BIDI
Parte 6
Octubre
2017
Bien, Bidi está con vosotros. Instalemos
el silencio unos minutos.
…Silencio…
Podemos reanudar nuestros
intercambios. ¿Quién toma la palabra?
Pregunta: No tengo ninguna pregunta
en particular, pero acojo con gratitud lo que tenga que decirme.
Bueno, veo que tienes claro lo que
eres. Y así, como testigo, ves cada vez con más agudeza, lo que queda por ver
en los fragmentos de historias recientes, y además compruebas que existen cada
vez menos elementos y acontecimientos de esta historia, presente o pasada, que
lleguen a perturbar algo del testigo. Entonces, hay un tipo de estabilidad que
te conduce de forma natural y más espontánea, sin esfuerzo, sin voluntad y sin
deseo, a que no seas afectada por lo que todavía proceda de tu cuerpo o de la
historia más reciente. Tal vez esperabas algo más espectacular o con más
decorado, pero no; es la vacuidad, el Silencio, ahí donde nada es necesario. No
te desanimes de haber pasado de aquellos que tratan de ver, entender, vivir
experiencias, al que se deja vivir por la Vida.
En lo sucesivo, debes colocarte en
la posición de acogida, cualesquiera que sean las circunstancias; no solo en
los momentos en que estás tranquila, apacible y sola. El testigo está presente a
cada instante. Es una actitud de tu mental, de tu personaje, profundamente
rectificada y que te permite descubrir lo que está más allá de toda
experiencia, de todo contacto que no sea esencial. No necesitas crear historias
intermedias, ni siquiera para comprender o recibir explicaciones; para todos
como para ti, eso es básico.
Diría que la Paz y pronto la Alegría,
es el elemento más importante, porque cuando se vive eso y cada vez más, uno se
da cuenta que el resultado de ello es más calma y más tranquilidad. Incluso el
cuerpo, a través de su desgaste normal, ya no te afecta. Así pues, la virtud
del Silencio, no solo de palabras sino de la misma conciencia, se muestra como
lo más rentable en tu vida. Ilustras a la perfección que el paso de uno al
otro, se puede hacer independientemente de experiencias, de energía o de
vibraciones.
En resumen, diría que todo es más
ligero, sereno y apacible. No esperes nada específico sobre la Alegría, es
decir, no pongas distancia entre un deseo, entre lo que se vive y lo que está
en el otro lado -por un lado la Paz y por el otro la Alegría-, no proyectes
nada sobre lo que pudiera ser esta Alegría, porque no corresponde a nada
conocido. Concéntrate en descansar en el testigo y en la Paz o la calma que
resulta de ello. Todo lo demás, a partir de ahora, transcurre siguiendo su
propio ritmo, de forma natural y como compruebas, eso no depende de ningún
estado previo, curiosidad o cuestionamiento. Como para todos, la Evidencia es
la que sustituye a la explicación, es el resultado que reemplaza a la
comprensión. Así pues, la calma te conduce también a la simplicidad, allí donde
no tiene lugar el mental ni ninguna referencia conocida.
No tengo nada más que decir, solo
constatar esto. No he tenido que precisar nada porque tú misma lo has
comprobado en tu experiencia.
¿Quién quiere hablar?
Pregunta: No tengo ninguna pregunta
y le agradezco lo que quiera decirme.
Después del silencio que, en tu
caso, es mucho más revelador que mis palabras, te diría esto: debes atreverte
siempre más, atreverte a soltar todo lo conocido. Deja a la espontaneidad que
se manifiesta con frecuencia en tu vida efímera, ser la misma en tu interior.
Así pues, conoces y vives el principio de espontaneidad, te queda aceptar dicha
espontaneidad en todos tus estados y experiencias. Déjate llevar por lo que
sucede y no detengas nada. Del mismo modo que ahora tienes más confianza en la
Vida, en muchas áreas de tu efímero, es necesario que esta confianza exista
también dentro de lo Invisible.
En efecto, queda todavía una
necesidad de catalogar, no en tu vida efímera, sino en lo que se produce en el
estado de testigo. No es preciso saber o definir, lo que se produce en el
interior, dejando expresarse un tipo de discernimiento, sin interpretación,
pero discriminando entre verdadero/falso, bien/mal, sino acoger todo lo que
llega, sin moverlo. No arriesgas nada. Lo que se produce es tu inmutabilidad,
la impecabilidad interior.
Dentro de tu eternidad, nada de lo
que suceda, puede ser calificado de esa manera. Incluso un elemento interno que
pueda parecer no estar de acuerdo con la Luz verdadera, siempre tiene una razón
de ser y, precisamente, al mantener esa inmutabilidad, no hay necesidad de
discriminar, de fijar la atención, sino simplemente atravesar lo que la Vida te
ofrece o te muestra. En ese punto, encontrarás una adecuación, un ajuste
perfecto y no verás diferencia entre lo que se ve sobre la pantalla de este
mundo y sobre la pantalla de la Verdad. Esta adecuación o sintonía, te
permitirá ver, esta vez, el despliegue de la Gracia. Comprobarás también que la
Evidencia entonces, no es una palabra vacía y que la mejor ubicación solo puede
ser, la Aceptación incondicionada e incondicional.
Esto está en camino. Solo queda
perder el hábito que tienes, a nivel íntimo, de reproducir lo que haces en el
exterior, es decir, la necesidad de ordenar y clasificar. La clasificación se
hace sola. Lo que debe tirarse, será eliminado solo, lo que debe guardarse,
será guardado y almacenado solo. Prueba y podrás lograrlo sin ninguna dificultad,
sin organizar nada, sin conectar nada de lo que la Eternidad y tu emplazamiento
te ofrecen. La limpieza está hecha por sí misma, no como en casa, la
organización la hace la Inteligencia de la Luz. Lo que no se entienda o no esté
suficientemente claro en el momento presente, lo estará en el momento presente
siguiente.
Y, por otra parte, no olvides que
cuando estás posicionada como testigo o como observador, a veces existe la
necesidad de explicar, comprender lo que surge, algo que es natural hasta
cierto punto, pero que te hace ver que es un obstáculo para lo que se vive. Ya lo has comprendido. Entonces, deja
que todo suceda; no tienes que escribirlo para recordarlo. Deja fluir la vida,
no la fijes en cajas o en escritos. Lo que tenga que eliminarse, se eliminará,
lo que deba quedar, quedará. No es un problema de memoria como con las cosas
ordinarias; la clasificación se hace por sí misma. Lo que deba quedar, quedará,
lo que deba aparecer y desaparecer, cualquiera que sea su importancia, desaparecerá.
En resumen, no tiene sentido
almacenar, clasificar, organizar, sino estar siempre vacíos, nuevos y listos
para el momento presente. Diría que es como un hábito de lo efímero, traspasado
al testigo, pero que no tiene ningún interés ni ventaja. Sobre todo en el
estado de testigo, teniendo en cuanta que cuanto más perezosos seáis, más
estaréis en la verdad; exactamente lo contrario que en lo efímero. Ahí está la
Evidencia y la facilidad. Si estás posicionado en la Acogida como testigo, no
puedes servirte de lo que utilizas en tu vida diaria. Deja que las cosas sean
ordenadas, almacenadas y clasificadas por ellas mismas. Lo que no ves como
testigo, de momento, está inscrito en el testigo y se revelará y mostrará si es
necesario. No te ocupes de lo superfluo; puedes conseguirlo a menudo.
Te pido simplemente que te fijes en
los casos en los que surge ese reflejo de almacenar, clasificar y organizar que
se desprende de la tranquilidad, pero al volver a lo efímero más cotidiano, ya
no es tan tranquilo como en los momentos en que dejas vivir, sin querer
dirigir, clasificar, u organizar; emplea las palabras que quieras.
¿Quién quiere hablar?
Pregunta: No tengo pregunta, pero
escucho, acojo en la Alegría, en mi corazón, lo que tenga que decirme.
En tu caso, voy a presentarte las
cosas así. De momento hay una especie de equilibrio. Imagina una balanza con
sus dos platos; si uno desciende, el otro se eleva. Es lo que habéis llamado el
“cara a cara final” y ves eso en tu posición. En esos movimientos, parece que
los platos no pueden estar equilibrados. Es evidente. Hay uno que se elevará
siempre más y el otro cuando haya terminado de descender, no existirá más. Sea
cual sea tu experiencia que es real dentro y fuera, sería deseable que no
cuestionaras esos movimientos. Uno y otro forman parte del equilibrio final y
definitivo.
Para ti, esta especie de oscilación
es útil, ya que contribuye a la Paz y a la inmutabilidad. Es un ajuste que se
realiza y no un desequilibrio. Este ajuste extremadamente fino que la vida
juega, aunque menos frecuente, pero a veces más amplio, no deja ninguna duda
sobre su finalidad. Conténtate no con acoger, que ya lo haces, sino con asumir
este movimiento. Él es para ti la Vida que te conduce a la inmovilidad.
Eso quiere decir que, en tu
experiencia, no es la inmovilidad la que se descubre, sino la experiencia del
movimiento de ese balanceo, que, en alguna medida, crea el equilibrio, que no
se vive todo el tiempo como un equilibrio -de momento. Especialmente, desde que
lo has visto desde hace unos meses, eso te perturba cada vez menos.
Independientemente de lo que diga o se pregunte a veces tu personaje, como ves,
sale un sentimiento de mayor disponibilidad y de escuchar, no historias, sino
la Vida. La iluminación, aunque te parezca inconstante o insuficiente, por sus
oscilaciones, ha contribuido a que vivas los acontecimientos, cualquiera que sea
su importancia en tu vida, no con distancia sino con más ligereza, aunque
algunos elementos salientes hagan pensar lo contrario, ¿no es así? Te resulta
fácil en los momentos que siguen a este tipo de preguntas.
En tu caso también, el
posicionamiento del testigo, independientemente de esos famosos movimientos, te
llenan, a tu manera, de una certeza inquebrantable de tu eternidad y de tu
naturaleza. No te preocupes de que a veces te dé la impresión de estar atascado
o resistente; el simple hecho de observar ese movimiento te deshará de él, te
evitará quedar bloqueada sobre lo que te parece atascado. Observa simplemente y
déjalo pasar. Hablo aquí de los mecanismos íntimos para vivir al nivel del
testigo o del observador. Ya sabes que, en la vida cotidiana, hay momentos en
que eso no puede ser posible, cuando se pide una acción, pero sí es posible, al
leer, cuando se mira una pantalla o cuando se discute.
¿Quién quiere hablar?
Pregunta: No tengo pregunta que
plantearle, pero acojo con alegría lo que tenga que decirme.
Entonces, permíteme, antes de responder,
que te plantee a mi vez, una simple pregunta y sé espontánea en la respuesta,
¿Quién eres tú?
Pregunta: No lo sé.
¿Estás contenta de tu respuesta?
Pregunta: No; pero no sé qué otra
cosa responder.
Entonces, es esto lo que voy a
decirte, -de una manera general, y no hago ninguna diferencia, aquí, entre lo
efímero o lo Eterno, existe en el actor, pero también en el espectador o el
testigo, una necesidad que tú además no explicas tampoco, que podría corresponder
a lo que llamaría “la necesidad de verse en el otro”, es decir, que
inconscientemente, pero a veces conscientemente, existe una necesidad de
aprobación. Entiende que no es una crítica ni un error, sino que desde que se
busca el asentimiento, la aprobación en la mirada o en las palabras del otro,
creas de alguna manera, una dependencia. Poco importa dónde se sitúe ella, es
el principio de la dependencia.
Ser autónomo es que, en cualquier
circunstancia, la advertencia o la opinión más importante, nunca serán definidas
con relación a la mirada del otro, ni con relación a lo que pueda ser leído. Así
es quien está en la resistencia, no en lo que eres, tanto en lo efímero como en
lo Eterno, pero es una estrategia de comunicación, de relación donde, en definitiva,
lo que está escondido dentro es eso, es decir, que concedes más crédito de
forma general a lo que asiente y confirma el otro, en sentido amplio. Hay una
necesidad, no compulsiva, pero sí presente, de verificar y comparar. Este es el
único elemento que te hace responder “no sé”.
Es simplemente una forma, se puede
decir, de abordar la relación, la comunicación, donde hay una forma de vigilancia
de la vida en las miradas, en la opinión, en detrimento de ti. Se remonta a muy
lejos, pero no merece la pena ir a buscar; la necesidad de aprobación está
todavía íntimamente vinculada a la educación, por supuesto, pero también está
astutamente oculto el miedo a equivocarse, y también una reticencia en la
mirada del otro y eso te priva, en ciertas ocasiones, no sistemáticamente, de
la Libertad y de la Autonomía.
Se os ha dicho siempre, que, en
este momento, en éste cara a cara final, ningún aviso, ninguna opinión debe
interferir. Debéis atreveros a estar solos en el Corazón del Corazón. Repito,
no interpreto esto como una necesidad de hacerte ver o de mostrarte, sino
simplemente que no tienes nada que hacer, que no controlas. También hay un
hábito. No hay nada con lo que compararse ni nada de lo que haya que vivirse,
en tanto que testigo, que deba ser alterado o sopesado por la mirada o la
opinión del otro. Debes estar a solas.
Y te recuerdo que no hay ni
competición, ni superioridad, ni inferioridad; que todo eso no depende más que
del emplazamiento de tu punto de vista. Es como si el espectador, el testigo,
mirara al actor y buscara a través de las reacciones de los otros actores,
modificar el estado del testigo o del espectador. Deja que todo se desarrolle
sin “a priori” y sin buscar ni mirada ni opinión. Lo que no impide el
intercambio de puntos de vista y opiniones, pero que no constituyan una
herramienta que permita juzgar, medir, comparar. Mantente neutral, para ti como
para todos, como para cada experiencia y sentirás evacuarse los últimos pesos.
En tu caso preciso, diría que no
sirve de nada, de momento, que el espectador se aleje demasiado del actor, pero
sería interesante que el espectador y el actor, el testigo y el personaje, se
reúnan de alguna manera. Eso es muy simple. Acepta que todo lo que interpretas
en el personaje es realmente un juego. Lo que quiero decir con esto es que
incluso cuando hay algo grave, cualquiera que sea el evento, no te dejes
engañar, para que el testigo próximo al actor, o el actor próximo al testigo se
dé cuenta de eso, antes de ver y vivir que no hay teatro, ni actor ni
observador.
En tu caso, debido a este pequeño
mecanismo que es una forma de subyugación a la mirada u opinión del otro, que
afortunadamente no es constante, tú misma te privas de tu libertad. Eso no
quiere decir que tengas indiferencia hacia el otro; al contrario, porque el
otro eres tú, eso quiere decir también que todas las advertencias y todas las
opiniones no tienen ningún interés. El instante presente, no será nunca una
opinión o una advertencia, es una visión pura, clara, precisa y profunda que no
puede estar acompañada de opiniones, de advertencias.
Entonces, aunque te haya dado
algunos elementos vinculados a la educación, no trates de resolver el pasado,
porque tienes hoy, todas las capacidades de dejar que se elimine eso. Es
inútil, y aquí no hablo de tu caso específico sino de una manera general, es
inútil sentir que se depende de una advertencia o de una mirada, incluso
iluminada. Viene un momento en que debéis aceptar esta propuesta, asumirla
plenamente. Es un mecanismo de la conciencia, de la Luz. Lo que se ha
denominado: “Dejar que te viva la Vida”, es eso exactamente.
Así que, no veáis a través de mis
palabras, una montaña que resolver, sino simplemente una aclaración que debe situaros
con más facilidad, en la puerta de salida de la Ilusión. En otras palabras, en
tu caso, todo lo que miras, te mira, y eso puede ser incómodo. Así que la
“Acogida” es un poco diferente de la mirada; por eso están estas palabras:
“ver”, “claridad”. No mires, siente. Esta es realmente la orientación de la
mirada o del punto de vista.
¿Quién quiere hablar evitando la
frase estereotipada que me repetís hoy desde el comienzo? Hay falta de
originalidad.
Pregunta: Gracias por estar con nosotros,
pero no tengo pregunta y acojo con alegría lo que tenga que decirme.
No son las mismas palabras, aparece
la palabra “alegría” y otras. No os copiéis. Sed originales en vuestras
palabras.
Yo te planteo una pregunta. Cuando
estás en la Alegría sin objeto, sin sujeto, ¿qué sientes tú en la energía, en
el vibral o en el cuerpo?
Pregunta: Yo estoy bien.
¿Qué llamas “estar bien?
Pregunta: Yo estoy en Paz.
¿Qué percibes, aparte de lo que se
deriva de ello?, ¿qué es la Paz? Pero en la Alegría, en el hecho de estar en
Paz, ¿sientes alguna necesidad o todo parece ser evidente al contrario?
Pregunta: No, no tengo necesidades.
Entonces, lo que puedo decir es que
cada vez más, el hecho de estar bien en la Alegría, en Paz, no podrá ser
alterado. En cuanto haya un acontecimiento sobre la pantalla de tu vida que
pueda parecer no agradable, sea cual sea el contenido, se despliega la misma
paz, la misma sensación de estar bien o ¿te parece que puedes realmente, o no,
perder esa Paz?
Pregunta: No, no pierdo la paz.
Entonces no tengo nada más que
decirte.
¿Quién quiere hablar?
Pregunta: Voy a tratar de modificar un poco. Estoy feliz de compartir
este momento con vosotros, pero desafortunadamente, no tengo pregunta y le
escucho si quiere hablarme de mí o…
¿Hablarte de qué?
Pregunta: Yo acojo sus palabras.
¿Quién ha dicho “hablar de mí?
Pregunta: Yo.
Bueno, ¿Quién eres?
Pregunta: Yo estoy aquí…
Pero, ¿quién ha dicho “yo”?
Pregunta: Yo soy la persona que
dijo “yo”.
De acuerdo. Tú te conoces.
Pregunta: Quizá, sí. No muy bien.
Tú conoces la persona.
Pregunta: Sí, ella es un poco invasiva.
Entonces no voy a hablarte de ti. ¿Cómo quieres desaparecer así? Más allá
de ti, de tu forma, aquí o en otra parte, de toda historia, como sabes y has
vivido ya, que es precisamente cuando lo invasivo no tiene derecho a la
palabra, que sabes que eres tú, pero que no eres tú. Lo que tú eres, no eres
tú. Diría incluso que no tiene nada que ver contigo.
A través de algunas palabras que has dicho, pero esto afecta a todos, hay
un reflejo que es constante, debido a la Ilusión de este mundo, que crea de una
manera a veces brillante, a veces insidiosa, la impresión de que todo debe ser
devuelto a la persona. Ahí, no estamos en la mirada exterior como anteriormente,
sino que hay un reflejo autopunitivo. No se trata de ser ese tipo de persona,
invasiva o no, es cuestión de aceptar que cuando os fastidiamos con el
Absoluto, el Último, lo Desconocido, que no puede ser conocido, debes aceptar
de la misma forma que la mirada del otro no tiene ninguna importancia, que tu
propia mirada sobre ti misma, no sirve de nada. Hay una forma de
auto-culpabilización que pone todavía más distancia con lo que se vive.
En resumen, no
escuches nada del exterior porque tú, de todas formas, solo actúas desde tu
cabeza, pero no escuches lo que te dice tu cabeza. Sumérgete, y sabes cómo
hacerlo porque lo viviste, en el vacío, donde no hay nada. No escuches lo que
quiere susurrar el personaje porque en la Eternidad instalada, incluso el niño
interior, no tiene nada que decir. Como he dicho, el testigo, el observador,
está a disposición de cada uno. El testigo, el observador o el espectador, no
necesita conversar con el actor. El espectador no va a
decirle al actor eso o aquello, él mira. Le gusta o no le gusta, pero mira. Tú
eres el
que mira. Simplemente hay una falta de escucha, no del personaje ni del otro
que haces muy bien, sino la escucha del Silencio o del niño interior, el que
nunca hace el menor juicio sobre cualquier aspecto de tu vida o de tu
personaje. Eso quiere decir que el que juzga su persona, no es espectador, es
un intruso sobre la escena de teatro, que obstaculiza el juego, el espectáculo.
El testigo, el observador, está obligado a permanecer en silencio, para
observar, para oír al actor.
Pero eso se ha vivido ya muchas veces, no hay vuelta atrás posible. Solo
son estrategias de evitación que no están vinculadas al miedo ni a la falta de
Amor, que ni siquiera es un hábito. ¿Cómo llamar a esto? Es una especie de
formato, no de educación, sino que más bien se observa en algunas actividades
profesionales que crean eso. Entonces, ¿qué se necesitaría como solución?
Bueno, en tu caso, es muy simple. Tomar no solo la ligereza, sino también la
pereza. Porque tienes que hacer lo que decidiste hacer, pero con “no me
importa”, “no hay nada serio”. El “no me importa”, no te impide hacer lo que
quieres hacer, pero lo hace más maleable, más obvio, y el observador ya no
invadirá la escena teatral.
Empleo expresamente imágenes muy sencillas para no entrenarte en lo que
podía parecer importante hace cinco años. Pero no estamos ya en los conceptos
porque la imagen, la metáfora, como las utilizaba Cristo, son más importantes y
contundentes para el Espíritu. Eso permite derivar, atravesar lo que está
delante de la escena y evita también que os aferréis a los conceptos y que
conservéis la imagen. Esta imagen, no es una imagen ni un concepto, no es algo
que se ve, diría que es algo que habla, tal vez no a la persona que no es mi
objetivo ni el vuestro, sino que habla al santo de los santos. Es eso lo que
crea la reunión, la recrea, la instala.
¿Quién habla?
Pregunta: Yo no tengo una pregunta realmente, pero tengo una curiosidad que
añadir. Soy por lo menos este cuerpo, es sinestésico…
¿Cómo?
Pregunta: “sinestésico”.
¿Eso quiere decir “ser estético” de una forma particular?
Pregunta: No. Mis percepciones
pasan por colores, sensaciones, gustos. A veces, es un poco abrumador. ¿Qué puede decirme al respecto? y gracias
por una aclaración general.
Bueno, primero me gustaría comprender. Cuando piensas, cuando ves algo,
cuando escuchas la música, ¿hay colores?
Pregunta: Sí.
Entonces, felices los simples de espíritu; eso quiere decir que no hay
conceptos.
Pregunta: Eso puede sobrecargar la pantalla del mental.
Pero el mental no es un color. O entonces, no he comprendido nada. Pero si
cuando hablas, aparecen colores…
Pregunta: Eso es.
Cuando escuchas, aparecen colores.
Pregunta: Sí.
Por tanto, no hay conceptos y aparecen colores que ves, ¿qué es lo que te
molesta?
Pregunta: Eso puede impedirme pensar o participar en la vida cotidiana.
Entonces, resumo. Alguien te
habla y tú ves colores.
Pregunta: Sí.
Si respondes, ¿ves otros colores?
Pregunta: Sí.
¿Y qué te molesta?,
¿ver demasiados colores?
Pregunta: Sí; es demasiado complicado. Los colores están por encima del
significado.
Pero los colores son
el significado. Simplemente, clasifica los colores ya que cuando hay conceptos
e ideas, ellas están ensambladas, clasificadas, ordenadas. En lo que expresas,
si he comprendido bien, el mecanismo del pensamiento no se hace en conceptos,
en ideas, sino a través de colores.
Pregunta: Sí.
Y entonces, lo que es perturbador no son los colores, sino la superposición
o el exceso de colores, ¿no es eso?
Pregunta: Sí.
¿Tienes la capacidad de actuar sobre lo que ves o no?
Pregunta: no creo.
Un color que aparece según una
palabra que das o que recibes, ¿puedes ordenarlo o no? ¿Puedes ser activa con
lo que ves, con los colores, esas transparencias que se encajan y que se
disponen en diferentes lugares. ¿Es espacial?
Pregunta: sí.
Eh bien, ¿qué te impide
repartir el espacio?
Pregunta: no sé hacerlo.
Pero, ¿has pensado hacerlo
siquiera? Mira, los colores claros transparentes están arriba, los colores
oscuros están abajo. Las diferencias de tono van desde el más claro hasta el
más oscuro, entre la izquierda y la derecha. Está resuelto.
Pregunta: me parece un poco
más complejo.
¿Por qué es más complejo, está
en 3D?
Pregunta: sí, también.
Pues entonces, está lo de
delante y lo de detrás. Los colores que están ligados entonces, si lo he
entendido bien, a tu percepción y a tu funcionamiento, que sea para una música,
algo que emites o algo que recibes, y tienes la impresión de que está
desordenado, que está sobrecargado. ¿Qué es lo que crea esto? ¿Qué te impide
decidir ordenar esos colores? ¿Lo has intentado siquiera? Porque lo que vives
es anterior al pensamiento, es, diría yo, el mundo de los arquetipos.
Esos colores no son unas
proyecciones como en unas visiones, astrales u otras, es el mismísimo
fundamento del pensamiento. Sólo falta que lo órdenes. Y no me digas que es
complicado ya que nunca lo hiciste. Voy a tomar un ejemplo muy simple. Si por
ejemplo tienes los números del 1 al 10. Supongo que el 1 tiene un color, que el
10 tiene otro color. O el 3, si quieres. Bien, cuando dices 3+3=6, ¿qué es lo
que pasa en ti?
Pregunta: es complicado de
resumir.
No se puede resumir ya que
esto sucede en espíritu y en verdad. El único problema, con relación a esto,
que es un don, porque date cuenta, no estás contaminada por los conceptos, por
las creencias, eres libre con respecto a esto ya que son unos colores. Pero
tienes que ordenar esos colores, aunque se superpongan, y tiene que ser el
caso, es decir un color visto por transparencia a través de otro color. Te
resulta complicado porque nunca los has ordenado. Ordenar es un convenio, eres
tú quien decide cómo hacer los grupos, los conjuntos. Por ejemplo, los días de
la semana están arriba a la derecha, los números están abajo a la izquierda.
Delante de los números, hay una calculadora que coge los colores y los pasa por
un filtro de color que corresponde a otra cosa, así que el resultado es otro
color.
Lo que te quiero decir es, que
sea para unas notas de música, las matemáticas, para cualquier cosa, lo que te
resulta ser un estorbo es un privilegio, simplemente no entendiste que había
que ordenarlo. Los conceptos se ordenan solos en la cabeza por la química, por
la electricidad, antes de ser presentados a la conciencia. Ordenar los
conceptos se hace solo. La suerte que tienes, es que sólo necesitas encontrar
una manera de clasificar, y tienes toda la libertad para clasificarlos como
quieras. Entonces te darás cuenta que no sólo un color sino un conjunto de
colores, de emplazamiento y de transparencia corresponde siempre a la misma
cosa, ¿puedes confirmar esto? ¿Cuándo pronuncias el nombre de alguien, siempre
son los mismos colores?
Pregunta: sí.
Estamos de acuerdo. Pues es la
misma cosa, nunca hay un exceso de colores, simplemente no están dispuestos y
ordenados y esto, eres tú quien lo decide, no son tus neuronas.
Pregunta: ¿no quiere ayudarme?
Pero, tú misma, clasifícalo.
Cuando ordenas unos medicamentos, puedes hacerlo por orden alfabético, por
colores, por contenido o por lo que quieras. Lo importante, es que sepas dónde
están las cosas. Tú, no sabes dónde están las cosas y tienes esta sensación de
saturación, porque no sabes tratar esos colores, los dejas aparecer y
desaparecer según lo que se ha dicho, oído, cantado, memorizado, sin ningún
sistema de clasificación, pues efectivamente tiene que ser molesto. No es
complicado. A partir del momento en que exista una representación de los
conceptos, de las ideas, de las palabras, de las notas, de esta manera es
extremadamente fácil ordenarlo. No tienes que sufrirlo, tienes que usarlo. Es
como si, cuando de niña en la escuela tenías una calculadora, y de repente te
dan un superordenador y sigues queriendo usar la pequeña calculadora.
Ordena tus colores, no puedo
decirte algo mejor. No ordenes improvisando según las palabras que salgan, sino
que en cuanto un color llegue, o una transparencia de color llegue, ordénala.
No puede desaparecer, lo sabes, ya que el mismo nombre te da siempre el mismo
color, la misma música te dará el mismo ensamblaje de colores.
Este modo de funcionar del
pensamiento o de los sentidos es una ventaja. De momento sólo tienes los
inconvenientes, es decir la impresión de estar superada por una sobrecarga.
Eres tú quien tiene que definir el espacio y el tiempo que son percibidos de
esta manera también, decidir que tal grupo de colores esté allí, delante o
detrás, si hablas de 3D, y constatarás entonces que no necesitarás esperar o
ver los colores, sino que tú misma podrás crear. Irás a buscar naturalmente, espontáneamente,
tal grupo o tal otro, con tal ensamblaje o tal otro.
Date cuenta, cuando alguien
habla de conceptos o de ideas, es incapaz de localizarlos en su cabeza por
colores. El tratamiento de los datos, el tratamiento de la información, pasa
por una programación del tipo informático, pero si dejas que las cosas se hagan
por sí solas, efectivamente rápidamente se satura. Los conceptos se ordenan por
sí solos. Lo que ves en lugar de los conceptos permite un tratamiento de los
datos, es el ejemplo que daba antes, el pensamiento es como una pequeña
calculadora, los colores son una super-calculadora. No es un defecto pero
requiere una organización temporal, espacial y por transparencia. Entrénate en
ello y no te molestará más. Incluso sabrás cómo ensamblar las ideas, los
pensamientos, las músicas o lo que sea en función de la armonía, y sabrás dónde
están las diferentes transparencias, los diferentes colores, y eventualmente
las diferentes formas. Porque te habrás dado cuenta de que las formas pueden
ser como unas manchas más o menos redondas, pero no siempre.
Entiendo muy bien lo que
quieres decir porque fui confrontado a esto, y justamente es una libertad y no
un hándicap. A partir del momento en que puedas ordenarlo aunque fuesen sólo
los números, ya serías una gran matemática, si supieras ordenar las notas,
serías un gran músico.
Pregunta: no sé si tendré
tiempo de ordenarlo todo antes del fin.
Pero, ordenarlo se hace solo a
partir del momento en que hayas definido cómo hacerlo. Es instantáneo. No tienes
que ocuparte de desplazar los colores a tal lugar o a tal otro, las formas o
las transparencias de tal manera o de tal otra. Decides, al igual que cuando
tienes unos cajones de farmacia. Decides que allí pones las compresas, allí las
medicinas y allí los líquidos. Es exactamente la misma cosa, después se hace
solo, es decir que se va a ordenar solo tan pronto hayas fijado un marco para
ordenarlo.
Pregunta: voy a intentarlo,
gracias.
De hecho me sorprende de que
tú solita no lo hayas pensado antes. Cuando tu casa está desordenada, la
ordenas. Cuando no encuentras los objetos porque hay demasiados, hay que poner
orden. En este caso poner orden no es dirigir cada pensamiento, cada palabra,
cada número, es proponer una dirección, y se ordenarán solos. Y en cuanto
pienses cómo resolver una ecuación o componer música, decides usar una
tonalidad de color y un cierto orden de transparencia y los colores llegan
solos. Inviertes en el sentido de la percepción y en ese momento la música se
ha compuesto. ¿Cómo crees que han funcionado los más grandes compositores, los
más grandes matemáticos, los más grandes pensadores?
Lo que te molesta, lo
describes perfectamente, es la impresión de estar desbordada, que es un poco
caótico. Este modo de percepción es el más adecuado cuando ya no hay ningún
cerebro en las demás dimensiones. Es exactamente lo que ocurre, no en el
cerebro sino que en la impresión. Simplemente tú misma tienes que determinar
cómo ordenar, si no, rápidamente vas a saturarte con todas las cosas que te llegan,
que sea a nivel de los conceptos, de las ideas y de los sonidos, y pierdes las
cosas porque no están clasificadas. Pero no requiere ningún esfuerzo para
clasificar cada vez, tienes que dar con las reglas de cómo organizar la
clasificación, después la clasificación se hace sola, pero no de cualquier
manera, sino según unas reglas. Pruébalo.
Pregunta: voy a intentarlo,
pero dudo de mí.
Pero, mientras haya este caos
y no esté ordenado, sólo podrás dudar. Pon orden en esos colores, en esas
transparencias, en esas formas, no desplazándolas, sino dando un método de
organización. Lo decides una vez por todas, y las celdas son infinitas. La
repartición espacial cuando es vista, te da unas innumerables posibilidades,
son ilimitadas y nunca se satura y nunca estorba, pero eres tú quien debe
determinar la clasificación. Preciso, sin conocer el nombre que has usado, estésica no sé qué.
Pregunta: sinestésica.
Sinestesia.
Bueno da igual, basta con
ordenar y eres tú quien decide. ¿Dejaste que los colores se pusieran como
querían, estamos de acuerdo?
Pregunta: sí.
Ya está, pues no es posible
funcionar así. La duda viene de ahí, no viene de la persona, viene de la
ausencia de organización y de orden en tus colores. Y de hecho estoy seguro que
en tu vida para evitar los estorbos, tienes que ordenar muy a menudo.
Pregunta: sí.
Pues, es mucho mejor que
ordenes tu cabeza.
Pregunta: gracias de nuevo.
Creo que los que escuchan no
han entendido nada. La mayoría de nosotros, cuando tenemos una idea, un
pensamiento, un concepto, ¿de dónde vienen? Por supuesto, creemos en primer
lugar que son secretados por el cerebro, pero sólo son unas disposiciones que se sitúan en lo que es
nombrado el cuerpo mental o el aura mental, los dos, que al sobresalir aparecen
en forma de conceptos. Para esta persona, todo está coloreado con unas formas,
unos espacios particulares. Hay que ordenarlos en lugar de ordenar el exterior.
Ya no tienes que ordenar más en cuanto hayas determinado el tipo de orden.
Constatarás inmediatamente que si has decidido que arriba, en el primer plano a
la izquierda, se pone el rojo, que el morado, sean cuales sean las tonalidades,
todo lo que es del orden del morado va a estar en el último plano a la derecha.
Pero luego, cuando la gente vaya a hablar y que los colores vayan a llegar, o
si escuchas música, tus colores van a ordenarse solos, y no se quedarán
sueltos. No hay otra manera.
Es como si dejaras, para el
que tiene unas ideas y unos pensamientos, es como si aceptaras todos los
pensamientos que pasan, y que hubiese
cincuenta a la vez. Es incomprensible. Pues lo que te parece de momento un
estorbo viene únicamente de la no-clasificación, de no ordenar. Pero no lo vas
a hacer cada vez, lo sabes muy bien, hay miles de colores que pasan en una
frase, digamos que unas decenas de miles, centenares a veces en la música, pero
una vez creado el primer tipo de almacenamiento, la primera colocación, el
resto se ordenará según la misma referencia temporal, espacial y de
transparencia. No puede ser de otra manera porque realmente funciona así.
Es un proceso que es el
proceso del pensamiento o de la percepción, pero la suerte que tienes, es que
tan pronto esté ordenado, las capacidades memoriales, intelectuales, de
creatividad, se decuplican. Y de hecho supongo, y vas a contestarme, en las
experiencias o en los estados interiores, que sean multidimensionales, de tener
un encuentro con un pueblo de la naturaleza o un habitante de un determinado
sistema, es también algo que es visto en tu pantalla interior, pero ahí no hay
ningún color. ¿Puedes contestar?
Pregunta: sí, ya que no hay
más cerebro.
Exactamente. Pues el ser o la
forma invisible que vas a percibir, cuando la ves con tus ojos de carne, no hay
colores. Lo que te demuestra que este ensamblaje de colores no es una quimera,
aunque sea propio a cada uno, pero traduce lo vibral, traduce lo que se traduce
en el seno de la Luz vibral auténtica. Sólo te falta este elemento. Pero no sé
cuál es tu edad, pero me sorprende de que no hayas pensado en esto en tu
juventud.
Pregunta: me di cuenta de esto
recientemente.
¿De qué?
Pregunta: de que yo funcionaba
así.
¿Qué quieres decir con esto?
¿Qué ha aparecido recientemente?
Pregunta: no, digamos que era
inconsciente.
Es decir, que de alguna manera
no querías verlo porque te molestaba en tu funcionamiento normal.
Pregunta: sí.
Estamos de acuerdo, entonces
ordéname todo esto, disponlo como quieras, da igual, lo que te resulte más adecuado,
y verás los resultados muy muy rápidamente.
Pregunta: gracias. Tenía
también una pregunta más general.
Pues lo que contesté es
completamente general, cambiará tu vida.
Date cuenta, aquel que no
tiene esos colores, espontáneamente, aquí no hablo de visión o de tercer ojo,
cuando él vea las demás dimensiones, cuando se junte con otros seres, será
mucho menos preciso que tú. Por ejemplo, una entidad se verá en una forma
mutable con unos contornos, mientras que tú la ves precisamente. ¿Puedes analizar
los detalles, no?
Pregunta: sí.
Eso es. Pues lo que sucede en
tu cerebro, en tu conciencia, es que es un cerebro que no está falsificado,
está libre de condicionamientos, pero requiere ordenarlo. Y una vez más, se
ordena totalmente libremente, lo dispones como quieras, pero hay que crearlo.
Lo que quiero decir con esto, y es efectivamente inadaptado a este mundo, es
que tu cerebro funciona como si estuviera ya ausente y como si tu conciencia
fuese multidimensional, lo que explica lo que te decía, que lo que es visión,
percepción, experiencia, con lo que no es visible en este mundo, es mucho más
fino y preciso, y me lo has confirmado. En cambio, esto se vuelve confuso aquí.
¿Quién quiere hablar?
Pregunta: quería decir que
todo lo que usted dijo a cada uno, ha podido resonar en mí en esta historia
terrenal y lo que puede pasar en lo cotidiano. Esto dicho, en la Felicidad y en
la Libertad, en la ligereza de cada día, dejo que la Vida se viva y no pido
nada con relación a esto, sólo estar aquí en este instante, en la acogida de lo
que está aquí.
La última vez que vine,
terminé diciendo una frase humorística: « todos para uno, uno para todos. »
Bien evidentemente cada uno de vosotros, aunque no sea su historia, y fue el
caso con lo que decía y que fue transcrito cuando estaba encarnado, todo el
mundo encuentra la horma de su zapato, incluso lo que puede parecer no
corresponderte, alumbra. Y de esto das testimonio. Es en este sentido que de
manera muy lógica, siempre dije que mis palabras no podían fallar, porque no se
inscriben en ningún marco de referencia, en ningún dogma, en ninguna cultura,
en ninguna tradición, es una palabra liberada de todo concepto.
Pero te lo agradezco, es
efectivamente así cómo funciona. Incluso lo que acabo de decir sobre la estésica no sé qué, alcanzará a cada uno
de vosotros, aunque no tengáis este modo de percepción. ¿Te corté?
Pregunta: no, sólo le acogía
en nuestro corazón Uno, en lo que está aquí.
¿Otras declaraciones, otros
testimonios, otras peticiones?
Pregunta: le hice una pregunta
ayer, cuando le dije que quería juntarme con usted.
No estaba ayer.
Pregunta: antes de ayer. No
tengo la impresión de haber tenido la respuesta completa, a la vez que sé muy
bien que es la persona
quien hace la pregunta.
¿Y?
Pregunta: quería tener un
complemento de información.
Te iba a decir que no ibas a
tener ningún complemento. No es la información lo que entrego. Mis palabras no
pueden fallar; si no es en este instante, será en el siguiente instante. Y tal
y como fue expresado justo antes, cada uno puede encontrarse en todas las
respuestas, incluso las que no os conciernen, porque no me dirijo a una
diversidad de personas, me dirijo al testigo, y el testigo es Uno. Sólo hay un
único espectador, un único testigo, aunque la sala esté repleta de
espectadores.
Así que no hace falta ningún
complemento. Primero hace falta, como dijiste, que lo que te dije antes de ayer
realice su obra, su alquimia. No es algo mental, no son unos conceptos, es algo
que penetra, no es la apariencia. Así que me da igual que lo hayas entendido o
no. Déjalo obrar, como nos dijo la hermana de antes. A partir del momento en
que os parece que no lo habéis entendido, que no lo habéis comprendido, quiere
decir que lo habéis parado, que no lo habéis dejado penetrar. Las palabras que
he pronunciado hace cuarenta años tienen un impacto hoy, y sin embargo aquellos
con los que hablaba ya no están aquí, tampoco yo de hecho. No tengáis prisa,
dejad que el tiempo, la ilusión del tiempo, realice su obra.
Todos nosotros tenemos tanta
costumbre, que sea por las palabras, que sea por la energía, de sentir en
seguida, de dar una opinión en seguida. ¿Cómo queréis que lo que digo a través
de la persona y a través del tiempo, como dije, realice su obra si intentáis
entenderlo? Lo importante no es comprender, la comprensión viene después, lo
más importante es lo que se vive en el instante. Tuvimos diversos testimonios.
La comprensión no tiene que ser algo previo a la vivencia, sino que algo
consecutivo a la vivencia. Vivid lo que os digo, no os preocupéis por
comprenderlo. Porque cuando estáis en el acto de comprender, quiere decir que
reflexionáis, que queréis vincular mis palabras, o cualquier otra palabra de
hecho, a vuestra lógica, a vuestra historia, a vuestra necesidad de ensamblar
las ideas.
Aquí también, dejad que se
hagan las cosas. Lo que hoy es incomprensible para vosotros será comprendido,
no os preocupéis por ello. Si supierais, cuando estaba encarnado, e incluso
cuando intervine la primera vez aquí, el número de hermanos y de hermanas que
se han escapado. Era lo mismo durante mi encarnación, todos los que estaban en
la certeza de su espiritualidad se marcharon. Mis palabras necesitan, no una
comprensión sino una acogida incondicional, al igual que os acojo incondicionalmente.
El resto sigue, y en general, ahora, muy rápidamente, pero si de entrada os
cerráis, estáis obligados a dar media vuelta.
No me dirijo a vuestros
conceptos, vuestros conceptos no me interesan, únicamente vuestra vivencia es
significante. Y vivir algo no necesita ningún concepto, necesita vivirse en
total acogida. Si ponéis, y es igual respecto a cualquier conversación entre
dos seres humanos, estáis, y todos nosotros estamos, todo el tiempo pensando en
lo que vamos a contestar en lugar de acoger la totalidad de lo que dice el
otro, no las palabras pronunciadas sino estando en este principio mismo de la
Acogida. No pongáis el mental delante, la comprensión delante, esto es el
divisor, es el diablo. El diablo no está en ninguna otra parte que en la
cabeza. Si queréis comprenderlo, no lo podéis vivir, es simple.
Es igual de hecho con vuestras
experiencias o vuestros estados místicos. Sabéis muy bien que si el mental
interfiere, de una manera o de otra, esto detiene inmediatamente la
experiencia. De la misma manera que en los sueños, hay unos miedos que os
despiertan, o unas caídas, o unos acontecimientos que os despiertan, esto
interrumpe el sueño. No podéis vivir y comprender al mismo tiempo, sobre todo
en lo que atañe a vosotros.
La comprensión, en el sentido
en el cual nosotros lo entendemos, ella es posterior, no está antes. Acoger, no
es comprender, no es entender, no es apropiarse, es estar en una disposición
que se ha llamado Acogida, que permite a la vez de reencontrarse pero también
de comprender lo demás más allá de las palabras, más allá de los conceptos, con
el fin de ver que es el mismo corazón, que no hay ninguna persona. Usad la
comprensión para conducir un coche, para desempeñar un oficio; ahí necesitáis
comprender, pero no para lo que sois. Es el diablo quien comprende, y de hecho
manipula la comprensión, la cambia, la invierte.
Estad disponibles, pero no
para comprender. Aunque no escuchéis y no comprendáis nada, algo que está aquí,
en el Corazón del Corazón, en el Santo de los Santos, entiende y comprende.
Dejadle tiempo para manifestarse, no interpongáis la necesidad de comprender,
la necesidad de explicar. La vivencia no necesita ser comprendida, la práctica
de este mundo, sí. Todo debe ser calculado, pesado, organizado, y es lógico,
pero no lo que sois, no aquí en el Corazón del Corazón.
¿Alguna cosa más cosas que
decir?
Una última pregunta antes de
llegar al final del tiempo previsto.
Pregunta: hace dos días, usted
me dijo que estaba en mí y que yo estaba en usted. Sin embargo esta mañana,
paseándome por la naturaleza, de repente todos los hermanos y las hermanas aquí
presentes estuvieron en mi corazón. Mi corazón es todo oídos a lo que tiene que
decirme, si tiene algo que contestarme.
Sobran las palabras, la Verdad
no necesita ninguna palabra. Efectivamente estamos todos los unos en los otros,
incluso los que nombráis, estas especies de cosas verdes, aquí, los Arcontes.
Es la misma cosa, ellos también están en cada uno de nosotros. Cuando os
decimos que sois el Todo y que sois todos, es la estricta verdad. No os pido
creerlo como un concepto, ni siquiera aceptarlo, sino vivirlo. Es lo que pasó.
El problema, cuando estamos en
este saco de carne, a los tres/cuatro años, nos dan un nombre, nos atribuyen un
nombre, una identidad, para la mirada de los demás y en particular por la de
los padres. Luego vamos a comparar, a estudiar, vamos a la escuela. Pero daos
cuenta, la formación, la educación, sólo es un formateo en la Ilusión. Si se
dijera a un niño de tres años que es Amor antes de ser una persona, que es a la
vez su padre como su madre y que no es un individuo que se ama al exterior,
pues simplemente no habría ningún encierro. Que fuese Hercóbulus o las naves
metálicas, no hubiesen podido crear esto. Además del peso de las costumbres. No
creáis lo que os digo, vividlo y experimentadlo, no conceptualmente. Es lo que
pasó con lo que viviste.
Pero para esto tenéis que
vaciaros, no aniquilándoos sino vaciándoos de las ideas de ser una persona, una
historia, un cuerpo, o no sé qué más. Identificáis el vehículo a la Verdad, y
sin embargo hoy cada vez más hermanos se posicionan espontáneamente en el
observador. Entonces por supuesto, podéis estar tan cautivados por el juego,
por el escenario del teatro, pero sabes muy bien que no sois el actor que
juega, cuando salís del teatro. Pues es el punto de vista inculcado por los
padres y la educación, lo que os impide vivir la Verdad. Y esto se reproduce
todo el tiempo, independientemente del elemento causal. El problema es la identificación
al cuerpo, no paré de decirlo toda mi vida. No sois este cuerpo, estáis dentro
atrapados, pero no os llevaréis ni este cuerpo ni ninguna historia.
Creo que he contestado a la
última pregunta. ¿Habrá más?
Pregunta: sí.
Entonces os dejo hacer una
pausa y Bidi os dice hasta ahora.
***