Junio 2015
El Espíritu del Sol honra vuestra Presencia y la llama
de vuestro corazón, en la bendición del Uno, en la bendición de la Vida.
Acojamos juntos, en el corazón elevado, el Coro de los Ángeles a fin de vivir
en este instante como en todo instante en el momento en que ustedes lean, en el
momento en que escuchen, el Coro de los Ángeles saluda en usted la Eternidad.
El Coro de los Ángeles rinde gracia al resplandor de vuestra Luz y a la verdad
de vuestro corazón. Juntos, reunidos aquí, reunidos en ustedes, se despliega la
Verdad y se despliega la Belleza. Aquí y ahora se vive el instante, allí donde
todo es contenido, allí donde todo es vibrantes, allí donde todo es verdad.
Entonces
así, en el corazón del corazón, en el uno y en el otro, para el milagro de Él,
de su Presencia y de su bondad, a fin de que ustedes también seáis elevados al
título de Hijo del hombre, Hijo ardiente del sol, hombre trascendido y
transcendiendo la ilusión, pasando de su efímero a su Eternidad, escuchando así
el canto de la Verdad clamado y declamado por los Ángeles.
Él viene a preguntarles si estáis dispuestos a
reintegrar las Moradas del Padre, las Moradas de la Eternidad, las Moradas de
la Alegría, la Morada del Absoluto que no tiene ninguna morada si no son todas.
Así, en la paz del instante y la eternidad del instante viene el Cristo, viene
María y viene Mikaël, llamándoos con el canto de la Verdad, con la verdad del
Amor.
Tú que estás allí, tú que
pones tus ojos como tu conciencia en lo que emana de la música de las esferas y
del canto de la Libertad, siente tu propia verdad. Hazte lúcido a fin de que
nada pueda oscurecer más la claridad pura de tu propia Presencia.
Así como Amado del Uno, te es aportado el sentido de
la Vida que siempre fuiste antes de vivir la vida en este mundo. Y allí en el
tiempo del instante, en el silencio y la paz de tu corazón reencontrado, se
enciende el Espíritu, haciéndote probar desde ahora el canto del éxtasis, el de
la Libertad y el del Amor.
Escucha lo que tenemos que decirte en el silencio de
tu corazón. Escucha lo que tenemos que devolverte. Escucha lo que dice tu
corazón frente a estos obsequios que sólo son Justicia y Verdad. Escucha y oye
lo que se celebra en el camino del presente que es el camino de la Eternidad,
no teniendo ni principio ni fin.
Escucha lo que tu corazón que
se levanta susurra a tu Espíritu o a tu alma. Haz el silencio y escuche lo que
decimos en ti, que no es nada más que lo que eres. Entonces deposita fuera de
ti lo que no es verdad y lo que puede ensombrecer el Amor que eres. Hoy, no hay
otro lugar que la ofrecida por el Amor o la ofrecida por el miedo.
¿Escucha,
que es lo que prefieres? ¿La alegría de la vida en la Eternidad o la
satisfacción de lo efímero? ¿Qué escuchas en ti? Déjanos, Espíritu del Sol y
Coro de los Ángeles, ser el decorado de tus templos interiores. Déjanos
calentar en ti, si aun no está ya hecho, el viento de la Libertad, el viento de
la Verdad. En cada espacio en él nos callamos se revela la Paz. Una Paz donde
nada puede estar ausente, una Paz que no depende de nada más que de tu propio
corazón.
Así el Espíritu del Sol viene quemar lo que no
pertenece a la Verdad y viene disipar las últimas dudas de lo efímero hacia el
Eterno. Entonces, niño de la Verdad, ponte en la palabra del Cristo, ponte en
los pasos del Cristo, a fin de que tú también puedas decir: «Padre, que tu
voluntad sea haga». Así, olvidándote tú-mismo en tus preocupaciones y en tus
ilusiones y levantando el velo que te enmascara lo que eres, te harás el
Camino, la Verdad y la Vida y te harás también lo que siempre fuiste.
Escucha y oye. Escucha y vive en el Fuego del Amor
atizado por el Coro de los Ángeles. No apartes de lo que eres y quédate allí
donde nada de lo que es ilusión puede alcanzar el Fuego de tu corazón. Quema
así del ardiente Soplo del Espíritu.
Y allí, en el instante de
nuestra Presencia vibra el canto de tu Libertad. Y allí, en el centro y la
plenitud de tu ser, deja la danza de la Vida llevarte en tu morada de origen,
en tu morada de emergencia.
...Silencio…
En la danza del Sol se encuentra el Cristo y el
Espíritu del Sol. Entonces déjate danzar por el baile del Sol y por la Llamada
de la coronación y por la Llamada del Cristo. No escuches nada más que la
Verdad en tu corazón. No escucha nada más que lo que te dice la Luz y su
Inteligencia, viniendo a encaminar y estimular tu Espíritu.
Allí donde estás, allí estoy.
… Silencio…
Allí está la Paz que no conoce ninguna traba, allí es
la Paz donde todo es dado.
… Silencio…
Entonces
juntos ahora, celebremos la ofrenda perpetua de la Vida a la Vida, de tu
corazón al Corazón. Tú, el Hijo del hombre que se tiene en pie para vivir lo
que va a forjarte en tu Eternidad. Allí es el tamaño de la verdad de la Luz
que, en su inmensidad, alcanza más pequeño y más ínfimo e íntimo, porque allí
es la fuente de todo lo que puede colmarte en el seno de la Eternidad.
Entonces juntos ahora, celebremos la ofrenda perpetua
de la Vida a la Vida, de tu corazón al Corazón. Tú, el Hijo del hombre que se
tiene en pie para vivir lo que va forjarte en tu Eternidad. Allí está la
grandeza de la verdad de la Luz que, en su inmensidad, alcanza lo más pequeño y
lo más ínfimo y lo más íntimo, porque allí está la fuente de todo lo que puede
colmarte en el seno de la Eternidad.
… Silencio…
Y allí, de pie, elevado en la
coronación del corazón, se despliega el Coro de los Ángeles que te acompaña
allí donde estás.
… Silencio…
Ponte así finalmente, en la evidencia de lo que está
allí, en la evidencia de Aquel que viene. Deja subir en ti el canto de la
Gracia, el canto de tu Espíritu. Permítete de ser tú mismo, permítete de ser
Libre porque Él viene para llamarte a la Libertad. Permítete de ser Alegría
porque Él es Alegría, y permíteme de ser tú. Y permite también al Coro de los
Ángeles de ser el testigo, no solo de las bodas pero de la alianza mística
donde todo está cumplido y donde todo es celebrado, dándote a olvidar, sin pena
ni remordimiento, lo que pertenece a la historia, lo que pertenece a lo que
murió. Porque no hay otro modo de estar vivo que de no estar más muerto en
espíritu y en verdad.
… Silencio…
Y descubre así la sonrisa eterna que florece sobre los
labios de tu Espíritu. Niño del Uno, he aquí lo que eres. En el Fuego del
corazón elevado, emana de ti la bondad y la Verdad, sin incluso pensarlo, sin
incluso quererlo, sin incluso suponerlo. Simplemente dejando ser y dejando
florecer lo que nace tu Templo.
… Silencio…
Y allí, en la sonrisa de la Eternidad, el Coro de los
Ángeles te lleva a otra octava de la misma Verdad, allí donde toda forma
desaparece, allí donde sólo existe el Amor en estado puro, independiente de ti,
independiente de nosotros e independiente de todo.
Y
reconócete en lo que se vives, aquí y ahora. Y reconócete, y a siempre.
Entonces te repito, escucho y oye la esfera del Silencio, la que te conduce a
la fuente del Amor y a la fuente de la Luz, allí donde ninguna forma puede
residir sino donde toda forma nace.
Y allí, en el ritmo de la Vida, en lo inspirado y el
expirado de la Creación, te reencuentras en el punto de equilibrio, el de la Paz
eterna, el del Silencio que precede el Amor y que está al origen del Verbo,
allí donde está la Espada de la Verdad, aquella que corta lo que no es verdad y
lo que no es eterno.
Déjate lleva por Aquel que viene acogerte en el seno
de lo efímero a fin de dejarte ser en tu Morada de Eternidad. Déjate escoger
por la gracia de tu sonrisa, por el ardor de tu corazón donde muestras, por tu
experiencia aquí -mismo donde estás, tu capacidad real a no poner más barreras
y a no separar más y a no dividir más.
Y allí, en esta Paz, y allí en este instante, escucha
el canto de tu corazón que es canto de éxtasis y canto de Alegría. Y allí, en
el silencio del instante y la plenitud de Aquel que viene, que te aportamos a
ti por nuestros corazones y por nuestro Espíritu, vive el Amor infinito y
siente la esencialidad del Amor, la esencialidad de la Vida. Recuérdate tu
Reino porque éste es sin mancha. Recuerda la sencillez del Amor.
… Silencio…
Aquí y ahora, descubre el Alfa
y la Omega en totalidad.
… Silencio…
Allí donde nace la danza de los elementos, allí donde
nace el Coro de los Ángeles, allí donde el Espíritu anima y vivifica, allí
eres. En este tiempo, en este espacio, como en todo tiempo y en todo espacio,
el tiempo de la Llamada se revela a vuestros sentidos, se revela a vuestro
corazón y se revela a vuestro vivido.
Escucha.
… Silencio…
Y el Fuego del Amor que es tu debido viene añadir su
mordedura y su aliento a la incandescencia en ti de la Verdad, quemadura de
Amor, tendiéndote al infinito en el espectáculo de la Vida. A la hora donde el
Sol va a cantar su melodía, tu corazón se vuelve este Sol que contiene el Amor
de todos los posibles, de todos los creados como de todos el increados. Te
invitamos al Amor, te invitamos a la Vida.
… Silencio…
Y allí, las Cuatro Vivientes finalmente de manera
sincrónica obran en tu Templo como en la vida de esta tierra, viniendo ellos
también a celebrar la vuelta del Fénix. Fuego de alegría y fuego de vida, fuego
de júbilo consumiendo sin fin el Amor sin cesar renovado y sin cesar regenerado
y que jamás puede apagarse. Entonces sé dulce contigo mismo como el Amor es
dulce contigo.
Escucha y oye. Lo que tenemos que entregarte ves más
allá de las palabras, ves más allá de lo que escuchas y de lo que oyes.
Y allí, siente el resplandor
de la Vida y el resplandor del Amor que se vierte en cada lugar de lo que eres.
Déjate ser. Consume en la alegría lo falso y la falta.
Consume toda apariencia que te podría ocultar a esta Verdad.
Y allí ahora, en la alegría de estar allí, en la
alegría de escuchar, no hay más de palabras necesarias, sólo hay una Presencia.
Entonces guardemos silencio de toda ausencia, guardemos silencio de toda falta
a fin de colmar lo que es. Escucha y oye en el tiempo de nuestro silencio.
… Silencio…
Y nosotros, tú, Espíritu del Sol y Coro de los Ángeles
reunidos en la misma tri-unidad, te decimos una última vez: « Recuérdate »
… Silencio…
Y allí bendigo vuestra Presencia, el Espíritu del Sol
se retira en ustedes y os bendice.
Y nosotros, Coro de los
Ángeles quedamos en el Canto percibido en ustedes.
Hasta pronto.