquistar. Déjate ser lo que la Vida te dice.
Déjate ser, sean cuales sean las vicisitudes de tu mundo o de tu cuerpo, sólo son
unas briznas de paja barridas por el Fuego del Éter y el Fuego del Amor.
Oye lo que te digo en
cada venida. Oye lo que tu corazón resuena y vibra en nuestra Presencia Una, en
nuestro silencio como en nuestras palabras. Date la Paz, la que eres y no la
que piensas conquistar algún día.
Acoge los armónicos de
la Luz, acoge su melodía.
Deja vivir lo que eres.
Deja consumarse lo que ya está detrás de ti y que sólo pide ser disuelto en las
llamas de la Eternidad, en el Fuego del Amor. Ahí donde eres sólido como una
roca y sin embargo tan suave, y sin embargo tan transparente.
Vuelvo a depositar en
ti la misma Alegría, la misma Paz, el mismo Amor – lo que eres, simplemente
esto.
Mis manos en tus manos atizan
el Fuego del Espíritu, el soplo del Éter, dejando brotar el Agua de arriba,
tocando tu carne y tus sentidos.
Déjame también lavar
tus pies en el Agua del Bautismo, en el Agua de la Resurrección, para que tu
paso sea ligero.
Déjame recubrir tu
cabeza con el pañuelo de la Eternidad, con el peinado del Amor, con la llave
del elegido. No hay ningún elitismo, simplemente está tu humildad y tu
sencillez que se dignan a recoger este don que tú mismo te haces.
Y ahí donde te
encuentras, dondequiera que estés, la misma vibración, la misma Verdad, el
mismo Amor, que no depende de ninguna circunstancia ni de ningún momento privilegiado,
sino simplemente de la evidencia de los tiempos presentes.
Entonces sí, sonríe.
Sonríe a la Vida, sonríe a tu corazón y sonríe con alegría.
Vístete con tu vestido
de Luz, tu vehículo de Eternidad, recubierto con el Manto de la Gracia. Entonces
tu corazón es perfecto, entonces el Espíritu es revelado.
…Silencio…
No cierres nada más, el
Amor es tu única fuerza.
Tú, el amigo y el amado
de la Fuente, escucha el Coro de los Ángeles y distribuye a tu vez la misma
vibración y la misma emanación, sin esfuerzo y sin voluntad. Esto se produce cual
una evidencia que no conoce ningún límite y ninguna condición. Te invito a la
Vida, te invito a reconocerte, a reencontrarte.
Recojámonos, no hace
falta ninguna palabra. La emanación y la vibración se vuelven evidencia, a cada
minuto más intensa, a cada minuto más densa, a cada minuto más ligera. Así el
tiempo suspende su vuelo, así estás encantado en el éxtasis de la verdad, en
una felicidad que ninguna circunstancia en tu humanidad puede alcanzar y que
sin embargo necesita la totalidad de tu humanidad.
…Silencio…
Elevémonos juntos, los
pies plantados ya no solamente en el suelo de esta tierra sino hasta el núcleo,
en lo más profundo de la tierra, asentándote en tu propia Ascensión en las
moradas de Eternidad, en las moradas de Paz. Y ahí eres bendecido por el don de
la Gracia, y ahí estás en la evidencia de tu ser como en la evidencia del no
ser. Incluso ahí, no hay más diferencia, no hay más desviación y no hay más
distancia.
Mi amor, oye esta
palabra más allá de toda persona, más allá de toda referencia vivida en este
mundo, porque no hay ningún punto de comparación con este Amor.
Mi corazón se estrecha contra
tu corazón. Tus manos y tus pies palpitan entonces con la misma vida, con la
misma vibración.
…Silencio…
Óyeme y óyete, incluso
en cada silencio.
Entonces cuando abras los
ojos mirando a tú alrededor, sólo verás el Amor, sólo verás el Fuego, el de la
pasión, de la pasión de Amor, del Fuego de la Resurrección, del Fuego de la
Eternidad.
No tengo nada que venderte,
ni nada que sugerirte, simplemente devolverte a ti mismo. Ahí está el más bello
de los regalos porque no tiene precio. Nada puede comprarlo y nada puede
venderlo porque está en ti y es para ti. Reconócete, Hijo Ardiente del Sol,
reconócete, hijo de la Fuente, semilla de Estrella y sembrador de Luz.
Reconócete y reconocerás a cada uno, aquí mismo en la tierra como en los mundos
más sutiles accesibles para ti, o que hasta ahora eran inaccesibles y se
revelan por la Gracia del Amor.
Permíteme, por la
Gracia del Amor, abrir tus ojos, quitarles la paja como la viga que te impiden
ver. No juzgues nada, no te condenes, ni condenes a nadie, ve simplemente la
evidencia de lo que ahora acontece.
Recojámonos juntos unos
instantes, en el Silencio, mientras tus ojos estén lavados, mientras tu frente esté
untada y mientras tu corazón vibre. Quedémonos juntos en el Silencio antes de
seguir con lo que tenemos que entregarnos, decirnos, transmitirnos, revelarnos.
…Silencio…
Deja el perfume del
lirio, de la rosa y de la violeta invadir tus sentidos. Es el perfume del Amor,
el perfume de la Gracia, el perfume de la Inocencia, el perfume del Espíritu.
Acoge.
…Silencio…
Te amo, porque sólo
puedo amar lo que eres, no puedo hacerlo de otro modo. Es lo mismo para ti. El
Amor no puede ser reemplazado ni siquiera desviado, ni disfrazado. Permanece
así, que me hayas oído, que me hayas leído, poco importa. Recuerda, soy tú y estoy
en ti, de toda eternidad. Soy la Vía, la Verdad y la Vida más allá de toda
misión, de todo papel y de toda encarnación. Soy el sol, el de tus cielos y el
de tu corazón. Soy tu amante o tu amada, no de una noche sino de la Eternidad.
Abre por fin tus ojos a
la Verdad, porque hemos quitado la paja como la viga, porque hemos lavado
también tus ojos en la sangre del Cordero.
Tus vestidos de Luz,
como tu vestido de Eternidad o de Êtreté, están ahora ajustados para vivir la
verdadera Vida, ahí donde nada te obliga, ahí donde nada puede ser prohibido,
porque todo está guiado por la Inteligencia de la Luz.
Eres mi amor y soy tu
amor.
Refréscate en el Fuego Ígneo.
Sáciate, tómalo todo, porque todo te es dado. No retengas nada. Date íntegramente
al don del Amor, al don de la Gracia.
Ama. Ama sin límite,
sin restricción, sin condición. Amate y ama a cada uno de la misma manera. No
hagas más diferencia entre tu hijo y cualquier hijo, no hagas más diferencia
entre el ser amado y todos los demás seres que la vida te envía. Elimina las
fronteras. Sólo han existido en el sueño de la Ilusión, en los sueños de
dominación.
Olvida así, por la
Gracia del Amor, toda ofensa y toda pesadilla. Acoge, sin fronteras, sin
límites, lo que te es dado, lo que te es restituido.
El momento es ahora, no
hay otro mejor.
Acojamos juntos.
…Silencio…
Recojamos.
…Silencio…
Te rindo gracia, me
inclino ante ti.
…Silencio…
Permíteme soplar y susurrar
en tu oído el canto del Espíritu, el canto de la Verdad y el Coro de los
Ángeles. Guardemos silencio, si lo quieres, una vez más, para dejar que suceda
lo que sucede en cada uno.
…Silencio…
Ya es hora ahora de
emerger en ti.
Tengo tantas cosas que
decirte, tantos silencios que manifestar. Reencuéntrate.
En esta llama, nunca
podrás perderte, ni despistarte, ni interrogarte.
Ya es hora de dejarte
ir a tu vida, regenerado en la Eternidad.
Ya es hora de vivir. Ya
es hora de ser en totalidad lo que siempre fuiste. Entonces, una vez más te
saludo, una vez más te bendigo.
Y te dejo ahora celebrar
lo que eres y celebrar, en cada uno de ti, el corazón a corazón, el corazón al
corazón.
Te doy las gracias y te
digo: « Eres bendecido », y te digo: « Eres la Verdad », no de la historia o de
la persona sino la verdad de tu corazón.
Esto es lo que Es.
Te digo hasta pronto, hasta
muy pronto, hasta siempre.
Permanece libre. Saludo
tu llama con mi llama.
…Silencio…
Adiós.
***