ANAËL
Marzo 2016
Soy Anaël Arcángel, Arcángel del Amor y de la Relación.
Muy amadas luces vivientes, bendición y comunión, de cada uno a cada uno.
... Silencio …
Como Arcángel del Amor, de la Relación y como segundo
término de la Tri-Unidad arcangélica, me revelo en vosotros, en vuestra
Presencia.
Vengo a resonar y a elevar en vosotros la llama de Vida,
acompañando la acción de Uriel y de Mikaël, pasando el testigo de lo antiguo a
lo nuevo.
Vengo a instalarme en vuestra Morada de Eternidad.
Vengo a plena luz del día para anunciar El que vendrá de
noche, en el éxtasis final de la disolución.
Consolido y asiento en vosotros la Llamada de María.
Vengo a deciros que se ha cumplido todo.
Cada minuto, cada aliento, cada instante, puede ser ahora
« el instante », en el cual ya nada puede ser esperado en algún marco temporal.
Lo que no está condicionado por ningún tiempo o fecha por
llegar, porque todo está al fin listo, en vuestro Templo, para la Eternidad que
está aquí.
Vengo a atizar, por la Tri-Unidad arcangélica, el Aliento
de lo nuevo, el Fuego de la verdad y el Agua de lo femenino, sagrado entre
todos …
… dándoos a ver vuestra eternidad, dándoos a vivir con
intensidad el Fuego del Espíritu.
Estoy ahí como estáis ahí, fuera de todo tiempo, llenando
todo el espacio del Amor desvelado, del Amor auténtico, del Amor santificado.
Vengo a resonar lo que vibra y vive en la llama de la
Eternidad.
Así como lo decía Uriel, sólo queda asentaros y depositar
lo que es pasado y lo que está por venir.
Vengo a vivificar el resplandor y la Presencia de vuestra
llama eterna.
Mis palabras, en este día, serán pocas, porque la palabra
se hace Verbo y el Verbo no necesita palabras, porque es evidencia, infalible y
eterna.
Vengo en cierto modo a reiteraros vuestra verdad que es
la nuestra.
Mi Verbo te dice: « Levántate ». Levántate en tu
eternidad, levántate en tu vida que no depende de nada de lo que crees o de lo
que vives en el seno de tu persona. A cada segundo que se desgrana, Él viene
hacia ti. A cada segundo que pasa, la Verdad crece y el Amor es una evidencia
cada día renovada.
Vengo a decirte: « Mira y ve. Toca y percibe ».
Te invito a saborear y a saciarte del néctar de la
inmortalidad, poniendo fin a toda sed y a todo lo que sólo pasa.
Vengo a celebrar contigo, con Uriel y Mikaël, el aliento
de vida de la Resurrección.
Vengo, si lo aceptas, a devolverte a ti mismo, si abres
de par en par la puerta de tu Templo.
Te invito a disolver lo que es fútil, lo que es efímero,
lo que no ofrece ninguna eternidad, ni ninguna duración.
Te invito a la Alegría, te invito al Amor.
Acuérdate de que no necesitas nada, ni búsquedas, ni
adquisiciones, ni conocimientos.
Te invito a ser, enteramente e integralmente. Así es la
Libertad que tal vez ya vives en ti, que tal vez ya vives en la relación con
cada uno, con cada amigo y con cada no amigo.
Sosteniéndome, en la cima de la llama del Fuego del alma
que se consume, dejando aparecer el Espíritu del Sol que entona el canto de
alegría del Coro de los Ángeles …
…te invito a celebrar desde ahora la fiesta que se
anuncia.
Permíteme, hoy más que cualquier otro día, bendecir tu
llama con el Amor de mi llama.
... Silencio...
Te invito a ver el Fuego del Cielo recorriendo tu cielo,
que pondrá fin y que pone fin al sacrilegio de la separación y a la ofensa
hecha a la Vida en el encierro de este mundo.
Te invito a tu propia Libertad, la de la alegría, la de
la sin-forma como de toda forma.
... Silencio...
Te invito también a deponer las armas de tus propias
incertidumbres si te quedan todavía. No sobre lo que eres sino sobre la
finalización de la ilusión.
... Silencio...
Vengo a invitarte a que te apartes de lo que todavía
puede ofenderte en el seno de la ilusión.
Tú, quien escucha, quien lee, y quien entiende más allá
de las palabras, te invito a dejar que se derrumben las paredes que todavía te
molestan en el seno de la ilusión.
Te invito a la celebración de la Alegría y de la Gracia
que nunca acaba y que nunca acabará.
... Silencio...
Te invito finalmente y sobre todo, tal como eres, a
celebrar a Cristo; mucho más que aquel histórico, el que eres en tu Êtreté de
Hijo Ardiente del Sol.
Revestido de tu vehículo de Eternidad, reencuentras tus
facultades, la de la Verdad, la del Amor.
No esperes nada más de este mundo que se desintegra.
Espera todo de ti, de lo que eres, revestido con tus trajes de Luz, revestido
con la fe y la alegría, revestido con la certeza de tu llama eterna.
No hay mejor momento que en el seno de los momentos restantes,
para ser integralmente tu eternidad reencontrada y actualizada.
Permíteme cantar en tu corazón el canto de la liberación,
acompañando los sonidos del cielo y de la Tierra y abriendo tu tierra interior
a la eterna belleza y al eterno Amor.
No esperes mañana ni ningún instante más. No hay nada que
preparar, no hay nada que recorrer, solamente dejar la Vida recorrerte en cada
célula.
Te invito yo también a la sonrisa de tu Verbo, y te
reitero, en ti, a cada inspiración, el Amor que eres.
No temas tu último aliento, que en realidad te restituye
a tu aliento original.
Mira cómo, si lo aceptas, lo que podía parecerte duro y
difícil ya simplemente no existe para ti, haciendo de ti el guerrero invencible
de la Paz y del Amor, que no necesita de ningún arma excepto su sonrisa y su
corazón en fuego.
Te invito a soplar sobre las cenizas todavía calientes de
las ilusiones de este mundo.
Te invito al Amor verdadero que no conoce ni límites, ni
obstáculos, ni condiciones. Que se da a sí mismo y a cada uno sin distinción,
con la misma intensidad, para que avances sin temor en la hoguera del Amor que
viene y que ya está aquí, en ti.
... Silencio...
Te invito finalmente a no reflexionar más sobre una
condición, una fecha o una suposición, sino dejar claramente la Evidencia
nacer. No hace falta nada más.
El Amor viene a recogerte. No para arrancarte de alguna
posesión, sino para restituirte a ti mismo, sin condiciones y sin límites
pertenecientes a este mundo.
Te invito a celebrar y a gritar el Amor que eres a través
del silencio de tu ser y de tu corazón, en el éxtasis íntimo de la Llamada de
María, y de la llegada de Aquel que viene y que ya está aquí.
Vengo a besar tu corazón y tu frente, avivando el aliento
del Verbo.
... Silencio...
Aquí estás resucitado en el Amor y en el Espíritu.
... Silencio...
Vengo a permitirte terminar el cara a cara contigo y con
el mundo, con los amigos y con los enemigos.
... Silencio...
Escucha lo que mis silencios te dicen, en el secreto de
tu corazón que no tiene secretos para nadie, tan verdadero es el Amor.
... Silencio...
Acoge el cielo en la Tierra como en tu tierra, porque
eres el terreno y el lecho desde donde emerge tu eternidad.
... Silencio...
Así, por mi voz y mi Presencia, resonando en mí como en
ti la Presencia de Uriel y de Mikaël, te enseño la Verdad desnuda.
Sólo está el Amor.
... Silencio...
Cada uno de nosotros, aquí y en cualquier parte,
bendecimos las llamas de cada uno, obviando los miedos y las resistencias,
obviando todas las ilusiones.
... Silencio...
Te invito a dejarte oír en tu Verbo de Amor y de Verdad,
poniendo fin a las palabras y a los males que quizás todavía te afectan.
... Silencio...
Te invito a sonreír sin temor así como te invitaré desde
ahora, a cada minuto, a prepararte para su acogida que es tu acogida, para que
siempre sea la única y exclusiva intención, permitiéndote atravesar los
espasmos de este mundo con la misma sonrisa y la misma integridad.
Te invito también a poner fin a todas las falsas
apariencias, a todas las reglas que te impones o que te son impuestas, porque
al Amor no le hace falta reglas, sólo necesita que seas verdadero, y sincero, y
justo, no según los criterios de este mundo o de tu efímero, sino con respecto
al Amor incondicionado. Así tu casa permanecerá limpia y sin fisura en el
momento de la Llamada.
... Silencio...
Vengo finalmente a ofrecerme a ti, hasta que todo esté
perfecto.
Conténtate con ser la sonrisa de la vida, que sea en
circunstancias alegres o terribles, porque todo esto pasa. Y todo esto debe
morir.
No te ates a nada porque el Amor no puede ser atado, ni
siquiera ser regulado.
... Silencio...
Sé libre porque tu nombre es Libertad y Amor.
Estate disponible para Él y para ti, como para cada uno,
pero no estés disponible para ninguna ilusión más, para ningún agravio, para
ninguna traición. El Amor no puede traicionar, el Amor no puede perjudicar de
ningún modo.
Te invito a ser fuerte porque el Amor es fuerte.
Te invito de nuevo, como Uriel, a la paz, porque el Amor
es paz.
Te invito a escuchar la Luz, te pida lo que te pida, y en
cualquier circunstancia. No puede haber ninguna derogación a una petición de la
Inteligencia de la Vida y del Amor.
... Silencio...
Decir Sí a la
Vida, es decir Sí a uno mismo y al Amor.
Así dejarás arder lo que arde, consumiendo la Ilusión y
haciendo crecer el Amor por su aliento y su calor.
... Silencio...
Entonces acoge, y di « Sí » sin la menor duda, al Amor
que eres.
... Silencio...
Y ahí, en el silencio, deja ser lo que es, deja ser tu
Infinita Presencia como tu Ausencia.
No retengas nada.
... Silencio...
Siente el Amor que te traigo y que cada hermano humano te
trae, eliminando así las últimas distancias de uno con otro, y del otro con
uno, para realizar el milagro de una sola cosa: el Amor.
Todo el resto pasará, pero el Amor nunca se apagará.
... Silencio...
Vuelve a ser y a encontrar realmente, sin buscar, el
Inmaculado sin manchas que siempre fuiste.
Mantén tu lámpara encendida, día y noche, instantes tras
instantes, alientos tras alientos, encuentros tras encuentros, alegrías tras
alegrías.
Ahí estás.
Renuncia a buscar nada más, renuncia a justificarte de
nada, porque el Amor no se justifica. Es sin causa, sin objeto y sin sujeto,
sin forma y con forma.
En cualquier reino aparente para tus ojos en este mundo,
como en los reinos sutiles de los habitantes de la naturaleza que quizás hayas
conocido ya, que vengan del aire, del agua, del fuego o de la tierra, no hay
diferencias.
Sean cuales sean tus linajes, sea cual sea tu origen
estelar, no hay diferencias. Cada diferencia se desvanece para dejar sitio a la
integridad del Amor, sin restricción y sin reserva, y esto es ahora.
Sea cual sea el estado del cielo, sea cual sea el estado
de la Tierra, sea cual sea la marcha de la historia, sea cual sea lo que fue
anunciado por los profetas, ha llegado el tiempo del Amor libre y entero.
Revélalo, está aquí. No de vez en cuando, no algunos días, sino que a cada
aliento, sin esfuerzo.
Para que cada uno de vosotros deje salir el canto de la
alegría de su Resurrección en la Eternidad. No esperéis nada más, porque el que
espera ahora pone una distancia entre él y la Verdad.
Las secuencias temporales tales como os las describí,
están inscritas en los actos de la Tierra, sin demora, sin espera y sin temor,
porque el Amor es libre de toda espera y de todo temor. ¿Qué temes? No hay nada
más que perder, sólo ilusiones y quimeras. Aunque no lo veas todavía en
totalidad, está ya presente en ti, como en cada parte de este mundo.
Nuestra Tri-Unidad arcangélica estabiliza, si lo deseas,
el Amor permanente y verdadero allí donde estás.
... Silencio...
Nunca olvides lo que vas a averiguar muy pronto - si no
está hecho ya -, que el tiempo es una quimera que fuerza al Amor a
condicionarse, lo que no puede ser.
Tú, quien está allí, a leerme y a oírme, leo en ti la sed
de Amor. No la que conoces, no la que imaginas, sino la que pone fin a toda
sed. Él está allí.
... Silencio...
Y mientras mis palabras se desvanecen, quedan el Verbo y
la verdad del Amor.
Así reencuentras tu Corazón Sagrado y su estructura
perfecta.
Entonces acabo mis palabras y dejo al silencio rellenar
el espacio de nuestra Presencia, del Amor indecible e incondicional de la
Creación como de lo Increado, y quedemos así, estés donde estés, tú y yo, allí.
... Silencio...
Soy tú en la Eternidad, como eres yo.
... Silencio...
Terminaré con estas palabras y con este Verbo: Amor
siempre fuiste, eres y serás, en cualquier estado, en cualquier espacio, en
cualquier vibración que sea. Incluso la relación justa entre cada uno de
vosotros desaparece, poniendo fin a la ilusión de la distancia y a la ilusión
de un recorrido de corazón a corazón, porque solo hay un corazón.
... Silencio...
Te amo.
***